Antioquia

Ahora las velan y las creman: así despiden a las mascotas

Buscan convertir los cuerpos en cenizas de forma digna y ayudar en el duelo a las familias. Tienen hasta salas de velación.

Periodista del Área Metro.

26 de septiembre de 2022

Hace 20 años murió un perro llamado Hardy, un border collie que dejó gran dolor en la familia que lo había acogido. Natalia Castrillón recuerda la tristeza que, siendo una niña, sintió por la partida de su mascota; y también la etapa de duelo que vivieron en casa. Las pocas opciones para disponer el cuerpo del animal (enterrarlo en algún terreno o solicitar el servicio a la empresa recolectora de basuras), se convirtieron en la génesis de una idea.

Era también época en la que empezaba a tomar fuerza la inclusión de animales domésticos como otro miembro de la familia. Eso y la reciente experiencia por la muerte de Hardy, los impulsó a crear una funeraria de mascotas que llamaron Funeral Pet. Fueron pioneros en ese servicio, con la idea de dar una despedida más digna a las mascotas y hacer actos simbólicos que ayuden a elaborar el duelo.

Al principio, prestaban dos modalidades de disposición del cuerpo: cremación en horno crematorio convencional y bioinhumación, es decir, que enterrado en un santuario individual el cuerpo haga una transformación natural que puede usarse, incluso, como abono. Pero la importancia simbólica de despedir a la mascota también era un reto. Por ello, iniciaron rituales con las familias, que incluyen recordatorios como tarjeta con huellas del animal y su dueño, el cofre cenizario y una planta sembrada con parte del abono que resultó de transformar el cuerpo.

En dos décadas han prestado servicios exequiales no solo perros y gatos; han tenido casos de hámsters, patos, pájaros, pollitos, iguanas, conejos y hasta “mini pig”. Cuando las mascotas son muy pequeñas recomiendan la bioinhumación y no la cremación, ahora es biocremación.

A lo largo de los 20 años también han evolucionado los dos procesos para recuperar las cenizas y ambos son amigables con el medioambiente. “La biocremación ya no se hace en los hornos crematorios convencionales, sino en un biorreactor que, con soluciones alcalinas, permite recuperar la esencia de la mascota. Y la bioinhumación, a través de la transformación natural de compostaje”, dice Castrillón.

Cualquiera de las dos modalidades que elija la familia cuesta lo mismo y, aunque tienen sus diferencias, ambas se desarrollan en el cementerio ecoparque Hermano Francisco (en referencia a San Francisco de Asís), ubicado sobre la autopista Medellín-Bogotá, a la altura de Guarne (Oriente antioqueño), en el Alto de la Virgen, hasta donde la funeraria se encarga de trasladar a la mascota.

La biocremación es mucho más rápida, en cuestión de tres días la familia recibe las cenizas del animal, con los recordatorios; mientras que con la bioinhumación deben esperar de dos a tres meses para que les puedan entregar la planta sembrada, si la familia lo desea, en parte del bioabono donde se hace el proceso. En ese tiempo cada tumba, por decirlo así, está marcada con foto y nombre del animal.

En marzo de este año abrieron un nuevo servicio: la velación, para lo cual cuentan con dos salas, una en el sector Estadio y otra en el cementerio. Bajo los pies de una estatua de San Francisco de Asís reposan los cuerpos de los animales que son velados y que yacen en el catafalco, rodeados de los humanos que los tomaron por familia.

De unos 950 servicios que prestan cada mes en Funeral Pet, el 25% ha hecho uso del de la velación. Los rituales simbólicos son preparados por equipos de psicólogos y están enfocados en contribuir en la elaboración del duelo.

“Uno de los rituales es encender la luz, porque simboliza el trascender de la mascota. Cuando las familias pasan por estos momentos es posible que no tramiten el duelo y la pérdida de la mascota se puede sentir como la de un ser querido”, expresa Castrillón.

Otra pérdida la sintió de nuevo, ya no niña ni con Hardy, sino con un felino criollo llamado Nacho y que era considerado la mascota de la funeraria que ahora ella gerencia. La situación era más dura porque debían decidir, por el estado de salud del gato, si proceder con la eutanasia. Pero los 35 empleados querían estar en el proceso y en una veterinaria convencional no cabían.

Por ello, llevaron a Nacho a la funeraria y allí la veterinaria hizo el procedimiento. Todos pudieron despedirse y ese día nació la idea de Trascender, servicio de eutanasia con personal capacitado en manejo del duelo, ya sea en la casa de la familia o en la sala de velación. Y se ofrece, además, todo el proceso posterior.

Cualquiera sea el servicio, señala Castrillón, la idea es que la experiencia aporte un poco de tranquilidad en medio del dolor por la pérdida y ayude a que el recuerdo de la mascota perdure.