Antioquia

Habitantes de la vereda Galilea en Turbo construyeron su propio puente peatonal

Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana. Magíster en Periodismo Multimedia de la Universidad Autónoma de Madrid-ELPAÍS.

15 de abril de 2016

“En la vereda de Galilea había un puente, pero este se había caído hacía más de 20 años. Y desde ese tiempo estábamos intentando hacer todo lo humanamente posible para construir uno nuevo, pero no había sido posible. Con la caída de ese puente a causa de una avalancha más o menos unas quinientas familias habían perdido la comunicación con el casco urbano de los municipios de San Pedro de Urabá y Turbo”, relató por teléfono la trabajadora social de la cooperativa bananera Proasiv, Yesenia Luna. Como último recurso, ella junto con los demás habitantes de dicha vereda del corregimiento antioqueño de Pueblo Bello (Turbo) meses atrás hicieron una petición online a la fundación sin ánimo de lucro Puentes de la Esperanza, la cual, a lo largo de sus quince años de funcionamiento, ha construido 90 puentes peatonales en lugares donde los campesinos colombianos arriesgan sus vidas a diario por cruzar un río o una quebrada nadando.

Ante el llamamiento de los habitantes de Galilea, y después de que la Fundación realizara un acuerdo entre el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), quien donó 119 millones de pesos para la compra de los materiales para la obra; y la comunidad de Pueblo Bello, que puso toda la mano de obra, se acordó comenzar con la construcción del puente peatonal, de 50 metros de longitud y dos metros de ancho y 12 toneladas de peso, el pasado ocho de marzo.

Cada pieza de acero de la estructura, en su totalidad, fue diseñada y ensamblada en los talleres de la Fundación, con sede en Bogotá. Su director, el ingeniero civil, Carlos Andrés Barrera hizo los planos; y la soldadura de las partes del rompecabezas, como lo llama Barrera, estuvo a cargo de otros cuatro voluntarios expertos en el tema. Las partes del puente, cuya prefabricación e instalación final tardó 45 días, fueron trasportadas en camión desde la capital hasta Galilea entre el cinco y el siete de marzo.

Al día siguiente de la llegada de las partes desarmadas, cien turbeños comenzaron a realizar el trabajo voluntario, que duraría 45 días, en jornadas diarios entre las 7:00 de la mañana y 5:00 de la tarde. Ellos ni trabajaron todos los días ni tampoco las ocho horas continúas. Cada uno ayudaba cuando podía sin descuidar sus parcelas. Estos utilizaron poleas para transportar cada pieza del puente de un lado a al otro del río Mulatos.

“Este se armó igual que un rompecabezas, una pieza a la vez. Todas y cada una de ellas debía encajar. Porque la idea era que fuera sencillo de hacer, ya que era la misma comunidad la que lo construyó”, relató Barrera. Y agregó, “la comunidad aportó en total con 200 horas de trabajo voluntario excavando huecos, transportando materiales y apoyando todas las tareas de ensamble. Mientras que la alcaldía municipal de Turbo nos ayudó con una donación de bultos de arena y las piedras que necesitábamos”.

Según la trabajadora social de la cooperativa bananera Proasiv, Yesenia Luna, “desde el río de vereda Galilea salen una rutas que comunican a la comunidad con los municipios de San Pedro de Urabá y Turbo. Lo que queríamos era que otro puente uniera nuevamente a las familias que estaban dispersas. Además, porque tenemos unos estudiantes de la escuela Galilea y de la institución educativa Pueblo Bello que diariamente cruzan el río en garrucha, que fue también construida por nosotros, pero cuando llueve es imposible que ellos se transporten por este medio y asistían a clase”.

El lider e ingeniero Carlos Andrés Barreras explicó a ELCOLOMBIANO que esta es la segunda vez que Pnud le patrocina a la Fundación una estructura de esta envergadura. “Nosotros les presentamos la propuesta y les explicamos la situación que estaba viviendo esta comunidad y ellos nos apoyaron, porque les llamó mucho la atención la idea desde un principio, ya que era la misma comunidad la que iba a construir el puente”, dijo Barreras, que aclaró que las Naciones Unidas les había ayudado ya con la instalación de otro de sus puentes en Cesar . “La construcción fue más compleja de lo habitual; requirió excavaciones profundas y unas bases reforzadas y elevadas porque el terreno era muy inestable y sitio presenta desbordamientos periódicos”, agregó.

El puente peatonal de Galilea va a facilitar el camino seguro de estudiantes menores de edad, la reactivación productiva de quienes cultivan banano y frutales, y el acceso de esa comunidad a los servicios básicos en el casco urbano. A la fecha, la fundación ha construido diez puentes peatonales con la misma metodología y trabajo comunitario en Apartadó, Arboletes, Andes, Salgar, Támesis y Turbo, y otros 80 en el resto del país. El Gobierno Nacional apoyó en la obra de solo cuatro de estos, los cuales ayudaron a la reconstrucción del municipio de Salgar tras la avalancha de 2015.

En los últimos días, la Fundación ha recibido varias solicitudes de puentes similares en el departamento de Antioquia (Argelia, Betania, Carmen de Viboral, El Bagre, Liborina, Necoclí, Toledo y Urrao), y está tras la búsqueda de aliados y donantes que aporten los recursos necesarios para facilitar a otras comunidades aisladas la construcción de esos puentes peatonales que marcan una diferencia en la calidad de vida de cientos de familias campesinas.

Aunque el puente de Galilea ya está listo su inauguración, que estará a cargo del ministro consejero para el posconflicto, Rafael Pardo, y varios de los representantes de Pnud en Colombia, será el próximo 28 de este mes. “Nosotros los de la cooperativa sacamos adelante el proyecto y desde la comunidad se estuvo pendiente en el día a día del trabajo, de las jornadas de alimentación, de todo”, finalizó, Luna.