Antioquia

“Si no me operan rápido perderé mi ojo”: mujer trans atacada en Medellín

Dos personas han sido víctimas de brutal violencia en los últimos 15 días. Una de ellas pide mejor respuesta de las autoridades.

Periodista y politólogo en formación. Aprendo a escribir y, a veces, hablo sobre política.

06 de julio de 2022

“Estoy en Bogotá. La cirugía es urgente. Me tocará ir a llorar a la EPS, a ver si me atienden de una vez por todas. Estoy sola. No veo por el ojo derecho y el izquierdo todavía lo tengo rojo. Tampoco puedo trabajar. Tengo un desprendimiento de retina, según entiendo. La doctora me dice que el tiempo está en contra. No puedo esperar más”.

Del otro lado del teléfono habla Danielis, una mujer trans de 35 años. “Si no me ayudan en el hospital, voy a asistir a las fundaciones que hay acá. De pronto la Secretaría de Salud me toma en cuenta. Es que me urge la cirugía”, repite. “No quiero perder mi ojo. Por eso me vine para Bogotá”.

La contrarreloj que corre es por causa de una navaja; una que le causó ocho contusiones en su cuerpo. Algunas de ellas en el rostro: en la nariz, que le quedó fracturada; en la boca, que le quedó rasgada; en el ojo derecho, por el cual ahora no puede ver.

Todo ocurrió en la madrugada del viernes 24 junio. Ese día una de sus compañeras tuvo una discusión con un cliente, cuenta Danielis. Era un taxista. Fue por la Catedral. Ahí: en el Parque Bolívar. “Yo estaba cerca, detrás de la iglesia, en una plaza que nosotras conocemos como Villa Nueva”.

Todavía tiene muy presente la negligencia de la Policía. “No me brindaron el apoyo que necesitaba en el momento. Se demoraron mucho en llegar. Solo digo una cosa: si yo hubiera agredido a ese hombre, si yo lo hubiera cortado, estaría arrestada”.

El hombre al que se refiere Danielis es el mismo que ella vio hacia la 1:00 de la madrugada en las inmediaciones del Parque Bolívar. Cuando habló con él, a las 7:00 de la mañana del mismo día, no lo reconoció. Lo trató como a otro cliente. “Él quería un servicio”, dice. Desde que llegó al país, tras salir de Venezuela, ella ejerce el trabajo sexual.

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“Entramos al hotel. Tuvimos una conversación normal, sin problemas, ¿me entiende? Solo me preguntó el costo de mis servicios...”. Danielis, del otro lado de la línea, aún no comprende lo ocurrido. “Me confundió con la compañera con la que discutió en la madrugada. Lo supe cuando le pregunté por qué me había agredido”.

Cuenta que lo atendió, pero cuando iba a salir de la habitación sintió un golpe en la espalda. “Era una navaja”, dice Danielis. “La tenía cerrada. Me dio varios golpes en la espalda y la cabeza. Cuando reacciono, me doy la vuelta y trato de defenderme, él abre la navaja. Me corta la boca. Veo sangre”.

La cortada implicó una sutura de varios puntos. Las fotografías que comparte Danielis reseñan parte de lo ocurrido en aquel cuarto de hotel. La herida sube hasta la nariz, que está cubierta con un esparadrapo. Una cirugía fue necesaria para remediar la lesión que allí le provocó el ataque.

“Lo que hice fue cubrirme. Él abrió la navaja apenas di la vuelta. Estábamos de pie. Esperó a que lo atendiera para agredirme a la salida”, cuenta Danielis. “Yo ya me iba a retirar de la habitación. Cuando me corta el labio, los dueños del lugar logran abrir la puerta. Salí corriendo por los pasillos”.

Entre las cosas que Danielis más recuerda de esa mañana, además de los detalles del ataque, fue una conversación corta con un uniformado de la Policía. “¿Usted le iba a robar al cliente?, me preguntó, cuando llegamos a la entrada del hospital San Vicente Fundación”.

Ella iba con una compañera. Se cansaron de esperar que la Policía del cuadrante llegara al hotel y atendiera lo ocurrido. Pasaron 15 minutos y la Policía no llegó. “Me pudieron los nervios. Había mucha sangre. El ojo se me comenzó a apagar. Ya no podía ver. Nos fuimos”.

Danielis no iba a robar al hombre que la agredió. Eso fue lo que le respondió al uniformado. ¿O lo estaba robando, el hombre no se dejó y por eso se defendió?, le repitió. Que no, le contestó ella. “Luego me dijo que si iba a poner el denuncio. Dije que sí. Me dieron el nombre de la persona. Cuando me hicieron las cirugías, me fui para la Fiscalía”.

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Danielis ya pasó por una reconstrucción de nariz y una sutura de labio superior. El 24 de junio la atendieron por urgencias. “Me hicieron rápido la cirugía. Por el ojo no me atendieron porque no había servicio de oftalmología. Me dieron la orden para la EPS, pero eso se tomaba como 15 días. Me vine para Bogotá, porque acá tengo mis papeles. Como ya no es una urgencia, me dicen que debo esperar el trámite”.

Esta mujer llegó hace seis años al país. Los últimos seis meses, por cuestiones de trabajo, los estaba viviendo en Medellín. ¿Por qué venirse para acá? Por cuestiones laborales, dice. “En mi trabajo yo permanezco viajando todo el tiempo, ¿me entiende?”.

La certeza que hoy tiene es que el ataque del que fue víctima carga con algo de venganza. “Cuando estoy en el pasillo empiezo, desesperada, a preguntarle: ¿por qué me agredió?, ¿yo qué le hice? Él me dice: ¿se le olvidó lo de la madrugada? Eso no se iba a quedar así. Ahí comprendí que me había confundido con una compañera”.

Las autoridades no compartieron detalles de este proceso previo al cierre de edición. Tampoco del caso de la mujer trans que fue atacada a correa, dos días después, en una vía pública de Prado. Lo que sabe Danielis es que sus compañeras impidieron que su agresor escapara, previo a la llegada de la Policía.

“Cuando salí de mis cirugías fui a poner la denuncia. Ahí me di cuenta que la persona no estaba detenida. No apareció en el registro de procesos de la Fiscalía. Entonces queda uno como en el aire. La persona que me agredió está libre. ¿Qué hizo la Policía?”.

El tiempo está en contra. Como le dijo la doctora hoy ayer: entre más días pasen será peor. “Tengo la retina desprendida. Lo único que pido es que me atiendan lo más pronto que puedan”. Danielis espera que no le toque llorar en la EPS para no perder la vista .