Los vagones del tranvía de Ayacucho, el último lienzo de los bárbaros
Los grafitis pueden ser interpretados como un ataque a los símbolos paisas que representan desarrollo urbano y pujanza.
Periodista de la Universidad de la Sabana. Experto en temas de movilidad, transporte, infraestructura, desarrollo sostenible y gobierno. No hay historia pequeña.
En los últimos cuatro años, grafiteros clandestinos han rayado o pintado el exterior de vagones del metro en cinco ocasiones. Como si fuera poco, en la madrugada de ayer viernes, por primera vez, atacaron el tranvía de Ayacucho, rayando un vagón y pintando otro.
En todos los casos y según las investigaciones de la Policía Metropolitana, los autores de estas acciones serían personas que no son de la región.
La lectura que se hace desde otras ciudades del país frente a los diferentes modos de transporte que solo tienen Medellín y el Valle de Aburrá, opina el antropólogo Gregorio Henríquez, es que son un símbolo del avance y progreso de la sociedad antioqueña y como los locales se apropiaron del metro y lo defienden, no es su voluntad atentar contra el sistema.
“La mejor manera de atacar la idiosincrasia paisa es atentando contra estos símbolos. Todas las ciudades del mundo tienen alegorías o distintivos materiales que representan su empuje o desarrollo y, por eso, la mejor manera de ofenderlos es atacar este tipo de infraestructuras. Son actos vacíos, sin argumentos; es puro vandalismo”, interpreta Henríquez.
El antropólogo insiste que esto ni siquiera se asemeja a un grafiti, el cual es una manifestación artística de descontento con el sistema social.
En defensa de los grafiteros
El concejal de Medellín del movimiento Creemos, Daniel Carvalho, rechazó lo sucedido y considera que este tipo de actos son infortunados, debido a que los grafiteros se han ganado en la ciudad un reconocimiento y respeto, a través de acciones concertadas o por iniciativas que han tenido ellos con sus comunidades o con instituciones públicas y privadas.
“Los grafiteros han aprendido a trabajar dentro de la legalidad, con las instituciones, aún sin perder su carácter contestatario o de protesta”, afirmó el concejal.
Castigo
Para el antropólogo Henríquez, un castigo para los que realizan estos actos vandálicos sería, primero, una sanción pedagógica, para que entienda que lo que está afectando es un transporte que presta un servicio que beneficia a la ciudadanía; y segundo, que realice una labor social, empezando por limpiar el vagón que ha pintado y que intervenga en el mejoramiento del entorno que se ha visto afectado por todas sus acciones.
En la red social Twitter, usuarios del metro promovieron el hashtag (numeral) #YoDefiendoMiMetro y rechazaron estas acciones.