Antioquia

Ciudadela Agrotecnológica en Marinilla está ofreciendo becas para formarse en la agricultura del futuro

El proyecto es considerado ejemplar en el país en el desarrollo de la agricultura 4.0.

Soy periodista porque es la forma que encontré para enseñarle a mi hija que todos los días hay historias que valen la pena escuchar y contar.

08 de octubre de 2022

Marinilla tiene hoy una ciudadela con características únicas en el país para el desarrollo de la agricultura 4.0, que será la encargada de hacerle frente a la crisis climática y las amenazas que se ciernen sobre la alimentación mundial.

Se llama Ciudadela Agrotecnológica San José, fue inaugurado en marzo de 2021 y además de decenas de productores del Oriente antioqueño y otras regiones del país es un lugar apetecido hasta por estudiantes, productores y expertos de otros países, hasta del lejano Turquía.

Según cuenta la secretaria de Agricultura, Mónica Mejía, el proyecto, que ni siquiera estaba en el plan de desarrollo del municipio, acabó convertido en un hito que ubica a Marinilla en el epicentro de la agricultura orgánica del futuro del departamento y referente en el país.

En plena pandemia la Gobernación de Antioquia se la jugó y planteó la ejecución de unos proyectos para el agro en el Oriente en el marco de su estrategia de polos de desarrollo. La idea era distribuirlos en varios focos de al menos 2.500 metros cuadrados, pero finalmente, cuenta la secretaria Mejía, solo Marinilla alzó la mano y puso recursos y finalmente ofreció las condiciones para una gran ciudadela de 10.000 metros cuadrados que se construyó a toda marcha cuando el mundo estaba casi paralizado por la pandemia. La Gobernación invirtió cerca de $4.000 millones, mientras que el Marinilla puso $1.000 millones y por regalías se desembolsaron otros $1.000 millones. Al proyecto se sumaron la Universidad de Antioquia y Salva Terra, una fundación con más de 11 años de experiencia en el sector, quienes pusieron la capacidad técnica y años de investigación a disposición de la Ciudadela.

De acuerdo con David Villegas, director de Salva Terra, la ciudadela tiene un invernadero de alta tecnología capaz de superar los desafíos climáticos, su variabilidad, pues con estos invernaderos la producción de hortalizas migra del tradicional sistema de campo abierto y los vaivenes de la estacionalidad climática hacia un sistema cuyas condiciones son plenamente controladas, lo que permite mantener a raya plagas y monitorear hasta los más mínimos detalles de la producción, todo esto, prescindiendo plenamente del uso de agroquímicos y garantizando un rendimiento, multiplicando por 10 la productividad pasando de 4 kilos por metro cuadrado a 45 kilos m².

La ciudadela cuenta, además, con un centro de riego que según Villegas es único en el país en cuanto a proyectos públicos y que solo se encuentra en Colombia en algunos proyectos de producción de Cannabis y flores. Tiene tecnología israelí y permite ahorrar el 60% del consumo de agua con una reutilización plena de aguas lluvias.

Los otros dos componentes de la Ciudadela son una biofábrica, donde la investigación de años de Salva Terra en el mejoramiento de la calidad agrícola toma forma pues allí formulan biopreparados hechos a la medida de cada producción. La biofábrica es un punto fundamental del proyecto, explica David Villegas, por varias razones. Primero, porque fue clave para alcanzar la meta trazada de tener 70.000 matas sembradas hasta septiembre pasado. Segundo, porque permite que no se tenga que parar ningún ciclo productivo pues con los sustratos que desarrollan se pueden extraer las matas enfermas y tratarlas aparte. Y, además, se convierte en una escuela de formación para productores de todo el país. Más de 200 productores de papa, tomate, zanahoria, verduras, cebolla, aguacate y demás han pasado por allí, incluyendo varios provenientes del Catatumbo. Una vez adquirido el conocimiento, la biofábrica, dice Villegas, es completamente replicable en fincas y parcelas. El conocimiento y experiencia desarrollada allí, cuenta David, ya es apetecido en regiones como Córdoba y Sucre donde están pidiendo replicar el proyecto.

En tiempos de escasez y especulación de fertilizantes, lo que desarrollaron en la biofábrica es una experiencia que según el director de Salva Terra ya es visto con buenos ojos por organismos internacionales como la FAO.

Y, finalmente, cuenta con planta de agro transformación para el proceso de postcosecha y clasificación de los productos con maquinaria de última generación.

La ciudadela formará a los agricultores del nuevo mundo

Además de los componentes de producción, apoyado en los invernaderos, y el de generación de valor agregado y comercialización con la planta encargada de clasificar y empacar productos de toda la subregión, el tercer componente que conforma la Ciudadela Agrotecnológica San José es el educativo. Y es que precisamente fue la Institución Educativa San José la que cedió el terreno para hacer realidad este proyecto y ahora acoge al proyecto para fortalecer su plan académico a los estudiantes de Marinilla.

El objetivo más poderoso que persigue la Ciudadela es uno que, a su vez, es innegociable si la agricultura colombiana quiere tener un futuro: la conquista de las nuevas generaciones para garantizar el relevo generacional en el campo, además de su transformación de la mano de la ciencia y la tecnología.

Víctor García es el ejemplo perfecto de ello. Víctor es egresado del colegio San José. En su tramo final del bachillerato empezó a verse atraído por la tecnología y comenzó a inquietarse en cómo podría aplicar esa afinidad al campo, donde se crió. La llegada de la Ciudadela le aclaró el camino y hoy con su conocimiento coordina como un relojito el sofisticado sistema de riego de la Ciudadela.

Jairo Herrera, agrónomo, productor y vicepresidente de la junta de acción comunal de la vereda Porvenir, resume la importancia del cambio de paradigma del agro hacia las nuevas generaciones en una llamativa frase: “representamos al campo, al agricultor, como una gente ya vieja, con la ropa ajada y agotados por el jornal y luego nos quejamos que los jóvenes no quieran seguir cultivando la tierra. Lo que tenemos que hacer es demostrar que de la agricultura se puede vivir muy bien y que toda la tecnología que para los más jóvenes es parte natural de su día a día se puede hacer todo tipo de cosas en el campo. Ese es el gran plus de un proyecto como este”, señala.

Jairo, exportador de plantas aromáticas, señala que él mismo ha sentido el rigor de la falta de relevo generacional, pues no encuentra personal y mucho menos personal calificado para llevar a otro nivel su producción.

El éxito a largo plazo de la Ciudadela, piensa Jairo, será la capacidad de formar no solo a jóvenes sino a los pequeños productores para hacerlos competitivos ante los cada vez más impredecibles cambios del clima, y un modelo de negocio cada vez más complejo para distribuir equitativamente el beneficio y fruto de trabajo, concentrándolo en grandes productores, intermediarios y acaparadores.

Justamente por eso, entre lo que más resalta el agrónomo, es el modelo de integración social propuesto por Salva Terra que garantiza devolver el 70% de la venta final al productor, mientras que el 30% restante se queda en la producción agrologística.

Y es que la Ciudadela no es ninguna rueda suelta en medio del intenso debate que libra el país sobre la transformación del agro. De hecho es un pilar fundamental en una estrategia con la que la Gobernación se la ha jugado abiertamente para combatir el hambre y la inequidad. Según Rodolfo Correa la Ciudadela hace parte de una macroestrategia al integrarse al Sistema de Abastecimiento Agroalimentario de Antioquia (SABA) y permitir que los productores de todo el Oriente lleven sus productos para ser clasificados, empacados y se lleven a los centros de acopio que se crearán en el Oriente y que se articularán a la red de comercio justo que la Gobernación está desarrollando con la FAO, un proyecto en el que la administración departamental tiene una inversión de $12.000 millones.

En busca de 30 elegidos

Justamente la Ciudadela acaba de abrir una convocatoria cuyas inscripciones irán hasta el próximo 15 de octubre para ofrecer 30 becas en un diplomado de agricultura orgánica 4.0. El diplomado es presencial teórico-práctico y tiene como requisito que los aspirantes sean productores agropecuarios. La duración es de 160 horas y consta de: 10 días de proceso formativo presencial (80 horas), cinco días de visitas de acompañamiento de cuatro horas por sesión (20 horas), cinco sesiones de estudio en casa (40 horas) y de a una a dos sesiones de encadenamientos comerciales (20 horas). Se realizará en la Ciudadela y los municipios priorizados son Marinilla, San Vicente Ferrer, El Peñol, Granada, San Carlos, San Rafael, El Santuario y San Luis.

Los interesados pueden comunicarse al 3013354757. También pueden inscribirse a través de este enlace: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSeNRtqlep9XAxqahK4OmgE8ElfIu49Zxjj7jczgqqK2xBcIPg/viewform?vc=0&c=0&w=1&flr=0

De todos modos, David Villegas insiste en que la Ciudadela tiene sus puertas abiertas. El desvelo del proyecto es ser un pilar en la transformación del agro en Colombia, insiste, a partir de la agricultura orgánica y el comercio justo. Eso no se logra de la noche a la mañana, reitera, pero sí estará más cerca con un proyecto de estas dimensiones.