En las laderas de Manrique, el agua corre sobre el aire
En San José la Cima II y La Honda, EPM y la Alcaldía implementan acueductos y alcantarillados aéreos.
Cuyabra. Comunicadora social-periodista de la Universidad del Quindío. Redactora del área de Contenidos Digitales.
Hasta hace dos años, para Natalia David, abrir una de las tres llaves de agua que tiene su casa, ubicada en una de las laderas de la zona nororiental de Medellín, era frustrante, pues en lugar de correr agua cristalina y potable, del grifo brotaba un líquido sucio y oscuro que provenía de un afluente cercano.
La escena se repetía en 90 viviendas del barrio San José de la Cima II, en la Comuna 3 Manrique, una zona de difícil acceso a la que solo se puede acceder por extensos callejones de escaleras y a la que el líquido vital llegaba a través de un acueducto artesanal que funcionaba entre ocho y diez horas diarias.
Aunque entendían que la condición del terreno donde están sus viviendas es inestable por algunas fallas geológicas que lo atraviesan, los habitantes del barrio no desistieron de su deseo de poder contar con un acueducto que les suministrara agua potable como la que llegaba a los barrios aledaños.
Fue hasta finales de 2019 cuando EPM, en el marco del programa Conexiones por la vida, se planteó la posibilidad de llevar el servicio vital a este territorio replicando una novedosa idea que ese mismo año se implementó en Urabá.
Meses antes, Juan Camilo Hurtado, ingeniero de proyectos de la empresa, diseñó un piloto de un sistema aéreo que permitió que el agua llegara a las viviendas de tres barrios de Turbo que están ubicados sobre un manglar.
Este acueducto sigue en funcionamiento y logró el segundo lugar en la categoría de innovación social de los Premios Ideas en Acción, entregados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2019, el mismo año de su implementación.
El equipo encargado del proyecto en San José de la Cima, asesorado por Hurtado, vieron en este mismo sistema una oportunidad de proveer del líquido a los habitantes del sector, pues ya estaba descartada la opción de instalar un acueducto tradicional con tubería subterránea.
Sin embargo, en la comunidad hubo resistencia a la idea. María Nelly Betancur, integrante de la Acción Comunal del barrio, cuenta que, cuando se presentó el proyecto, pocos creían en él. “La gente desconfiaba mucho, no podían creer que el agua podía transportarse por el aire, como los cables de la energía. Decían que era algo muy endeble y que en cualquier momento la tubería se iba a reventar y causar una emergencia”.
Pese al rechazo inicial de la comunidad, EPM y la Alcaldía de Medellín, a través de la subsecretaría de Servicios Públicos, comenzó con la ejecución de la obra. Gracias a un censo que determinó el nivel de habitabilidad de las viviendas, se escogieron las familias beneficiadas y se inició con la construcción del acueducto elevado, que inició a finales de 2019 y se detuvo durante dos meses el año pasado por efectos de la pandemia.
¿Cómo funciona?
El acueducto aéreo, el primero construido en la ciudad y el segundo en el departamento tras el instalado en Turbo, tiene una longitud de 270 metros y soporta una tubería de polietileno de alta densidad (no afecta las propiedades fisicoquímicas del agua) que varía en diámetros de 63 y 90 milímetros (dos y tres pulgadas).
Ricardo Álvarez, tecnólogo de operaciones de EPM, explica que el acueducto se eleva casi 3 metros gracias a una serie de postes separados a una distancia de 16 m que cuentan con una serie de anclajes para que no se inclinen por el peso del tubo y el agua que soporta.
Las viviendas, por su parte, están conectadas a este sistema a través de una acometida de 20 milímetros que es la que permite, finalmente, el suministro del líquido.
Este trazado se conecta en ambos extremos al acueducto subterráneo a través de un proceso de termofusión. El sistema tradicional recibe el agua del tanque La Montaña, de allí llega hasta el elevado por gravedad, sin ningún motor adicional que la impulse.
Gracias a esta intervención, para la que no fue necesaria realizar obras complementarias, cerca de 300 personas reciben agua potable desde mediados de 2020.
Pese a la puesta en funcionamiento del sistema aéreo que tuvo un costo de $2.600.000 por vivienda, EPM aún no realiza el cobro del suministro del líquido, pues el sector no cuenta con alcantarillado. Juan Carlos García, tecnólogo auxiliar y revisor de campo de la empresa, señala que la instalación de este servicio también se realizará de forma elevada, como se entregó hace unos días en el sector de La Honda.
A diferencia del acueducto, indica García, el alcantarillado elevado está a una distancia no mayor a 1 m del suelo y este se instala como un puente atirantado, “se ubican los postes y cada tres metros se le ponen tirantas para que soporte la red”, explica el revisor de campo.
El alcantarillado de La Honda tiene una extensión de 461 metros y beneficia a 491 personas (144 viviendas) de este sector de Manrique.
Cuando los barrios cuenten con ambos servicios, se procederá a la vinculación a EPM en calidad de usuarios para facilitar la facturación, atención y mantenimiento de la infraestructura instalada. Hasta el momento, los habitantes cuentan con hasta 13 metros cúbicos subsidiados por la empresa de servicios.
Hallazgos
Más allá de la satisfacción de llevar un servicio esencial a comunidades que no habían podido gozar del mismo en condiciones salubres, María Alejandra Gil, diseñadora hidráulica del acueducto aéreo de San José de la Cima II resalta del proyecto, que será replicado en otros sectores de la ciudad y del país (ver qué sigue), su impacto social.
“Una instalación de este tipo no puede ser lejana a tener una buena socialización con la comunidad porque ellos tienen un rol muy importante, deben apropiarse de él. Además, a nivel visual, las personas deben aceptar que su acueducto, el que les va a brindar una continuidad de un servicio con el que antes no contaban, va a estar expuesto y no va a estar enterrado como en otras partes de Medellín”, dice la diseñadora.
Por eso, beneficiarios como Natalia y quienes están a la espera de serlo, como María Nelly, agradecen este desarrollo de ingenio 100 % antioqueño que está logrando que superen la brecha de la desigualdad que trae consigo ser habitante de las laderas de la ciudad.