Reventa de tiquetes y hasta trago en la primera noche del metro de Medellín
Editor Digital en EL COLOMBIANO.
“¡Qué viva Medellín!, ¡Qué viva Antioquia!”, fue el grito que estremeció a los antioqueños al arrancar el primer viaje comercial del metro de Medellín, la noche del 30 de noviembre de 1995.
Al conductor del tren, al que raramente se le olvidó el manual, dijo esta famosa frase en vez de decir “señores pasajeros, bienvenidos al sistema Metro”, un grito que pasó a los libros de historia.
A las 7:35 de la noche salió el primer viaje del Metro desde la estación Poblado hasta Niquía. Y aunque 300 pesos valía en aquella época el pasaje y como todos querían estrenar el metro se originó una reventa de tiquetes y fuertes aglomeraciones.
Esa noche las personas se agolparon en las estaciones y en el recorrido, mientras habían fuertes trancones en la avenida regional.
Durante el recorrido, los conductores saludaban a sus pasajeros al ingresar a los trenes y luego explicaban paso a paso el itinerario, mientras los guardas de estación, estudiantes de la Universidad de Antioquia, fueron los primeros encargados de promulgar lo que hoy todos conocen como la cultura metro.
Las personas saludaban a los ocupantes al pasar, mientras desde los edificios gritaban y aplaudían al ver la nueva máquina. En Parque Berrío se reunieron tantas personas que el cronista de este periódico Rodrigo Martínez, afirma que el tumulto se veía como una “manifestación política”.
Los pasajeros por su parte disfrutaron del recorrido y de cómo se veían desde allí los alumbrados navideños, mientras las ventanillas de los vagones eran pocas para la cantidad de observadores, algunos hasta trataban de abrirlas.
Entre los otros datos curiosos, está que los paisas fiesteros llevaron botellas y garrafas de ron para alegrar el recorrido, lo que llevó a ordenar a los guardas de estación la prohibición de la ingesta de licor en los trenes y el ingreso de personas ebrias.
Otro hecho curioso es que Andrés Reinoso, gerente de una de las líneas del Metro de México, fue el primer extranjero en montarse en este. “Lo veo muy bien, es excelente. La gente de aquí es extraordinaria y cuando lo aprendan a usar va a ser mejor”, fueron sus palabras.
En las estaciones nadie se bajó hasta Niquía, donde cambiaron de tren para retornar a El Poblado, en un viaje que terminó a las 8:55 de la noche.
Era más la “goma’” de muchos por viajar, pero también era sorprendente ver cómo los pasajeros atendían y obedecían, al pie de la letra, las indicaciones que daba la empresa, cuenta el periodista en la crónica.
La alegría de los antioqueños ese día era tanta que algunos llegaron a augurar el fin de los buses. “Los buseros en vez de ponerse a pelear deberían mejor alimentar las estaciones si quieren ganar plata, porque con el metro no podrán competir”, decían.
Esa primera noche los 42 trenes del metro movilizaron en total a 41.832 pasajeros, cuando hoy el metro en una sola noche y con el doble de trenes, 5 metrocables, un tranvía, 78 buses, mueve 250.000 personas.
Hoy son 1’150.000 antioqueños que se movilizan diariamente hacia sus destinos, en un sistema que es un orgullo para esta ciudad, el departamento y nuestro país.