EPM se está rajando en servicios de agua y de energía
Duración de los cortes de energía en el Aburrá se disparó un 43%, mientras que las obras de modernización de redes de acueducto no llegan ni al 60%
Hace poco más de una semana causaba polémica la salida de Mónica Ruiz de la vicepresidencia de Estrategia de EPM, una profesional que llevaba más de 27 años en la empresa, y la última integrante de la junta de gerencia que conocía al dedillo todos los negocios. Hoy, todos son foráneos. Esto —denuncian varias voces desde el Edificio Inteligente— se ha visto reflejado en la caída de calidad de los servicios que presta EPM.
Los incovenientes se vienen presentando tanto en el servicio de energía, donde las frecuencias de las interrupciones vienen en aumento, como en los de agua potable, que en este 2022 han presentado una serie de suspensiones de manera masiva ante una serie de obras de adecuación.
La energía se va más seguido
Por ejemplo, para medir la calidad del servicio de energía, internacionalmente existen dos categorías: SAIFI (frecuencia de las interrupciones del servicio) y SAIDI (duración promedio de las interrupciones), todos los prestadores del servicio están bajo esta medida que es vigilada por la Superintendencia de Servicios y en la que EPM se viene rajando en los últimos dos años.
En informes internos se revela que para abril de 2022, y contando desde abril de 2021, la empresa había subido la frecuencia de las interrupciones del servicio de electricidad (SAIFI) un 12%, lo que equivale a 8,18 veces en que los usuarios se quedaban sin el servicios al año, cuando la meta era de siete veces en este periodo.
En los registros de 2020, la cantidad de veces que hubo interrupciones del servicio fue de 6,67 veces, incluso inferior a la meta que se había fijado para el año pasado.
Además, el dato se complica porque la duración de esas interrupciones (SAIDI) subió el 10%, para una acumulado de 13,4 horas por usuario al año desde entonces, muy superior a la meta fijada que estaba en 10,9 horas totales.
La comparación es aún más crítica si se tiene en cuenta en reporte del 2020, cuando se tenía una meta interpuesta por la Superintendencia de 11,88 horas en un año y la cifra fue inferior, de 11,46.
Para este año las cifras en el primer trimestre del año en las horas de interrupción llegó al 2,47 horas totales y la meta para este año está puesta en 10 horas.
El informe de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) deja en evidencia que la situación en la ciudad es aún más preocupante.
Solo en Medellín se pasó de no contar con energía 2,93 horas al año a 4,19 horas, lo que representó un aumento del 43%, siendo así una de las empresas de servicios públicos con mayor incremento en estas suspensiones. La otra fue la Electificadora de Santander (Essa), que también la tuvo con ese procentaje.
Estas situaciones fueron investigadas por la Superintendencia de Servicios Públicos en noviembre del año pasado. En este proceso se encontró que “en algunas subestaciones no se cumplen los valores de tensión esperados”, indicó la Super.
Esto quiere decir algo muy simple: a la gente se le está yendo cada vez más la luz y por periodos más largos, lo que evidentemente afecta la calidad de vida de los usuarios. Una fuente señala: “Esto revela en qué está enfocado el grupo de vicepresidentes, que tienen como asignación cumplir con estas metas pero no lo están haciendo. Solo hablan de Hidroituango, pero EPM es mucho más que la construcción de la megacentral”.
Los líos con el agua
Por otro lado está el servicio de agua, del que por estos días se habla bastante por cuenta de la interrupción que habrá en el sur del Valle de Aburrá y que afectará a más de 2 millones de personas. Esto se suma a lo presentado durante el fin de semana del 19 al 21 de marzo en la zona norte, donde 980.000 personas se vieron afectadas.
En este punto la ciudad sufre porque tiene redes muy viejas que exigen una actualización. Vecinos de barrios como Robledo o Calasanz se quejan porque cada tanto los cortes los toman desprevenidos.
No se trata de un tema de calidad, pues el agua es totalmente potable. El verdadero problema es el atraso en la ejecución de las obras de expansión que garantizan el suministro y que evitan racionamientos en periodos de crisis climáticas como las lluvias o los veranos fuertes. La ejecución por años ha estado por debajo del 60% de lo planeado, y las obras se retrasan y se reprograman.
Santiago Ochoa, vicepresidente de Aguas y Saneamiento de EPM, señaló que muchos de los trabajos que se vienen realizando y que conllevan a suspensiones como la que se presentará el próximo fin de semana, buscan modernizar la red de agua potable antes de que la expansión urbana la haga ver insuficiente.
“En realidad estamos adelantando estas obras para que no lleguemos a una condición extrema, crecemos 30,000 conexiones por año y si no nos anticipamos, podríamos vernos abocados a no tener como llevar el agua a los territorios. Por eso hacemos estas inspecciones”, manifestó el directivo.
Pero este no ha sido el único inconveniente. Durante el año también se presentan suspensiones, principalmente durante la noche, por cuenta de los lavados de los tanques.
El argumento de la empresa de servicios públicos apunta a que es necesario cumplir con las normas internacionales y para garantizar que el agua sea potable, se deben hacer estas labores, por lo menos, dos veces al año.
También hay problemas con las zonas de invasión que chuzan las tuberías, generando que la fuerza con la que llega el agua a las viviendas sea cada vez menor.
Aunque desde EPM no tienen la contabilidad de cuantas redes están afectadas, sí afirmaron que realizan trabajos para que las personas que pagan este servicio cuenten con el agua con calidad.
“Ampliamos la capacidad de bombeo en estas zonas y restringimos las válvulas. Además, hacemos el cambio de esta tubería chuzada por una nueva y por esta hacemos el nuevo abastecimiento”, concluyó el subdirector.