El exDEA “más corrupto” quiere hablar de sus nexos colombianos
José Irizarry trabajó para los gringos. Terminó aliado de narcos y robándose 9 millones de dólares. Vivió en Cartagena y ahora quiere delatar a sus socios.
El exagente de la DEA, José Irizarry, es señalado de desviar dineros incautados del narcotráfico en Colombia para vivir una vida de lujos. Tenía alianzas con los narcos.
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A José Irizarry se le conoce como el agente más corrupto de la DEA. Él mismo aceptó ese apodo durante una entrevista con la agencia internacional AP que concedió este año, antes de terminar preso por sus nexos con los carteles de la droga latinoamericanos. Todo un personaje.
Irizarry pasó de ser quien debía combatir a los ilegales a trazar alianzas con ellos, a los que su país, Estados Unidos, acusa de inundar de droga las calles norteamericanas e intoxicar el cuerpo de los consumidores gringos con cocaína.
Fue un pez difícil de atrapar dentro del organismo de seguridad. Las investigaciones en su contra comenzaron cuando él aún trabajaba para el departamento y duraron un año, pero cuando se vio como blanco de la justicia renunció.
Luego las pesquisas se extendieron por dos años más hasta que se encontraron pruebas contundentes para acusarlo de hacer parte de una red de enlaces con el narcotráfico que se tejía de Estados Unidos a Colombia.
El exagente tenía casi una treintena de cargos relacionados con corrupción, pero soltó la lengua sobre las rutas del narcotráfico en Colombia –y sus vínculos con altas esferas del poder norteamericano– para obtener una rebaja en su pena.
Por eso terminó siendo condenado a 12 años de prisión, no sin antes dejar en el tintero de los investigadores otros presuntos hechos de corrupción que habrían sido perpetrados por más agentes –y altos funcionarios– de la DEA.
La vida VIP de Irizarry
El exagente tenía una vida de lujos por cuenta de robar millones de dólares de los operativos de lavado de dinero del narcotráfico para financiar viajes de lujo al extranjero, restaurantes elegantes, asientos VIP en eventos deportivos y trabajadoras sexuales para complacer su lujuria. Ese ritmo de vida, a consta de la droga, le duró casi diez años.
Es más, su caso conecta con el de Ómar y Jenny Ambulia, la familia del exjefe de la oficina de la Dian en el puerto de Buenaventura que es señalado de recibir dineros de la mafia a cambio de dejar pasar mercancías (ver Antecedentes).
Horas antes de entrar a la cárcel, José Irizarry rompió su silencio y le dijo al Miami Herald que –para financiarse esa excéntrica vida– no actuó solo, sino que lo hizo con otros compañeros de la DEA.
“Teníamos libre acceso para hacer lo que quisiéramos. Generábamos colectas de dinero en los lugares a los que queríamos ir y, una vez que llegamos allí, se trataba de beber y de chicas”, aseguró.
¿El pretexto de sus delitos? Que los agentes de la DEA de todo el mundo, a su juicio, “comprendían” que no hay nada que puedan hacer para ganar la guerra contra las drogas.
“No se puede ganar una guerra imposible de ganar. La DEA lo sabe y los agentes lo saben. ¡Hay tanta droga saliendo de Colombia y hay tanto dinero! Sabemos que no estamos haciendo una diferencia. La guerra contra las drogas era un juego; un juego muy divertido el que estábamos jugando”, afirmó.
DEA busca más corruptos
Los investigadores del Departamento de Justicia de Estados Unidos comenzaron a estudiar las confesiones que ha hecho en las que salpica a sus excompañeros del departamento.
La pesquisa es tan amplia que ya se cuentan interrogatorios a decenas de agentes y fiscales actuales y antiguos de la DEA acusados por Irizarry de pasar por alto sus excesos y extralimitaciones y hasta de participar en ello. ¿Hay más corruptos en ese departamento?
“Lo que pasó con este señor es como el final de una tormenta perfecta. No se puede negar que dentro de todas las organizaciones, sea cual sea, es inevitable la corrupción”, relató un veterano agente de la DEA en noviembre en los micrófonos de La W.
Según los investigadores, Irizarry financió su vida de lujo con 9 millones de dólares que él y sus cómplices colombianos desviaron de las investigaciones de lavado de dinero. Durante las pesquisas, se estableció que hubo una serie de agentes implicados en el uso indebido de las ganancias de operaciones encubiertas o mientras se asociaban con narcotraficantes, incluyendo fiestas sexuales en Colombia.
Hasta el momento, a pesar de estas declaraciones, no han acusado a ningún otro agente de la Administración para el Control de Drogas.