“Pescas milagrosas”: así funcionó la estrategia que financió a las Farc
Amo el periodismo, y más si se hace a pie. Me encantan los perros, y me dejo envolver por una buena historia. Egresado de la Universidad de Antioquia.
El 13 de marzo del año 2000, Colombia y el mundo presenciaron a través de las cámaras de televisión un hecho que de por sí ya tenía consternado al país desde unos años atrás: una “pesca milagrosa” de las Farc.
Aunque esa práctica de secuestro extorsivo había comenzado a planearse desde el año 1996, como se lo dijo a EL COLOMBIANO el antiguo jefe de las Farc, Henry Castellanos Garzón, alias Romaña, en una entrevista concedida en la última conferencia guerrillera en septiembre de 2016 en los Llanos del Yarí, su auge se presentó entre 1998 e inicios de la década del 2000.
“Las Farc necesitábamos buscar una forma de financiación y una de ellas era el cobro por la retención de personas. Nosotros ejercíamos el control sobre ciertos territorios y allí empezamos a saber quienes podrían pagar y quienes no”, dijo en aquella ocasión “Romaña”, el exjefe guerrillero considerado el cerebro detrás de esta práctica, quien desertó del Acuerdo de Paz firmado con las Farc y hoy se encuentra en la clandestinidad la hacer parte de la estructura armada ilegal llamada Segunda Marquetalia.
Pese a que ya existía y se documentaron casos desde 1998, hasta ese 13 de marzo las imágenes de las denominadas “pescas milagrosas” eran pocas, por lo que ver seis vehículos abandonados en la vía que comunica a los municipios de Guateque (Boyacá) y Machetá (Cundinamarca), junto a los testimonios que señalaban el secuestro de 15 personas y que algunos vehículos intentaron desviarse ante la alerta del retén, pero terminaron bajo fuego con cuatro personas heridas por guerrilleros de las Farc, causó el repudio de toda la sociedad colombiana.
Ante la Justicia Especial para la Paz, JEP, y 21 años después de esos episodios dolorosos para Colombia, los antiguos comandantes de las extintas Farc, entre los que están Rodrigo Londoño Echeverri (Timochenko), Julián Gallo (Carlos Antonio Lozada), Pastor Lisandro Alape Lascarro (Pastor Alape), entre otros, relataron cómo se gestó esta práctica, porqué lo hicieron y de qué forma actuaban para ubicar a las víctimas de las “pescas milagrosas” por las que cobraban altas sumas de dinero. EL COLOMBIANO tuvo acceso a estos testimonios y a lo documentado por la JEP frente a este tipo de secuestros extorsivos.
Inteligencia para posibles víctimas
Cuatro fueron los objetivos que las Farc establecieron para realizar las “pescas milagrosas”. El primero, y podría determinarse como el principal, fue el secuestro de personas con fines de financiación. El segundo, buscaban entregar propaganda política en los retenes; el tercero, obtener provisiones para los campamentos guerrilleros; y el cuarto, llamar la atención de las tropas del Ejército que acudían para restablecer el orden y de esta forma emboscarlos.
“Para esa época, no había presencia permanente de la Fuerza Pública en la zona y la vía implicaba un tiempo de viaje mucho mayor que el actual en llegar de Bogotá a Villavicencio. Las Farc- EP, que sí teníamos presencia permanente en el área, hacíamos retenes buscando atraer al Ejército, para atacarlo, puesto que este, debido a las distancias y a la situación operativa, no incursionaba en el área a menos que sucediera un hecho específico que así lo ameritara”, expresaron los comparecientes de Farc.
Pero, en el objetivo de las víctimas de las “pescas milagrosas”, los guerrilleros montaron una estrategia: en las vías que tenían el control, sobre todo en la vía al Llano (Bogotá – Villavicencio) y en la vía Pajarito – Sogamoso (Boyacá), comenzaron a observar que se movilizaban camionetas lujosas para la época como las Chevrolet Blazer o Jeep Grand Cherokee.
Después de montar inteligencia, y con placas en mano, comenzaron a averiguar los nombres de los propietarios y su patrimonio, porque inferían que los dueños tenían dinero. Muchos de esos nombres terminaron en las bases de datos o listas que después confrontaban con las personas que eran secuestradas en las “pescas milagrosas”.
“Al instalar los retenes, en la zona de Guayabetal principalmente, sí reteníamos temporalmente a todos los carros que pasaban por el lugar, desviándolos, para, posteriormente identificar a quienes ya teníamos previamente incluidos en la lista. Lo normal era parar 60, 80, 100 carros, pero la mayoría eran dejados en libertad tras comprobar que no estaban en la lista. Esto se hacía en un punto más arriba de la vía principal, subiendo por los desvíos existentes; ahí, unidades guerrilleras solicitaban la cédula a quienes viajaban en cada uno de los vehículos y, tras verificarlas, se separaba a quienes estaban en la lista, los cuales se quedaban, y quienes no, que eran dejados en libertad”, explicaron los antiguos comandantes de Farc.
Ya con las personas en su poder, les pedían información sobre su patrimonio para verificar la información previamente recogida. “Quienes eran identificados en la lista, eran conducidos hacia una zona que considerábamos segura, donde permanecerían secuestrados. Posteriormente, se comenzaba a negociar con ellos, para determinar cuánto podían pagar y cuál era el contacto del familiar que podía hacer las gestiones para llevar el dinero”.
Antes de realizar un retén ilegal, los comandantes de las escuadras o frentes que realizarían el secuestro avisaban al comandante del Bloque Oriental, en ese entonces Jorge Briceño, más conocido como el Mono Jojoy, quien les daba el visto bueno.
A muchos dejaron sin nada
Según los comparecientes, “Las ‘pescas milagrosas’ no fueron una política establecida formalmente, es decir, en ningún documento se definió que estas acciones debían llevarse a cabo, pero sí fue una forma que se encontró en la práctica para dar cumplimiento a la política financiera de las Farc- EP y que, al llevarse a cabo en múltiples ocasiones, puede ser entendida como un patrón de actuación de las Farc-EP, principalmente en la vía al Llano entre 1998 y 2002, en lo que respecta al antiguo Bloque Oriental”, dice el documento de la JEP.
En muchas ocasiones, los guerrilleros secuestraron personas que no tenían como pagarles un rescate o que no tenían recursos, y las Farc, como reconocieron los exjefes guerrilleros, los obligaron a vender sus enseres y muebles para que pagaran por su liberación.
“Esta realidad, que sucedió en otras situaciones también de secuestros financieros, implicó que priváramos de libertad a quienes no tenían posibilidad real de pagarnos lo requerido; con ello, los sometimos a negociaciones donde no podían ofrecer nada frente a nuestras exigencias, o los forzamos a entregarnos lo poco que tenían (ahorros, vehículos), lo que implicó dejarlos endeudados, para algunos la quiebra o la necesidad de vender sus activos para recuperarse y con la imposibilidad de llevar a cabo planes personales y familiares, que habían requerido muchos esfuerzos para ellos”, expresaron los exguerrilleros.
A dónde eran llevados
Separadas e identificadas, las personas que caían en estos retenes ilegales eran llevadas selva adentro, donde la presencia de las Farc era alta y dónde podían permanecer largos periodos de tiempo, aunque los excomandantes de las extintas Farc aseveraron a la JEP que por lo general permanecían secuestrados pocos meses, a la espera del pago del rescate, el cual se negociaba con el secuestrado.
“La primera zona se ubicaba entre la vereda Las Mesas (Guayabetal, Cundinamarca) y la vereda Manzanares (Acacías, Meta). La segunda zona estaba entre la vereda Monfort (El Calvario, Meta), la vereda El Tablón (San Juanito, Meta) y las veredas Periquito y Los Alpes, en Medina (Cundinamarca). Ambas son zonas altas, de ecosistema de páramo, donde los distintos Frentes de las Farc - EP teníamos fuerte presencia”, expresaron los exjefes guerrilleros.
En muchas ocasiones, los familiares fueron hasta esas veredas para entregar el dinero del rescate, como sucedió con una de las víctimas de las cual no se publica el nombre por reserva sumarial, pero se señala que fue hasta la vereda Las Mesas para pagar la liberación de su hermano y este fue dejado en libertad en la escuela El Tablón.
Lo que les dejó esta práctica
En noviembre de 2013, el Centro Nacional de Memoria Histórica publicó un informe sobre el secuestro en Colombia, en el que registró que las Farc, entre 1996 y el 2000, fue el actor armado que más secuestros practicó. “No sólo es clara la presencia de las FARC como el actor con mayor volumen de secuestros en este periodo, sino también el aumento de los niveles de violencia en Colombia. Se pasó de 4.354 secuestros en el Escalamiento a 13.548 en la fase de Masificación”, señala el documento.
Resalta el CNMH que el secuestro se convirtió en una herramienta de presión política por parte de las Farc, y la concesión del territorio para el desarrollo de las negociaciones entre 1998 y 2002 con el Gobierno del expresidente Andrés Pastrana, llevó a un fortalecimiento de esta práctica al tener una zona de despeje que permitió el fortalecimiento militar y estratégico del grupo guerrillero.
“Esto permitió que el grupo guerrillero fuera capaz de mantener grandes volúmenes de secuestrados, especializándose en esta fase de la “industria” criminal. Durante los diálogos del Caguán, entre 1998 y 2002, las FARC cometieron 5.351 secuestros”, dice el informe.
La entrada en vigor del plan militar del expresidente Álvaro Uribe para derrotar a las Farc, fue el declive de “las pescas milagrosas”, como lo reconocen ellos mismos en el informe en el que señalan que “los cambios en las condiciones de la región impidieron continuar estableciendo retenes en la vía”.
Según un informe de la Procuraduría, la práctica del secuestro dejó a las Farc dividendos de por lo menos 3,6 billones de pesos entre 1996 y 2012.
Ante la JEP, los integrantes de las antiguas Farc reconocieron su responsabilidad en los secuestros del país y de las “pescas milagrosas”, las mismas que señalan que fueron bautizadas así por la prensa, y han manifestado su deseo de contar la verdad sobre estos hechos que llenaron de dolor a Colombia para que, una vez conocidos, la historia no vuelva a repetirse.