Grupos armados postdesmovilización masacran menos pero desplazan más
Soy periodista egresada de la Universidad de Antioquia. Mi primera entrevista se la hice a mi padre y, desde entonces, no he parado de preguntar.
Este miércoles el Centro Nacional de Memoria Histórica lanzará el informe “Grupos Armados Postdesmovilización (2006-2015): trayectorias, rupturas y continuidades”, en el que aborda la evolución del paramilitarismo y cómo, después de la desmovilización de las Auc, surgieron nuevos grupos armados.
EL COLOMBIANO habló con Teófilo Vásquez Delgado, coordinador de la investigación.
¿Por qué definieron estos nuevos grupos armados como GADP y no como Bacrim o paramilitares?
Precisamente, les llamamos GAPD porque nos pareció que era la manera más neutra de denominar a los grupos y estructuras armadas surgidas del fallido proceso de negociación con las Au, porque encontramos que parte del atrapamiento estaba en la denominación, es decir, para los sectores del Gobierno y de derecha se trataba de bandas criminales, resultado de un producto contingente de grupos desmovilizados que se rearmaron, para los sectores de izquierda y algunas ONG, que encuentran absoluta continuidad con la anterior etapa los denominan paramilitares, esa es una discusión política, un campo de disputa político, al que nosotros quisimos abordar de otra manera para poder analizar el fenómeno.
¿Cómo explican ustedes este nuevo fenómeno?
Para nosotros la discusión no está en si son neoparamilitares o bandas criminales, por eso propusimos que había que explicar la actual etapa de los GAPD en el mediano y en el largo plazo y no en el corto plazo, porque la comparación con lo que fue la etapa de las Auc produce un sesgo comparativo, eso quiere decir que íbamos a disciplinar, a revisar las continuidades y rupturas del fenómeno paramilitar, incluido la etapa de las Auc en cuatro dimensiones: primero, su relación con el Estado, por cuento que a veces han sido amigos y otras enemigos del Estado, amigos en la lucha contrainsurgente y enemigos en su relación con las economías ilegales; segundo, las economías legales o ilegales con las que se han involucrado, que no siempre han sido las mismas; tercero, los grupos regionales y locales que los han apoyado y las razones por las que lo han hecho; y cuarto, sus transformaciones organizativas, para decir que en cada etapa esa relación es diferente del momento y la decisión estratégica de los grupos armados. Sí consideramos que el fenómeno paramilitar es de largo plazo cuya persistencia está relacionada con dos fenómenos fundamentales: la incapacidad del Estado de regular las sociedades locales y reemplazar su demanda de seguridad y la propensión de los colombianos, de los más disímiles sectores, de proveer seguridad de manera privada; además, que mientras hayan economías ilegales vamos a tener fenómenos que las regulen y se lucren de ellas.
¿Cuántitativamente cuáles hallazgos obtuvieron?
Comparando el fenómeno paramilitar y haciendo ejercicios estadísticos reales teniendo como base el Observatorio de Conflicto que tiene el Centro Nacional de Memoria Histórica, cuyas estadísticas desde el año 1965 nos decían que el país tuvo en términos de violencia un periodo excepcional por el fenómeno paramilitar; que la violencia actual que están ejerciendo los grupos armados, en términos de sus magnitudes, son más o menos parecidos a los del comienzos y mediados de la década de los 70, o sea que la violencia no ha decrecido, y la actual etapa si bien ha disminuido en términos de las masacres y homicidios selectivos, pero el índice de desplazamiento forzado y las amenazas han alcanzado los mayores niveles históricos de todo el fenómeno paramilitar en Colombia visto en todos los años de estadísticas. Es de aclarar que el informe tiene un corte del 2015 y trabajamos estadísticas hasta el 2014, ciertamente habría que decir que, en la actual coyuntura, parece ser que los asesinatos selectivos, especialmente los dirigidos contra los líderes sociales están sufriendo.
¿Después de toda esa investigación cree usted que podría afirmarse que estos GAPD mantienen la connivencia con los agentes del Estado?
Una cosa es la connivencia por la lucha contrainsurgente con el Ejército, que fue típica de la década de los 80, una cosa es alcanzar ordenes políticas que implicó esta alianza en los momentos en los que se alcanzaron las mayores expresiones de parapolítica, y otra cosa es la actual etapa donde ellos compran los poderes locales y a la Policía, por ejemplo, para neutralizar la acción del Estado contra ellos, al estilo típico de todas las mafias. Por eso no puedo decir connivencia, sino alianzas corruptas para que los dejen seguir haciendo sus actividades ilegales.
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¿Consideran que el camino emprendido por el Gobierno para combatir a estos grupos armados en realidad darán los resultados que el Gobierno espera?
El Gobierno ha sido muy errático, siempre ha tenido una estrategia de represión y de atacarlos en el sentido militar, que incluso esa misma dimensión es equívoca porque, por ejemplo, han insistido en buscar, como lo hicieron con las Farc, dar con los objetivos de alto valor, pero se les olvida que las Farc son diferentes a los GAPD, esa estrategia en una estructura jerárquica con grandes identidades políticas como las de las Farc tiene una gran influencia en la tropa, fue disuasivo, pero en los GAPD produce el efecto contrario, porque como son estrructuras que han funcionado como nudos y como redes, no jerárquicas, cuando se da de baja a un cabecilla se produce un relevo violento por esa nueva jefatura. Y en términos contextuales el Gobienro no fue capaz de reemplazar con éxito el orden a los grupos paramilitares y las economías ilegales con las que se habían irrigado. Mientras no saquemos el narcotráfico y el resto de las economías ilegales vamos a tener problemas para responder a las necesidades de seguridad a través de grupos armados.