Gustavo Petro en X: de mostrarse como un estadista mundial a un (mal) poeta
En su tribuna favorita, lanzó una teoría sobre el erotismo y la poesía luego de que se conociera que en una visita oficial a Portugal fue a un prostíbulo.
Comunicador social-periodista de la Universidad del Quindío y magíster en Hermenéutica Literaria de la Universidad Eafit. Sus textos han aparecido en revistas como Gatopardo, El Malpensante, Soho, Don Juan y Arcadia. Autor de los libros Volver para qué (Eafit, 2014) y La fuerza de esta voz (Tragaluz, 2022).
El éxito de un político está en romper —fingir que rompe— la tensión de sus contradicciones; los ejemplos están en gobernantes de todas las corrientes políticas, desde Lula da Silva hasta Álvaro Uribe Vélez. Por eso se dice que quien no se gobierna así mismo, no puede gobernar una ciudad y mucho menos un país. Ahí radica quizá el gran problema del presidente colombiano Gustavo Petro, que quiere ser estadista y poeta —de los malos.
Esta semana Petro publicó en X un video hecho con inteligencia artificial donde se le ve caminando por una selva tupida con un jaguar al lado y una multitud étnica detrás mientras se escucha su voz en off diciendo: “El presidente de la República de Colombia invita a su pueblo a levantarse”. No se sabe muy bien de dónde salió la pieza, parece que fue creada por él mismo o por su equipo de comunicaciones, pero el mensaje que la acompaña dice: “Bonito. Invito a gritar Colombia Libre”.
La Colombia unida que el presidente invoca en redes sociales no existe, es más bien el resultado de su tendencia por la narrativa, literariamente hablando; como el Quijote de la mancha, el presidente parece vivir entre la tentación de la ficción, que le conocimos siendo presidente gracias a su cuenta de X, donde se mueve en los linderos de la posverdad, como Donald Trump —némesis y espejo—, y las aventuras de caballería, que en este caso sería la presidencia que ejerce.
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A veces, incluso, evocando a los héroes de la izquierda latinoamericana que crecieron al lado del boom literario, el presidente saca a pasear su prosa, su estilo, que dice mucho de sí.
Esta semana, cuando se supo que estuvo en un burdel de Portugal, donde se gastó supuestamente 40 euros en no se sabe qué, más de un tuitero la emprendió con preguntas retóricas sobre el comportamiento de Petro, una de ellas fue la periodista María Andrea Nieto, que ante la respuesta ya manida —“algún día contaré por qué me gasté 40 euros en ese sitio”, una vez más los modos literarios, la intriga, la creación de su personaje entre guerrillero y espía que no puede sostener en la vida real—, dijo: “Seguro era escribiendo 30 páginas más del libro que ‘aescrivió’ en Manta, Ecuador. O quizás, por qué no, subrayando por tercera vez, el libro de ‘Marx’”.
Petro respondió con el epítome —guiño— de ese estilo poético que lo ha caracterizado: “Hay dos cosas que he aprendido en la vida, a no acostarme con mujer de la que no nazca nada en mi corazón, y a no comprar el sexo cuando aún soy capaz de la seducción y de la poesía. Siempre hay que combinar la sexualidad con la cultura, eso se llama erotismo. Te lo aconsejo”.
“Ahora bien, si logras que la energía tuya y del universo recorra todas las células de tu compañera, logras creo, la máxima posibilidad vital del ser humano, eso no se puede comprar. Así que no te equivoques conmigo”.
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Hubo muchas reacciones al poema-en-prosa-respuesta del presidente Petro; algunos lo admiraron por tal derroche de (mal) estilo y otros se burlaron y lo llamaron “parlero” —aquella persona que con solo palabras rebuscadas enreda al receptor de su mensaje—; lo cierto es que ese Petro tántrico, que se devanea entre la seducción y la sabiduría chamánica ya había aparecido hace más de un año en la ONU cuando dijo: “Quiero que mis nietos, que hoy son bebés: Luna, Victoria y Luka, y mi hija menor Antonella, puedan vivir alejados del Apocalipsis y de los tiempos de la extinción. Quiero que vivan en los tiempos en donde el ser humano supo dejar de matarse en el planeta y logró, entendiéndose en su propia diversidad de las culturas, cumplir su misión: expandir el virus de la vida por las estrellas del universo”.
Más que presidente, en la tensión de sus personajes, Petro hoy quiere ser un poeta conquistador, por eso dijo en abril pasado durante la instalación de los Comités Ciudadanos de la Consulta Popular por el Sí, en Soledad, Atlántico, que es un “poco vanidoso” y que saldría de la Presidencia “más joven que como entré”.
Entre los trinos de los últimos días hay uno donde vuelve a aparecer como lo que podría ser un héroe; se trata de una foto suya en un barco, solo, vestido de blanco, con botas amarillas, gorra de la Armada y gafas Ray-Ban, sonriendo como en una selfie de Instagram: “Les entregó una joya del matrimonio (sic) histórico de Colombia. Con la más avanzada tecnología de la armada nacional, entregó el Galeón San José. Sus objetos comienzan investigación científica en superficie”.
Aunque habla del Galeón y del rescate del naufragio de hace siglos, nada de eso aparece en el trino, solo Petro, su estampa; no el presidente que reporta a los ciudadanos —el pueblo que manda—, sino su imagen, como el hombre que enamorado se ve en el espejo.
Cuando no tenía todos los focos del país en el rostro, y era un senador acucioso, Gustavo Petro no había cedido a su anhelo de (mal) poeta, de artista enamorado de su voz, pero desde que es presidente asistimos a sus diatribas, a sus respuestas improvisadas sobre todo tema terrenal, de los que habla como un supuesto experto que no ha sido escuchado nunca. Ahora, más que presidente, Petro está abocado a ser un autor contemporáneo que habla de sí mismo.
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En una columna publicada en Cadena Ser, el filósofo español José Carlos Ruiz escribía hace un par de semanas: “En un periodo en que todo el mundo quiere ser el centro de atención, urge preguntarnos quién cuidará de la familia. Porque si la familia se convierte en la gran excluida de nuestra agenda, el edificio social podrá lucir revestimientos de gran belleza estética, pero temblará ante la primera grieta ética que aparezca”. Aquí podemos cambiar la palabra “familia” por “país”, veremos que el país ha temblado ante las sucesivas grietas éticas que han aparecido en los últimos tres años porque el presidente quiere ser “el centro de atención”.
Bloque de preguntas y respuestas
- ¿Por qué Gustavo Petro mezcla poesía y política en sus mensajes?
- Es parte de su estilo comunicativo: busca construir un personaje simbólico y emocional, más literario que técnico, lo que genera adhesiones y rechazos profundos.
- ¿Qué es el video con inteligencia artificial que Petro publicó esta semana?
- Un clip donde aparece caminando en la selva junto a un jaguar y comunidades étnicas, calificando al país a “levantarse”. La pieza generó críticas por su tono épico y poco claro.
- ¿Qué explicó Petro sobre su visita a un burdel en Portugal?
- Negó haber comprado servicios sexuales y respondió con un mensaje poético sobre erotismo y cultura, lo que aumentó la controversia en redes.