Política

La década deja un auge de los partidos verdes e impone retos

Periodista de la Universidad de Antioquia con estudios en escritura de guión de ficción y no ficción.

05 de enero de 2021

Ha pasado más de un año desde que la voz de Greta Thunberg resonó en un auditorio lleno de líderes mundiales tal vez no muy acostumbrados a los regaños. La joven, de 16 años entonces, pronunció un discurso en la cumbre del clima de la ONU de septiembre de 2019 en el que acusó a los presidentes de las naciones más industrializadas (las más contaminantes) de estar “robándole el futuro a los jóvenes”.

Su discurso se puede leer en perspectiva como el reflejo una ola de triunfos nunca vista de la agenda ecologista representada por los partidos políticos verdes que sacudió los últimos años de la década pasada y plantea retos en esta que empieza.

Europa es el epicentro. Ya en mayo de 2019 la fuerza de los verdes avisó en las elecciones al Parlamento Europeo, consiguiendo 74 eurodiputados, 24 más que en la cita anterior, convirtiéndose en la cuarta fuerza de esa institución comunitaria. La ola continuó en los escenarios nacionales, donde el movimiento ecologista se acercó al poder como nunca antes.

En Suiza pasaron de 11 a 28 diputados; en Alemania se convirtieron en la segunda fuerza política y en Reino Unido superaron a los conservadores. Nadie duda del momentum para este movimiento, en una década que deja el acuerdo sobre cambio climático más importante de la historia de la humanidad. El 12 diciembre de 2015 más de 190 naciones se comprometieron en París a mantener la temperatura global en este siglo muy por debajo de los 2 grados centígrados.

Un acuerdo que exigieron miles de personas en las calles en algunas de las movilizaciones masivas que convocaron organizaciones contra el cambio climático. Con elecciones a la vista en Alemania (2021) y Francia (2022), la posibilidad de ver en el gobierno a los verdes nunca ha sido una posibilidad tan real.

¿Por qué sucede?

“El auge de los partidos verdes es fruto de la crisis del status quo y vacío de los partidos tradicionales que no supieron gestionar la crisis económica de 2008 y no han sabido manejar adecuadamente el crecimiento económico. Dichos partidos han sido castigados en las urnas progresivamente” analiza Roberto García, politólogo español y profesor de la Universidad de la Sabana. Mientras los verdes crecían, también lo hacía la llamada extrema derecha. Si los primeros ganaban más espacio, los segundos lo conseguían por primera vez.

En las elecciones al parlamento alemán de septiembre de 2017, la Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo el 12,6 % de los votos y se convirtió en el tercer partido más fuerte y el mayor partido de la oposición. En Francia aún no se supera completamente el varapalo que significó una segunda vuelta entre Marine Le Pen, del Frente Nacional, y Emmanuel Macron, quien resultaría ganador.

El miedo se reprodujo en otras capitales europeas como Ámsterdam y Roma. Y aunque en ninguna obtuvieron el poder, en todas crecieron. “Es decir, en cierto modo, justamente el éxito de los ecologistas y de extrema derecha se debe a la crisis de los partidos políticos tradicionales”, señala García. Y si bien esto es parte de la ecuación, también admite que hay un cambio en la agenda.

“Hay dos razones. Hay una nueva generación de jóvenes más conscientes de la realidad que está llegando a votar y a pedir acciones en el corto y mediano plazo en el tema ambientalista”, explica Daniel Duque, concejal del Partido Verde en Medellín. “Lo otro es que estamos presenciando el nacimiento de una nueva ciudadanía apoyada, por ejemplo, en los movimiento feministas, un movimiento hermano del ecologismo”.

En recientes encuestas realizadas por el Foro Económico Mundial ese crecimiento de la agenda es visible. La 15ª edición del estudio The Global Risks Report 2020 que se hace en más de 150 países reveló que por primera vez en la historia de la perspectiva de 10 años de la encuesta, las amenazas ambientales dominan los primeros cinco riesgos a largo plazo de probabilidad y ocupan tres de los cinco puntos de impacto.

En Estados Unidos las elecciones de 2000 permitieron visualizar el impacto del voto verde. Ralph Nader, un reconocido activista por el medio ambiente, se presentó a las elecciones a la presidencia por el Partido Verde, un movimiento ecologista de izquierda activo en la política de EE.UU. desde 1990. Obtuvo casi 3 millones de votos, en una carrera que terminaía ganando el republicano George W. Bush.

La política de los verdes inició una nueva fase en la década de 1990. La movilización por los temas medioambientales ya no fue percibida como una actividad marginal.

Es posible que en 2021 los partidos verdes repliquen resultados y su poder se mantenga igual o crezca, pese a que la lógica podría indicar que si los partidos tradicionales recobran la confianza de la población, recuperen votos. De por si, los verdes no son nuevos en el escenario político mundial.

Una historia de lucha ecologista

“No son partidos jóvenes en muchos casos, el origen de estos partidos se sitúa en los movimientos sociales ocurridos en Europa occidental en la década de los setenta en países fuertemente industrializados”, recuerda García. Allí culminó un proceso que inició tras el impacto de la primera y segunda guerra mundial, cuyo armamento destruye y contamina el medio ambiente en apenas 30 años en una medida que jamás se había hecho hasta entonces en toda la historia de la humanidad.

Así lo señala Gonzalo Farrera Bravo, profesor de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el ensayo “Partidos verdes y movimientos ecologistas”. Las necesidades de reconstrucción económica que tuvo el mundo tras los dos conflictos fomentó la aparición de industrias que crearon nuevos problemas de contaminación a al medio ambiente. “Como consecuencia de ello es que se empiezan a asentar las primeras bases del desarrollo del ecologismo oficial y alternativo en todo el mundo”.

En las décadas del 60 y 70 pasaron varias cosas. Se realizó la conferencia de las Naciones Unidas de Estocolmo de 1972 cuyo tema principal fue el entorno y el medio ambiente humano y se creó el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que se encarga aún de temas medioambientales; se ocupa del sistema de control medioambiental y registro internacional de sustancias tóxicas (donde controla las medidas de seguridad para las sustancia mas nocivas). Es en estos años en los que también nacen los grandes grupos ecologistas que son la base actual del movimiento, como Greenpeace.

Fue solo hasta 1973 que Europa conoció el primer partido verde. Se fundó en Gran Bretaña y se conoció como People (Pueblo), pasó posteriormente a llamarse Ecology Party (Partido Ecologista) y finalmente Green Party (Partido Verde). “A medida que la preocupación por la degradación del medio ambiente crecía en los países industrializados, los partidos verdes, especialmente los europeos, fueron entrando en su principal fase de desarrollo. El número de votantes de estas formaciones aumentó progresivamente en Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Irlanda y Suiza”, señala Farrera.

Más de 20 años después muchos de ellos ya ejercen el poder desde los parlamentos nacionales e instituciones comunitarias, en el caso de la Unión Europea. El paso del activismo al poder impone retos que no son ajenos en Colombia, donde el Partido Verde ya ha disputado elecciones presidenciales.

En Colombia, hay camino por recorrer

Latinoamérica no fue una región ajena al auge de los movimientos ecologistas. “El Partido Verde de Brasil cuenta con amplia tradición y tiene representación en el Parlamento nacional. Lo mismo ocurre en México, donde el Partido Verde Ecologista se integró con Alianza por el Cambio (Partido Político de México), junto al Partido de Acción Nacional (PAN) en las elecciones de 2000 de las que resultó elegido presidente Vicente Fox Quesada”, señala Farrera.

En esta región la agenda verde ha hecho un frente común contra la globalización y el libre comercio, contando con una presencia fuerte en cumbres regionales. Colombia vivió en las elecciones de 2010 una llamada ola verde liderada por Antanas Mockus que estuvo a punto de obtener el poder. Si bien su agenda no estuvo centrada en el medioambiente, el partido se ha ido construyendo en ese camino.

Así lo señala Iván Marulanda, senador por ese partido y quien ha estado desde su fundación, hace poco más de 13 años. “Yo no creo que el partido haya nacido con la mística de los partidos verdes en Europa. Aún nuestra ideología no está definida por ella, pero vamos en ese camino”.

Para el senador, el partido Verde en Colombia es una combinación entre política tradicional y una agenda cada vez más centrada en los retos medioambientales y sociales del futuro. “Esa última parte ha venido siendo desarrollada por los jóvenes y una nueva generación de políticos que encuentra en el partido el espacio para liderar esa agenda”.

Entre ellos, el mismo Daniel Duque. “Como un partido que aspira a gobernar, su agenda tiene que ser variada. El Partido Verde tiene una bandera ambientalista que ha faltado comunicar más”, reconoce el concejal de Medellín. Ejercer el poder, dice, tiene retos que no solo apuntan a la política. “Es verdad que necesitamos decisiones a ese nivel, pero también pedagogía y acciones desde la ciudadanía”.

El crecimiento del movimiento, dice, es palpable con concejales y diputados ambientalistas en las principales ciudades de Colombia. “En las próximas elecciones el tema será central y el programa de gobierno que no ofrezca alternativas claras en este tema seguramente empezará perdiendo respecto a los que si lo hacen”, sentencia.

“Aún somos un partido joven que está construyendo una identidad. Está claro que hoy no somos un movimiento ideológico que se centra en los retos medioambientales, pero vamos hacia allá”, señala Marulanda.

El movimiento ecologista termina una década de triunfos políticos y de una consciencia sobre la protección del medio ambiente renovada en todo el mundo e impulsada por generaciones que exigen medidas a sus gobiernos. Ya en el poder, su reto es liderar esa toma de decisiones y prolongar su éxito.