Colombia

Las tres tragedias que dejó el crimen de Jean Bossard en Bogotá

La moto de los asesinos ya estaba siendo buscada por la Policía; quien disparó es un menor de edad con antecedentes.

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Periodista especializado en temas de crimen organizado, terrorismo y conflicto armado. Creador del podcast Revelaciones del Bajo Mundo. También soy escritor y dramaturgo, autor de las obras teatrales “La Trilogía del Mal” y “Estallido”.

hace 26 minutos

En los días en los que la sonrisa todavía bañaba el rostro de su hijo, de “su gasolina”, como solía decirle, el viejo Jean Claude Bossard le insistía en que se fuera a probar suerte a Francia, su otra patria. Pero el muchacho, portador de su mismo nombre y pasión por los motores, le contestaba: “Yo de aquí no me voy, este es mi país, esta es mi tierra”.

Así, el destino de Jean Claude hijo fue configurando la primera de las tres tragedias que arroparon el final de su historia: un asesinato en una calle de Bogotá, en medio de un vil atraco.

Tragedia 1: la partida de un líder

La muerte del joven Bossard, acaecida tres días antes de cumplir los 30 años, se convirtió en un episodio de luto nacional, no solo por la calidad de persona que se perdió, sino porque el instante en el que lo asesinaron fue grabado y se reprodujo una y mil veces en la prensa y las redes sociales.

Sucedió en la tarde del pasado 2 de diciembre, cuando caminaba por la avenida 19 con la calle 108 y fue interceptado por dos criminales en moto.

El pasajero se lanzó sobre él, buscando arrebatarle la mochila y el celular, y ante el forcejeo de la víctima, le propinó dos balazos letales.

La noticia se esparció a la velocidad del internet y desde Barranquilla y Europa, dos terruños que lo vieron crecer, se derramaron lágrimas en su honor. “Hablo con un dolor que no sé cómo explicar. Me arrancaron a mi primo, alguien con quien compartí algunos de los momentos más felices de mi vida”, comentó Sacha Bossard desde Francia.

Contó que el finado era administrador de empresas y piloto aficionado de karts y motocicletas, siendo además un líder del gremio de los deportes a motor, que organizaba rodadas por los pueblos vecinos de Bogotá.

Tal vez por esa pasión era que su padre le decía “mi gasolina”, y por eso la extinción de su llama trascendió el seno familiar y fue lamentada por decenas de personas.

Tragedia 2: un robo avisado

El alcalde de Bogotá, Carlos F. Galán, quien durante la campaña electoral prometió que hechos como este no ocurrirían en su administración, dijo que la moto naranjada que usaron los atracadores ya estaba referenciada por la Policía.

“Hace 15 días, por denuncias ciudadanas, alertamos a la Policía de una moto sospechosa de color naranja en ese mismo sector, por un hecho ocurrido el 10 de noviembre, en el que hubo un enfrentamiento con delincuentes que iban en ese vehículo”, afirmó.

Agregó que la Policía, supuestamente, reforzó la vigilancia en la zona y comenzó a buscar a los tripulantes, “desafortunadamente, a pesar de la alerta, no fue posible capturarlos y hoy una persona es asesinada”.

Esta es la segunda tragedia detrás de la muerte de Jean Claude: la desgracia de un país en el que la seguridad ciudadana está a merced del crimen.

En lo corrido del año (con corte a octubre 31), según el Ministerio de Defensa, han ocurrido 248.370 atracos, es decir, 828 por día y 34 por hora, en promedio.

En cuanto a los homicidios, van 11.324, 288 más (el 3%) que en el mismo periodo del año pasado, esto implica que en Colombia matan a 37 personas a diario. Una de esas fue Jean Claude.

Tragedia 3: niños asesinos

En la reacción policial, un patrullero en bicicleta dio de baja a uno de los atracadores y dejó herido al asesino, quien resultó ser un adolescente de 16 años.

Esta es la tercera tragedia, la confirmación de que hay una generación de jóvenes perdida, reclutada a manos llenas por los criminales, que termina matando a inocentes en las calles, como le ocurrió al candidato presidencial Miguel Uribe en Bogotá; o bombardeada en los campamentos de los grupos terroristas en el monte, tal cual les pasó a los siete menores de edad que perecieron en un ataque aéreo de las FF.MM. en Guaviare.

En el crimen de Jean Claude hay un agravante. Su asesino “ya había sido capturado por hurto calificado, pero fue sancionado con una medida de libertad vigilada y cometió el homicidio mientras cumplía esa sanción”, detalló Galán.

El sistema penal colombiano probó una vez más su ineficacia para contener a delincuentes con reiterados antecedentes judiciales.

Es otra puñalada para el corazón de un padre. “El hombre que le disparó tenía 16 años y dizque es un niño. Un niño con un arma no es un niño, es un asesino. Tenemos que empezar por llamar las cosas como son”, profirió con firmeza el señor Bossard, durante una velatón por el alma de su hijo.

Luego se le fue apagando el ímpetu, agobiado por la injusticia y el recuerdo aciago de su heredero. “Mi vida se me partió en dos, me queda mi hija, gracias a Dios, una que quiero muchísimo, pero se me fue mi gasolina. Perdón a todos, y gracias”.

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