Cultura

Mariana y Martina, talento en puntas rumbo al Ballet Bolshói

Las bailarinas de Musicreando fueron convocadas a un programa profesional de la compañía rusa.

Cuyabra. Comunicadora social-periodista de la Universidad del Quindío. Redactora del área de Contenidos Digitales.

08 de abril de 2021

La música clásica envuelve el salón lleno de espejos. En el centro, Mariana Durier Otálvaro y Martina Hoyos Zuluaga repasan la coreografía que el profesor Andrés Arbeláez les montó hace un par de días.

Tras la orientación, tararean la melodía, sincronizan los tiempos y se lanzan a ejecutar la serie de movimientos que terminan estirando sus extremidades para hacer un grand jeté –salto para realizar una apertura de piernas– en el aire.

Al aterrizar, sus rostros ya no son los mismos, la gracia, delicadeza y contundencia de la coreografía las transforma en la princesa Odette, de El lago de los Cisnes.

Así podría describirse la rutina de entrenamiento de estas dos niñas de 11 y 13 años, respectivamente, que desde los tres años están consagradas al ballet en los salones de Musicreando, la academia que las forma en este arte.

Allí pasan entre 12 y 14 horas a la semana practicando sostenidas sobre la finura de un par de puntas de ballet pasos, giros, saltos, extensiones y expresión corporal que unidos se convierten en coreografías que evocan los grandes montajes de esta danza.

Esa devoción por este arte llevó a estas dos antioqueñas a lograr, hace menos de un mes, un cupo en un curso de verano de una de las compañías más prestigiosas del mundo: el Ballet Bolshói de Moscú.

“Fue un proceso de mucha preparación, dedicación y de trabajo en casa porque no bastaba con los espacios de las clases. Pero en general fue un trabajo de mucho esfuerzo y por eso es tan gratificante. Me sentí muy orgullosa porque sabía que había dado ese esfuerzo de más y lo logré”, cuenta Martina.

Mariana, por su parte, agrega que además de lo físico también tuvo que hacer un trabajo mental importante y en ese punto la familia jugó un rol fundamental.

“Fue un proceso psicológico fuerte porque uno debe estar preparado para que le digan que pasó o no. Lograrlo significa mucho ya que no es algo que se consigue de un día para otro, esto implica esfuerzo diario y mucho apoyo de nuestros padres”, dice.

Pero además de asegurarse un lugar en el curso de verano del Bolshói, Mariana y Martina fueron convocadas al programa profesional de la compañía, un riguroso plan de entrenamiento de ballet clásico que es impartido por los principales profesores de esta academia.

El programa de seis semanas en el que ambas fueron aceptadas, iniciará el 16 de julio en Nueva York (EE. UU.), donde el ballet tiene una de sus sedes.

¿Cómo lo lograron?

Lina Zuluaga Rivera, directora del área de danza de Musicreando, cuenta que, a inicios de 2021, recibieron una invitación de la compañía rusa para que sus estudiantes aplicaran a las audiciones virtuales que se realizarían durante enero y febrero.

“Sinceramente no me lo creía, me decía ‘esto es muy difícil’. Luego hablé con la maestra Leonor Baquero de Pikieris y me dijo lo mismo, pero luego pensé que era la oportunidad de saber en qué nivel estamos, entonces nos arriesgamos”, cuenta Lina.

Para llegar a las audiciones, explica, había que pasar un filtro en donde las participantes debían hacer un arabesque –posición sobre una pierna mientras la otra se estira por detrás– y quien lo presentara de forma perfecta tenía derecho a audicionar. Cinco bailarinas de la academia pasaron este filtro. El paso siguiente era acudir a una clase de casi dos horas dirigida por una maestra rusa.

“Evaluaban todo, la técnica, seguridad, elegancia, todo lo que puede transmitir una bailarina y ellas lo hicieron con una soltura, sin la presión que una situación como esa tiene”, sostiene Lina Otálvaro, madre de Mariana y quien la acompañó en la audición, pues era obligatorio que los padres presenciaran la prueba.

La respuesta no tardó en llegar y aunque sus padres les hicieron unas cuantas bromas con los resultados, al final todo fue alegría y satisfacción al ser elegidas entre dos mil aspirantes de todo el mundo para un campamento al que solo ingresan cien bailarines.

“Me puse a llorar durante una hora no era capaz de hablar, aún sentía toda esa emoción, toda esa adrenalina. Fue un momento muy feliz”, detalla Mariana.

A pocos meses de la inmersión en la academia rusa, Martina y Mariana continuarán puliendo sus fortalezas, la primera perfeccionando la expresión corporal y la elasticidad y la segunda la fuerza y la contundencia de sus movimientos, para así avanzar en el proceso que las lleve a conquistar, en un futuro no muy lejano, los grandes teatros y escenarios del mundo.