Creadores de mundos trazo a trazo
Tres ilustradores hablan de sus creaciones y de cómo les dieron vida a sus personajes.
El color favorito de Carolina es el verde azul.
FOTO manuel saldarriaga
Periodista de educación y fanático de los videojuegos, los cómics, el rock y el cine.
Cuenta la ilustradora Laura Espinosa que cuando su padre regresó a Colombia, antes de irse, ella le regaló un dibujo en el que estaba la familia completa.
La idea era que su papá recordara a quienes dejaba por seis meses en Bélgica, mientras él aquí en Medellín preparaba todo para que su hermano, mamá y ella misma tuvieran una casa a dónde llegar.
De regreso al país, Laura vio con aprecio que su padre había enmarcado aquel sencillo dibujo que a los 9 años ya mostraba lo que más adelante sería su gran pasión.
Nueve años después, a sus 18 recién cumplidos, Laura ha afinado su lápiz, su ilustración se ha convertido en un proceso más estilizado y cuenta con varios personajes que vieron la luz por su creatividad.
“La diferencia entre una persona dibujante y una que no lo es, es que la primera se quedó en esa etapa”, asegura entre risas la futura ingeniera en diseño de entretenimiento digital.
Asegura que se quedó esperando a que esa pasión por la ilustración se desvaneciera con el tiempo, pero no fue así. Por ello, a los 14 años, supo que aquellas figuras que hacía en los cuadernos a diario no eran un simple pasarratos.
“Desde allí empecé a mirar el trabajo de otros artistas a empeñarme en mejorar mi trabajo”, asegura Laura, quien ahora cuenta con varias creaciones, aunque las dos más sobresalientes son Tina Redgwick y Gatu.
Tina solo tiene un año de nacimiento, mientras que su mascota, un felino negro, fue creado en 2008.
Tina es una chica responsable, seria y “sexy: estilo pin up, aunque ella no lo sabe”, dice entre risas su creadora. Una muñeca inspirada en la famosa Betty Boop y en la animación inicial de hombres como Max Fleischer y Walt Disney.
“Mi estilo lo he creado a partir de lo que me gusta, influenciada por los clásicos y también por lo que he visto en Cartoon Network. Tanto que lo primero que recuerdo haber dibujado fue a Burbuja de las Chicas superpoderosas”, recuerda la estudiante de UPB.
Un estilo que deja bien en claro, al notar que en su estudio están aquellos personajes convertidos en peluches. Como recordándole sus raíces en el dibujo, raíces que denotan un estilo contrario a lo que Wil Zapata, otro ilustrador, hace con sus lápices.
Underground
Por allá durante la aparición de las primeras películas de Star Wars, William, más conocido como Wil, creó sus primeras viñetas.
EL personaje, una combinación de Luke Skywalker y de Robin Williams en el papel que hacía en el programa Mork & Mindy, fue Star egg, tal vez el primer cómic al que Wil le dio vida.
Sin embargo, la influencia de las historietas gringas y latinoamericanas de los 80 así como de las historias truculentas, de terror y pulp, fueron las que formaron el trazo de este hombre que ahora con dos hijas y su esposa sigue dando rienda suelta a sus creaciones.
En su estudio, que parece suspendido en el tiempo, lo digo por las películas en VHS de terror que hay en la biblioteca así como los libros de cómics y figuras de acción, Wil tiene en un lugar especial a Gatho, el personaje que llegó al mundo en el 88.
“Al principio era algo paranoico, de mal carácter pero buena persona. Contestatario y metalero. No es nada violento y cuando está en problemas su amiga Lili lo ayuda”, explica el ilustrador.
Y es que aquel personaje, como pasa con la mayoría, tiene algo de su creador. Asegura Wil que no es una historieta autobiográfica, pero que Liliana, que es su esposa, fue la que lo inspiró para crear a Lili, la amiga de Gatho.
“Cuando quería que fuera mi novia le mostraba las historias de Gatho y allí se me ocurrió crearle una amiga. En el cómic no es su novia ni nada por el estilo. Aparece para ayudarlo”, manifiesta el dibujante que durante su vida laboral ha trabajado para la televisión y que en el momento hace parte del equipo del estudio de animación Factory Toon.
Y aunque como él mismo dice, la historieta no le daría para vivir, no podría dejarla e insiste en poner en diferentes situaciones a Gatho y sus amigos como Aníbal, que sufre de combustión espontánea y que a ratos se enciende en cualquier parte.
“Gatho vive historias de ficción cotidianas, con algo de humor negro. Historias que quiero seguir contando”, agrega Wil.
Aquel personaje que salió de la cabeza de Wil Zapata, son muy diferentes a los trabajos que realiza Carolina Marín, ilustraciones que se quedan en el corazón de los niños.
Para los peques
Caro tiene alma y ojos de niña. Sus ilustraciones así lo demuestran. Desde pequeñita dibujaba, y un día cuando estaba en once, visitó con sus compañeros una exposición que le susurró al oído: tienes que ser ilustradora.
En ese momento, Carolina decidió estudiar Diseño Gráfico y enfocarse en la parte editorial, o sea, ilustrar y contar cuentos para los niños.
“Mis ilustraciones acompañan los textos, textos que en ocasiones son escritos por otras personas, pero que yo también hago. Creo historias”, añade Caro.
Su gusto por la ilustración infantil se basa en que es más versátil, o sea, no debe ajustarse tanto a la realidad y puede jugar con su imaginación cuando de colores, mundos y personajes se trata.
Un ejemplo de esto es Barba Azul, un personaje creado por Caro, del que más adelante conoceremos su historia.
“Lo difícil de la ilustración para niños es zafarse un poco de lo que nos enseñaron, de que la rayita debe ser perfecta y los colores igual. La parte bacana es crear aquellos mundos, por ejemplo, donde los animales tienen formas humanas, porque los niños se abren a todo”, dice la diseñadora gráfica.
Caro, que en 2013 fue elegida dentro del 4to Catálogo Iberoamericano de Ilustración junto a 45 ilustradores de 18 países, espera ahora publicar varios cuentos que tiene en el tintero. Seguirá viendo películas infantiles para alimentar su imaginación y llegar con nuevos libros para los peques.
En fin, cada ilustrador tiene cientos de mundos y personajes en su cabeza. Ya sean relatos infantiles, truculentos o juveniles, Medellín tiene un gran potencial en sus dibujantes y en aquellos personajes que se pasean entre el lápiz y el papel.