Cultura

¿Cuánto vino tomarás este año?

Descorchar y servir más no son sinónimo de calidad, aunque hay un montón de botellas

de las que paga repetir. 2015 será otra oportunidad para aprender, para explorar, para gozar.

18 de enero de 2015

Cincuenta y dos litros de vino se toma un francés en un año, 35 litros un argentino, 25 un británico.

¿Es mucho? Hagamos cuentas: una botella tiene 750 mililitros. Quiere decir que un francés y un italiano (en ese país disfrutan, en promedio, 51 litros por persona al año) descorchan más de una vez por semana.

De vinos en el mundo están elaborando 278,6 millones de hectolitros, según datos de la Organización Internacional del Vino (OIV), y el mundo se está tomando 238,7 millones.

¿Quién se los toma? Entre Estados Unidos (29,1 millones de hectolitros), Francia (28,1), Italia (21,7), China (16,8) y Alemania (20,3) se consumen la mitad. En otra escala, también importante, están Argentina (10,3), España (9,1), Australia (5,2) y Chile (3).

¿Cuánto vino se tomará usted este año? Las cifras, frente a los líderes mundiales, muestran el tamaño de nuestro mercado: poco más, poco menos, son un litro y medio por persona al año, dicho de otra manera, ocho copas en 365 días ¡Nada!

También muestran potencial, dicho por expertos como Luis Danielle, gerente de exportación de Finca Las Moras: “En Colombia son 48 millones de habitantes, salvo los menores de edad; si los enamoramos del vino, hablaríamos de un consumo al año de 72 millones de litros. El mercado está creciendo y vemos mucho potencial”.

Potencial también ve Daniel Calle, de Doblevía Vinos Nobles: “Hay un futuro enorme. Para las nuevas generaciones es una bebida más familiar. Mis padres no tomaban vino, pero ahora los jóvenes tienen el vino en casa y con el tiempo ellos se vincularán como consumidores”.

¿Cuánto y qué tomaré?

Yo este año me voy a tomar lo que pueda y alcance. Y lo digo, por supuesto, dentro de los márgenes del disfrute, de los buenos momentos, de comer rico, de no atentar contra la salud.

Lo que pueda. Ojalá mucho Carmenere, aunque no tanto (2014 fue mi año Carmenere, siempre de origen chileno). Con el Merlot marqué una distancia importante (aburrido) y con el Albariño la distancia es irreparable (hostigante).

Tal vez regrese al Cabernet Sauvignon, conocido como el rey de las cepas tintas, también como el más astringente de todos, incluso con alguna fama, que no me aplica, de “dar dolor de cabeza”. Aunque, por esos mismos fantasmas, corro el riesgo de descorchar solo. ¡Y sin compañía no se toma vino!

Habrá más, seguro, de Pinot noir, Bonarda o Sangiovese.

Eso sí, con seguridad, el año no se lo dedicaré a las variedades blancas. No soy de blancos ¿Qué hago pues?.