Cultura

¿Cómo son las fiestas en Oaxaca, México?

La fiesta mexicana con sus colores, con sus flores, sus danzas y sonidos del tambor está en las llamadas calendas oaxaqueñas. Nos fuimos para Oaxaca, en México, y esto encontramos entre sus antiguas calles y plazoletas.

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23 de febrero de 2018

Una de las cosas más sorprendentes de visitar la ciudad de Oaxaca, en el Sur de México, es caminar desprevenido por sus calles y, de repente, encontrar una calenda oaxaqueña, que se despliega ante cada desprevenido como un desfile de alegría y color, que incita a unirse a la oleada de algarabía, de baile, de figuras gigantes saltando y de dulces que arrojan por todos lados. Esto puede pasar a cualquier hora y en cualquier lugar. Es una invitación abierta a la fiesta, que contagia inmediatamente.

Las calendas son un encuentro fraternal que refuerza la solidaridad y la comunidad de los pueblos. Es la tradición viva que permanece y se niega a morir; sirve como vehículo para perpetuar esa memoria histórica tan característica de México. Es también un momento de pedir, de festejar; es el tiempo de la abundancia que con la cooperación, el apoyo y la amistad de todos, se conjunta en un destello de risas y alegría: la máxima expresión de hermandad.

Estos desfiles oaxaqueños van por la ciudad haciendo paradas en lugares emblemáticos, o haciendo pausas para bailar, hasta llegar al templo o plaza prevista. Allí ofrendan flores y preparan una recepción con comida típica y mezcal para todos los participantes. En las calendas también se queman los “toritos”; estas son figuras hechas de una armazón de carrizo cubierto de fuegos artificiales. Una vez encendidos, un hombre los lleva mientras baila imitando los movimientos del toro y otros participantes lo envisten, saltando y corriendo. Al mismo tiempo, las mujeres bailan con sus canastas, acompañadas de sus novios o esposos. Así se arma el gran reventón (fiesta).

Es una tradición muy arraigada que ante tal derroche deja atónitos a los viajeros. Las calendas nos enseñan que la vida es más llevadera juntos y que de tanto en tanto es necesario tirar la casa por la ventana y darle valor a lo que nos hace únicos: ese pasado que refuerza la identidad y nos permite mostrarle al mundo que siempre hay un motivo para celebrar.