Las obras de Doris Salcedo gritan lo que ella calla
La bogotana, conocida por obras de reflexión política, expone en España una escultura sobre migraciones. Críticos y curadores hablan de su método y trayectoria.
Envigadeño dedicado a la escritura de periodismo narrativo y literatura. Libros de cuentos: Al filo de la realidad y El alma de las cosas. Periodismo: Contra el viento del olvido, en coautoría con William Ospina y Rubén López; Crónicas de humo, El Arca de Noé, y Vida y milagros. Novelas: Gema, la nieve y el batracio, El fiscal Rosado, y El fiscal Rosado y la extraña muerte del actor dramático. Fábulas: Las fábulas de Alí Pato. Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa.
No son comunes las exposiciones de Doris Salcedo en Colombia. Casi nos acostumbramos a que lleguen las noticias de que la artista bogotana está exhibiendo en un museo o una galería de Europa o Norteamérica.
Por eso, que desde el pasado 6 de octubre haya comenzado la temporada de exhibición de su obra Palimpsesto (2013-2017), en el Palacio de Cristal del Museo Reina Sofía, de Madrid, España, la cual irá hasta el año próximo, no extraña a nadie.
En Colombia se le vio hace un año, por estas fechas, trabajando en la Plaza de Bolívar, de Bogotá, en la intervención Sumando ausencias, en la que dibujó con ceniza sobre tela los nombres de cientos de víctimas del conflicto armado, que luego, con participación de voluntarios, cosió hasta que el espacio se cubrió con esa tela blanca.
Se recuerda la muestra de la instalación Plegaria muda, en Flora Ars Natura, de Bogotá, entre febrero y marzo de 2014, en la que expresaba el dolor por la muerte de jóvenes en pandillas, realidad que investigó en Colombia y Estados Unidos, y un hecho ocurrido en nuestro país entre 2003 y 2009: el asesinato de unos 2.500 muchachos provenientes de zonas marginales, a manos del Ejército colombiano y sin razón aparente.
Patricia Gómez, arquitecta y curadora de la galería La Balsa, cuenta que Doris realizó exposiciones a finales del decenio de 1980 y principios del siguiente, en la galería de Alonso Garcés, en Bogotá.
En el mundo entero es famosa por La grieta, una instalación cuyo título original es Shibboleth, realizada en el hall de la Tate Modern, de Londres (2007-2008).
El periodista Antonio Caballero dice, en la entrevista concedida a Martín Nova y publicada en el libro Conversaciones con el fantasma (Planeta, 2017), que Doris y otros creadores que acuden a la reflexión política, “son periodistas. Son columnistas de prensa. Lo que pasa es que una columna de prensa no incomoda tanto como puede incomodar La grieta de Doris Salcedo. Desde un punto de vista práctico (...), la obra plástica de Doris Salcedo se beneficia del prestigio que ha tenido la obra plástica en Occidente desde por lo menos el Renacimiento, o desde antes, desde Grecia y Roma. Entonces la gente va a ver la obra, y se impresiona. ‘¡Oh, es una gran obra de arte!’, dicen. Nadie considera que una columna de prensa sea una obra de arte, y es probablemente al revés”.
En el Reina Sofía
La obra que ahora exhibe, Palimpsesto (2103-2017), es una creación artística que alude al tema de la migración. Ella se detiene a observar el fenómeno de los africanos que arriesgan su vida y muchas veces la pierden, intentando atravesar el mar Mediterráneo para alcanzar las costas europeas en procura de conseguir una mejor vida.
Tras un trabajo de investigación en ingeniería hidráulica, del suelo del Palacio brotan gotas de agua que lentamente se unen hasta formar los nombres de hombres y mujeres que se han ahogado durante su intento de llegar a Europa.
La noticia publicada por el Museo en su portal de Internet anuncia que “la artista colombiana visibiliza así uno de los hechos más dramáticos e ignominiosos de la historia reciente: la muerte de miles de personas en las aguas del Mediterráneo ante la indiferencia, cuando no (in)consciente complicidad, de una sociedad europea anestesiada y en peligrosa deriva hacia un cierre identitario”.
Esta obra, al decir de varios conocedores de su creación, es un ejemplo del modo de trabajo de Doris Salcedo.
Esta idea la comparten la ya mencionada Patricia Gómez y Nydia Gutiérrez, curadora del Museo de Antioquia. Porque sus proyectos suelen estar respaldados en investigaciones de largo aliento.
Para Gómez, Doris, a su vez, es un buen ejemplo del artista investigador de largo alcance. Y admira la consistencia de su obra y que “no se hubiera perdido, ido por las ramas, ni repetido en ninguno de sus trabajos”.
Inicio y desarrollo
“Conocí a Doris Salcedo en Bogotá, cuando ella era joven –cuenta Nydia–. Hacía parte de un grupo liderado por Beatriz González y en el que participaban otros jóvenes como Carolina Ponce. Asistir a esas charlas era más enriquecedor que hacerlo a ciertas maestrías de arte.” Aunque, aclara, Doris no ha sido de hablar mucho. Es más bien parca y concreta en sus expresiones.
Poco después de estos encuentros, rememora Nydia, Doris presentaría su obra Atrabiliarios. Mediante zapatos de víctimas del conflicto armado, recibidos de manos de los familiares, intentaba transmitir el dolor causado por las muertes violentas.
Por su parte, Óscar Roldán Alzate, crítico de arte y director de Extensión Cultural de la Universidad de Antioquia, gran estudioso de su obra aunque no es su gran admirador, cuenta que se ha cruzado unas veces con Salcedo. La primera, recién inaugurada la actual sede del Museo de Arte Moderno de Medellín, en Ciudad del Río, donde él era curador.
“Es una mujer difícil y exigente”, revela. Difícil incluso en el sentido de que habla poco, le huye a la prensa, en especial a la de Colombia, y da pocas entrevistas.
Esa vez, la intención de Roldán –a nombre del Museo–era presentar la instalación Plegaria muda, de la renombrada artista. Para eso se reunió con ella y con integrantes de su grupo de asistentes.
Pudo darse cuenta de que ella es una “mujer gremial, de manada, de conglomerado creativo”. Lo dice por lo de la idea de trabajo en equipo.
Es una cuidadosa que valora la investigación científica para alcanzar el resultado.
“Con un mínimo de elementos –dice Roldán–, consigue contener un maremágnum de sentimientos. En su trabajo hay una suerte de minimalismo eucarístico”.
Explica esta idea diciendo que en la obra creativa de Doris Salcedo hay un halo sacro muy fuerte.
Lucrecia Piedrahíta, museóloga y líder de la edición en español del libro De lo que no se puede hablar. El arte político de Doris Salcedo, escrito por la teórica y crítica Mieke Bal, dice que si bien Artforum International Magazine escogió como una de las 10 artistas más importantes del mundo en 2016, para ella, la única colombiana ganadora del Premio Velásquez de Artes Plásticas, de España, está entre los dos artistas más importantes, al lado del chino Ai Weiwei.
Arte como ritual
¿Un halo sagrado, o sea, un ritual? Por supuesto, concede Óscar Roldán, quien recuerda que el arte tiene mucho de eso. Y algo de lo que busca, con participación de los espectadores, es crear mitos.
Si ella pone el acento en el ritual, ¿quiere sanar el dolor que experimenta y expresa?
“De acuerdo. Puede decirse así, pero creo que esta interpretación puede minimizar un poco el esfuerzo de la artista. Tal vez ella va más allá, por el camino de lo inaudible, de lo imposible, de lo invisible”.
En cuanto a la exposición que pretendía la institución antioqueña, no se pudo realizar porque exigía que todo un salón del Museo, que se llama Taller de Fundición, estuviera refrigerado a tres grados para que no se quemaran las puntas de las hojitas de hierba.
Lo irónico es que meses después “tuve oportunidad de observar esa misma muestra en un museo mexicano y, ¿sabes qué?, las puntas de las hojitas de hierba estaban quemadas”.
Óscar señala que si en el arte contemporáneo importa más el proceso que el resultado, Doris, que es una representante de esta tendencia, no descuida el resultado. “En esto sigue siendo como los renacentistas, que valoraban la pieza artística como tal”.
Lucrecia dice que si bien ella no deja ver el proceso creativo, este es un secreto que guardan sus asistentes, en la obra se ve el proceso. “Doris es una artista rigurosa, que sabe adónde quiere proyectar su arte”.
Añade que cuando uno la mira, casi puede leer que ella está cuestionándolo todo sin decir nada. Cree que, como dicen de ciertos artistas contundentes, la bogotana quema el papel con la mirada.
No es alta, cuenta, pero su figura y su cabellera alborotada le acaban de dar altura.
¿Es Doris Salcedo una mujer dulce o está endurecida por el dolor?
“No –responde Lucrecia–, no es que el dolor que representa la haya endurecido, pero en todo caso, para lograr transmitir esos mensajes, no puede ser una mujer dulce. Es, más bien, fuerte, hermética y silenciosa”.