Cultura

El teatro para no olvidar la tragedia del Palacio

La siempreviva, obra clásica del teatro colombiano, regresa a las tablas, en un montaje sin adaptaciones hecho por jóvenes actores.

Es periodista porque le gusta la cultura y escribir. A veces intenta con la ficción, y con los poemas, y es Camila Avril. Editora de la revista Generación. Estudió Hermenéutica Literaria.

10 de noviembre de 2015

Julieta trabajaba en el Palacio de Justicia el 6 de noviembre de 1985. Fue el primer día de una espera que duró el resto de la vida de sus papás. Después de la toma no volvió a aparecer. La historia la contó La siempreviva, obra de teatro de Miguel Torres, durante 20 años, en más de mil funciones.

Miguel, que fue el director durante todo el tiempo, y el elenco base del grupo El local, el mismo también, hicieron la última función de esa pieza, que se convirtió en clásica del teatro colombiano, en octubre de 2014. La siempreviva, sin embargo, no desapareció, y quedó en papel para otras nuevas generaciones.

Así es como un grupo de estudiantes de último semestre de la Universidad Central de Bogotá, en convenio con el Teatro Libre, está de gira con esta puesta en escena, que sintieron encajaba perfecta en sus intereses: querían una obra sobre el conflicto, que fuera muy actual, cuenta Mauricio Sierra, uno de los actores.

Como la original

La siempreviva original relata una historia de la vida real, la de Cristina del Pilar, que desapareció en la toma, que se llama Julieta en el teatro, y la de José Guarín y Elsa Cortés, sus padres.

El director puso en escena lo que pasó en El Palacio de Justicia desde el drama familiar, y eso también encantó a los jóvenes de la Universidad Central. “Es lo bonito de la obra –sigue Mauricio–, que se adentra en la historia de una familia particular, para hablar de un hecho histórico. Es una obra muy cercana, muy colombiana, desde la gente que vive, que se baña, y no tan lejana como uno siente las del teatro clásico”.

Les parece que lo importante está precisamente en esa cotidianidad, en cómo se afectó a la familia, y entonces poder decir que el conflicto es un hecho que afecta a todos, y que es una responsabilidad que inicia en lo individual. “Ahora que se está dando lo de la mesa de diálogos, hay que pensar que es un hecho de la cotidianidad, de perdonar. Si cada uno sigue halando para su lado y piensa que la paz se está dando desde lejos, será muy complicado”.

Lo pueden decir, porque fueron fieles a la propuesta original, al texto. La única adaptación que hicieron fue porque en el elenco no tenían un hombre que hiciera de hermano de Julieta, sino una mujer, así que hicieron el cambio, y no fue un hermano sino una hermana, Cristina, en un homenaje a la mujer en la que se inspiró Miguel.

La primera vez que presentaron el montaje fue en Bogotá, en el patio del Teatro Libre. Desde agosto están de gira nacional, y ya han ido a 27 municipios.

Para Mauricio, otro tema importante es su visión. Los jóvenes del grupo están en los 20 años, lo que significa que a ninguno le tocó la toma del Palacio. El grupo Local ya hizo su trabajo durante muchos años, así que les pareció interesante retomar el mensaje y seguir, incluso con su joven visión de lo que pasó. “Queremos decir que sin haber vivido los hechos, también nos interesa contar la historia”.