Cultura

Enamórate de ti, y otros consejos sobre el amor de Walter Riso

Lo dice Walter Riso, quien tiene 28 libros y próximamente una novela. El amor es el tema que lo hizo famoso.

Periodista, presentadora y locutora. Fui DJ de radio, reportera de televisión y ahora disfruto el ejercicio de escribir a diario. Melómana, cinéfila y seriéfila.

29 de noviembre de 2017

Antes de tocar el timbre se oye música adentro de la casa. A Walter Riso le gusta el jazz, la música irlandesa antigua, la escocesa a capela, algo de la celta y la napolitana cantada en dialecto napolitano. Para él la música es una manera de festejar y no pasa un día sin escuchar lo que le gusta.

Abre la puerta su esposa, la psiquiatra Iris Luna. Ella invita a pasar a la sala mientras él explica lo de los sonidos. También cuenta que no puede dejar pasar unas brevas con arequipe ni una torta rellena con este dulce. La cocina es otro de sus gustos, herencia de un padre con pizzería y una madre con la mejor preparación de berenjenas que recuerde, porque “la añoranza y la nostalgia entran por el estómago”, dice.

Escribe todos los días, desde que se levanta hasta la 1:00 de la tarde. Al mediodía y en medio de ese “microcosmos”, como él lo llama, se toma un whisky como aperitivo, a veces lo cambia por un campari italiano. Le añade una picada de quesos y jamones. Si va a romper la rutina, lo hace con un aguardiente y mango biche con sal. A él se le sale el pues de vez en cuando al conversar. Dice que tiene costumbres muy antioqueñas.

El autor de 28 libros dará hoy una conferencia. Es una gira nacional. Se llama Enamórate de ti. Ya estuvo en Bogotá y después de Medellín irá a Barranquilla. Nunca había hecho un tour en Colombia, “nadie es profeta en su tierra”, dice el nacido en Nápoles, Italia, criado en Argentina y nacionalizado colombiano. En su corazón están los tres países.

Hay mucha pena en los seres humanos...

“Desde la mañana, todas las horas que atiendes ves a una persona que se quiere quitar la vida, otra a la que le ponen los cuernos, un ser que no sabe quién es en la vida, otro cuya autoestima está por el piso. Algunos casos son comunes. Ahí me digo: ‘Si yo le llego con información a la gente puedo disminuir la probabilidad de que se enferme’.”.

A pesar de tener la información, hay personas que entran en fase de negación.

“No estamos culturalmente enseñados a aprender a perder. Si siguiéramos a Epicteto, el filósofo griego, entenderíamos que hay cosas por las que vale la pena luchar y otras que se escapan de tu control y hay que dejarlas ir. Es esa capacidad de decir perdí, se fue, o lo alejo”.

Es una resistencia al cambio.

“Una vez que creas un esquema, una teoría sobre lo que te está pasando, es difícil cambiar de opinión. Así somos los seres humanos, estructural y cognitivamente conservadores. A ti te enseñan de niña que eres una tonta, y te creíste esa idea y la metiste en tu base de datos. Armaste una teoría de ti misma y cuando ya tengas éxito vas a decir que fue casualidad. Tienes internamente la concepción de que eres tonta”.

¿La experiencia enseña cómo amar?

“Un filósofo antiguo decía: ‘Si no quieres como quisieras que te quieran, ¿para qué quieres que te quieran?’ Ahí entra un poderoso coctel: el amor propio, el autorrespeto, la valía personal, los principios y la dignidad. Cuando tienes eso claro eres una piedra en la mitad del océano, nada te mueve. Tienes claro hasta dónde vas a llegar, no vas a perder tiempo. Si te quieres a ti misma, vas a entender que hay un límite que no vas a negociar. Prefieres sufrir dignamente a tener un amor incompleto o un trabajo insatisfactorio”.

¿El amor es recíproco?

“Siempre. Te quiero y me quiero, te cuido y me cuido, el amor de pareja que no espera nada a cambio, no existe. El universal quizá exista, pero en el cara a cara, yo te amo a ti, con tu historia, con tu cédula, con lo que eres. Si soy fiel, espero fidelidad; si doy sexo, espero sexo; ternura, espero ternura”.

Muchas personas no saben dar afecto...

“¿Qué tengo qué hacer, soportar tu trauma? Sí, diría la gente, porque uno tiene que entender al otro. Yo digo que no. Tengo el derecho a la ternura, al afecto. Así que porque no pedimos ayuda profesional y tú trabajas en esa inhibición”.

¿Y el amor propio se debería enseñar en el colegio?

“A los niños les deberían enseñar amor propio I, amor propio II, y así, materias obligadas hasta que uno salga del postdoctorado, porque este te vuelve inmune a enfermedades como la depresión y la anorexia. Además genera una alta motivación a alcanzar las metas y enseña a aprender a perder, pero sobre todo logra que entiendas que tienes derechos que no son negociables. Aparte entregaría la carta universal de los derechos humanos, obligada, en cada año, cada curso, cada semestre”.

¿Quererse a uno mismo es no querer a los demás?

“Mentira, eso es ser narcisista y los narcisistas son enfermos. Ninguna persona en el mundo es más importante que tú, al menos es tan importante como tú. Y eso implica dar y recibir. Toda nuestra cultura se orienta más a dar que a recibir”.

También hay mucho ego.

“Una cosa es el egocentrismo, uno ser el centro. La egolatría es adorarse a sí mismo y el egoísmo es todo para mí. Esas son las tres patas del ego. Otra cosa es el yo, que es el que organiza la información autorreferencial. Lo que deberíamos enseñar es a fortalecer el yo, pero cultivamos el ego. Se ve desde niños. A uno lo felicitan porque sacó la mejor nota, no porque está contento por lo que hace”.

¿Qué papel juega la belleza?

“Si queremos una cultura para ganadores, hay un problema. Es como un mundo para los bellos, ¿quiénes son los supermodelos? Brad Pitt y Angelina Jolie. Todos somos feos, entonces, hagamos un congreso universal de feos para defendernos de la presión de los bellos. No eduquemos que la belleza o el éxito económico son valores. La vocación sí es un valor. Enseñemos que cuando sigues tu vocación, logras la autorrealización”.

Así, ¿cómo hacer que una persona se quiera?

“Hay que tener un punto de control interno que implica que mando sobre mí. Los griegos tienen algo espectacular que es la ciudadela interior. Es ese reducto personal donde eres el último juez. Vamos a suponer que me insultas, y yo me siento mal. De pronto hay otro espacio más que me cuestiona por qué me estoy sintiendo así, es esa ciudadela interior. Yo decido entonces que tu insulto no me importa”.

¿Porqué escribe tanto sobre el amor?

“La mitad de mi producción es sobre psicología divulgativa, crecimiento, y la otra sobre el amor. Hace unos 12 años, en la universidad, empezamos a estudiar el tema por tanta gente que llegaba a consulta por lo afectivo. Entre el 60 y el 70 % de las citas son por infidelidad, violencia intrafamilar, desamor, separación, problemas sexuales, es decir, la pareja. Detectamos problemas básicos como la dependencia, la idea de que el amor no tiene límites, el apego. El más reciente libro cierra esos problemas, es el duelo afectivo”.

¿Le falta algún tema por abordar sobre las relaciones?

“Sí, las grandes estupideces que hacemos en nombre del amor, es casi un trabajo periodístico, un anecdotario con todas las locuras que me han compartido en redes sociales”.

¿Es consciente del impacto que ha causado en tanta gente en el mundo?

“Sí, yo soy consciente de eso porque la gente me lo hace ver. Cada vez que voy a dar una conferencia, que hago firma de libros en las ferias, se me acerca la gente, me agradece y me dicen: ‘sus libros me han servido’. Y aumentó mi consciencia cuando empezaron a crecer las redes. Es el poder de la palabra porque yo nunca me he considerado un maestro”.

Cuando empezó a escribir y vender libros no había redes sociales

“Claro, y ya tengo 10 millones de personas que entran a mis redes. El día de la mujer el año pasado puse una frase, que no recuerdo en este momento, pero sé que defendía a las mujeres luchadoras, guerreras, a las mujeres que tenían hijos y a las que no. Yo defiendo mucho a las mujeres porque tengo dos hijas mujeres, dos hermanas mujeres, pacientes mujeres, lectoras mujeres. Puse esa frase y tuvo 42 millones de alcance. Cuando yo vi esa cifra, fue algo fuerte. Yo soy un psicólogo que escribe, no soy un escritor que escribe de psicología”.

Ahora se va a embarcar en un proyecto diferente que es una novela de ficción

“Sí, sale en España en febrero, en Argentina en abril y aquí en la feria del libro. Se llama Pizzería Vesubio. Es la historia de inmigrantes napolitanos. Transcurre entre Buenos Aires, Barcelona y Nápoles, es como el relato de una persona que busca sus orígenes y finalmente los encuentra. Todo gira en torno a una pizzería, con las recetas, la gastronomía y la cultura típica italiana metida ahí, tiene cosas biográficas y otras no, ficción mezclada”

¿Fue distinta la experiencia?

“Sí, yo siempre escribí para los demás en términos profesionales, con la responsabilidad de hacerlo con el mayor fundamento posible y tratando de crear calidad de vida y espacios de reflexión para que la gente no caiga en las enfermedades, porque el público tiene el derecho a la información. De pronto lo que hice con esta novela fue escribir de acuerdo a un impulso creador, de ficción, mezclada con algunos hechos reales pero es muy distinta la experiencia, me pareció más relajante escribir novela”.