Una obra de baile rinde homenaje a Gabo y a Botero
Prográmese el próximo 4 de noviembre con esta obra del Ballet Metropolitano de Medellín.
Periodista, presentadora y locutora. Fui DJ de radio, reportera de televisión y ahora disfruto el ejercicio de escribir a diario. Melómana, cinéfila y seriéfila.
Cuando era niña, la coreógrafa colombo-belga Annabelle López Ochoa tenía una idea fija en su cabeza: que quienes estaban pintados en un cuadro tenían el trabajo de quedarse quietos hasta que llegaba la noche y que en las oscuridad ya podían moverse y salirse de las obras.
Eso pensaba ella a los 6 años y miraba de reojo en las noches esos cuadros que adornaban su casa para comprobarlo. “Quizá por eso soy coreógrafa, porque esa imagen fija genera mucha creatividad en mí, es la curiosidad de lo que pudo pasar antes y después de ese momento fijo”.
Esa fascinación de llevar al arte efímero de la danza ese otro arte que no es fugaz como la escultura, la pintura y la escritura ha hecho parte de su carrera (realizó en 2016 para el English National Ballet, la obra Broken Wings basada en el trabajo de Frida Kahlo).
La coreógrafa fue contactada por el Ballet Metropolitano de Medellín para cumplir un sueño, una idea que nació con la misma compañía hace 3 años: “Tener una identidad con repertorios en el que a través de la danza neoclásica (técnica de danza clásica influenciada por otras como la contemporánea, la moderna y el jazz) vamos a hablar de quiénes somos a través de una estética diferente”, cuenta Juliana Acosta, directora del Ballet Metropolitano.
Y con Annabelle y otro coreógrafo, el puertorriqueño Rafi Maldonado-López, crearon GaBotero, una propuesta escénica que contiene una serie de coreografías de danza neoclásica, inspiradas en la vida y obra de los maestros colombianos Gabriel García Márquez y Fernando Botero.
El proceso de la obra
La producción de GaBotero comenzó este año, “Rafi fue el director artístico fundador de la compañía y ya teníamos contacto con él, luego empezamos conversaciones con Annabelle López Ochoa”, explica Acosta. Él es el encargado de la coreografía desde esa lectura de la obra de Gabo y ella desde el maestro Botero (ver recuadros).
Annabelle destaca que esto es un trabajo en equipo, desde el baile, la música, la escenografía y el vestuario. “Cada persona se inspira de la idea del otro”, dice. La primera nace de ella y su guion: “Yo escribo cada escena, luego el músico arma la música. En este viaje sonoro hay escenas rápidas, otras lentas”, pero esa línea argumental puede cambiar en cualquier momento, “gracias a los bailarines, que están frente a mis ojos. Yo leo el guion original y el que está ahora y es muy distinto, hace parte del proceso de llegar a la obra final”.
En este camino, confirma Acosta, están involucrados, además de Annabelle y Rafi como coreógrafos, el músico Juan Pablo Acosta, quien creó las melodías inéditas involucradas en las coreografías, “él tiene la riqueza del folclor y la tradición pero influenciado por estas sonoridades modernas contemporáneas que genera una mezcla maravillosa”.
También está en el diseño de vestuario, accesorios de los bailarines y escenografía de Diana Echandía. “Con Diana, cuenta Annabelle, trabajamos muy de la mano. Ella notó, por ejemplo, que había muchas moscas en los cuadros de Botero y no eran voluminosas, quizá pensé que las moscas podrían ser el motor y eso generó una pequeña narrativa para ir de un cuadro al otro”.
GaBotero es una lectura de las obras de ambos artistas plasmadas en la danza. “Uno escribe las escenas, pero las transiciones son aún más importantes, yo vine con la idea de una obra de 20 minutos y ya vamos en 28”, precisa Annabelle, quien está muy feliz de hacer parte de este proyecto, “que sea un tema colombiano para mí es genial y es claro que es un gran honor hacer algo con Botero, es una semilla para algún día hacer una obra de una noche entera”.
A ella le encantaría que el maestro pudiera ver la obra y siente que hay más responsabilidad cuando el artista está vivo. “Él quizá tiene una manera particular de ver su trabajo y esto no es una pintura de Botero, es una observación sobre lo que ha hecho todos estos años, una interpretación. Sería lindo que el Ballet Metropolitano de Medellín pueda mostrar esta obra en otros lugares y compartir esta inspiración colombiana”.
Lo mismo piensa la directora Acosta, “quisiéramos extender GaBotero, hicimos esta gran apuesta en un momento de reactivación económica y cultural. Es volver a los teatros, lugares que para nosotros son templos de creación y disfrute. La idea es que podamos hacer una temporada, estamos listos para ello”.
Por ahora una única función está lista para recibir a quienes aman la danza, la escultura, la pintura y la literatura. Será el próximo jueves 4 de noviembre, a las 8:00 p.m. en el Teatro Metropolitano de Medellín con localidades a $80.000, $60.000 y $40.000.
16 bailarines de la Compañía del Ballet Metropolitano los esperan para propiciar una reflexión en torno al valor del arte y la cultura en Colombia. Será lenguaje y arte en movimiento.
La de Annabelle López, una historia llena de baile
Annabelle López Ochoa llegó a la danza por particularidades de la vida. La anécdota la cuenta con gracia ya que esta hija de padre colombiano y madre belga quería desde niña ser cómo su hermano mayor: “Era muy masculina, quizá a esa edad sabía que la vida de un hombre sería más fácil, que había más posibilidades y oportunidades”. Entonces jugaba siempre con niños y ellos querían saber si ella era uno de ellos hurgando en su cuerpo. “Ahí mi madre me llevó al ballet”, cuenta entre risas. Annabelle realizó estudios en el Royal Ballet School de Amberes, Bélgica. Después de 12 años de carrera como bailarina en varias compañías de Europa, decidió en 2003 enfocarse solamente en coreografía. Ha creado trabajos para 64 compañías de danza alrededor del mundo entre los que se destacan el Royal Ballet de Flanders, el Ballet Nacional de Cuba, el English National Ballet, el Hong Kong Ballet, San Francisco Ballet y el New York City Ballet. Ahora añade al Ballet Metropolitano de Medellín en su extensa hoja de vida.