La viuda alegre después de 10 años, en Medellín
Esta opereta regresa a la escena musical lírica de Medellín, luego de 10 años.
Comunicador social y periodista. Actualmente redactor de los temas de la industria automotriz nacional y global. Y también explorando temáticas de estilo de vida y turismo.
La Belle Époque, ese era el referente que tenía frente a sí Eduardo González, diseñador. Y también una amable presión, la de Eliza Brex, directora artística de Prolírica, que es clara y enfática al señala que los montajes desarrollados por la Fundación deben ceñirse a la época, “por respeto al autor”, afirma.
Con esas dos premisas claras, Eduardo se dio a la tarea de pensar, crear, dibujar y presentar los que serían los trajes que esta noche vestirá Hanna Glawari- interpretada por Gisela Zivic- el personaje principal en la opereta La viuda alegre, que luego de diez años se presenta nuevamente en Medellín hoy y mañana.
“La Belle Époque es una época de tributo a la mujer, en la que se apelaba al refinamiento, a la sofisticación a los detalles de lujo”, señala Eduardo, y ese mismo tributo es el que verán reflejado los espectadores que acudan al espectáculo en los tres vestidos que a lo largo de la obra lucirá su protagonista.
Una paleta cromática en la que el negro y los azules- celeste y petróleo-marcan, desde el vestuario, la personalidad chispeante, enigmática, que Gisela le imprime a su personaje que es la esperanza de un pequeño país para no entrar en bancarrota, eso sí, siempre y cuando se case con la persona indicada.
La inspiración
Fueron varias las fuentes de consulta e investigación a las que el diseñador acudió para inspirarse en el desarrollo de estos tres nuevos trajes. Pero el principal, añade, “fue la cantante misma”.
Se trata de un vestuario elaborado de manera muy cuidada, “con mucha intervención manual en el que se nota un trabajo de alta costura con profusión de detalles”, explica.
El terciopelo, los encajes en diversas texturas, el chifón, la organza, y elementos como los canutillos, las lentejuelas y los cristales, fueron los materiales de los que se apropio en su creación para reflejar el tono de esos años fastuosos en la París de principios del siglo XX y poco antes de que estallaran los fuegos de la I Guerra Mundial.
Para Eduardo González, el diseño del vestuario para una obra de la tradición que tiene La viuda alegre es tan importante y merece el mismo cuidado y dedicación que pone en el diseño de cualquiera de sus creaciones. “Otros diseñadores quizá no ponen tanta atención al detalle en estos casos porque creen que como el público no está tan cerca de la pieza pues no notarán algunas cosas. Pero para mí es importante hasta el mínimo detalle en cada vestuario”.
Esta noche, además de las voces, la música, el baile y el desarrollo de la escenografía, el regreso de La viuda alegre al Teatro Metropolitano también es un homenaje al diseño de alta costura que en un escenario tiene la oportunidad de brillar y ser protagonista.