Cultura

Volver a tenerle miedo a los vampiros

La figura de los inmortales se ha ido separando de su versión adolescente para regresar al género gótico y de terror.

Periodista cultural del área de Tendencias de EL COLOMBIANO.

22 de agosto de 2022

En 1815, el volcán Tambora en Indonesia hizo erupción, en un evento que alcanzó el nivel siete de ocho en el Índice de Explosividad Volcánica, algo que no ha vuelto a suceder desde entonces.

Fue un fenómeno tan significativo que provocó anomalías climáticas globales durante meses y dejó a Europa sin verano en 1816. Parte de esa temporada, Lord Byron, Percy Shelley, Mary Shelley, la condesa Potocka, Matthew Lewis y John William Polidori la pasaron en Villa Diodatie, Cologny, Suiza, cerca del lago de Ginebra, resguardados de las nubes oscuras, relámpagos y ráfagas de viento. Para pasar el tiempo no encontraron mejor solución que inventar historias de terror.

Mary Shelley, por supuesto, escribió Frankenstein o el moderno Prometeo, y John William Polidori escribió El vampiro, un relato breve que cuenta el encuentro de un joven aristócrata con un extraño noble con el que emprende un viaje por Europa que solo le traerá desgracias. Esta historia, entre otras, se puede conocer en la exposición itinerante Vampiros en la literatura que se puede visitar en las bibliotecas de Comfenalco (consulte la programación en infolocal.comfenalcoantioquia.com)

El sufrimiento inmortal

Estos relatos son una manifestación pura del Romanticismo, que en la literatura es un movimiento que, de hecho, sí resalta la sensibilidad de los seres humanos y se permite exteriorizar las tensiones emocionales más ocultas, pero esto no era precisamente algo que terminara en felicidad, como se piensa cuando popularmente se refiere a lo “romántico”.

En estas obras, el amor encuentra más frustraciones que posibilidades de realización y, a menudo, terminan con la muerte, ya fuera porque el enamorado decidía acabar con su vida ante las dificultades, o porque la amada padecía una enfermedad que acababa pronto con su vida. Las condiciones de salud pública no eran las mejores, tampoco ayudaba que las favoritas de los poetas eran las doncellas más delgadas, pálidas y etéreas, que lograban el tono perfectamente blanco de su piel con pastillas de arsénico o polvos de plomo.

Así, John William Polidori decide que su joven héroe inglés, Aubrey, va a terminar aparentemente llevado por la locura, luego de la muerte de su amada, a manos de una oscura secta en los bosques griegos, a los que llega después de un largo viaje acompañando a un misterioso caballero, Lord Ruthven.

Ruthven no será un evidente monstruo, como lo habían sido los vampiros hasta entonces, sino que es un ser oscuro, pero atractivo, que solo se interesa en corromper lo más puro y lleva la desgracia a donde va. En la historia, Ruthven termina drenando la sangre de la hermana de Aubrey, el golpe final.

Esa idea del seductor que jugaba con la muerte, paseaba en la noche y tenía contacto con lo sobrenatural y exótico explotó en miles de relatos de la época y se inmortalizó, primero, en Carmilla (1872) de Joseph Sheridan Le Fanu, un romance gótico con mujeres como protagonistas, y luego en Drácula (1897), de Bram Stoker. Desde ese entonces, los vampiros siempre han sido malvados y seductores. Con los años, el tipo ha tenido varios añadidos, pero se ha apegado a la inmortalidad y la belleza que le dieron aquellos Románticos.

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En cada generación

Después de las novelas, llegarían las adaptaciones cinematográficas, la primera Nosferatu (1922) de F. W. Murnau, una película muda que se hace una interpretación libre de la novela de Stoker, que no fue bien recibida por la familia del autor, pero se convirtió pronto en una cinta de culto, mito que pervive hoy. A su turno, varios cineastas modernos han hecho sus propias historias de vampiros como Browning que hizo cintas como London After Midnight (1927), Drácula (1931) y La marca del vampiro (1935); Dreyer que hizo Vampyr (1932), Polanski con El baile de los vampiros (1967), Herzog con Nosferatu, el vampiro (1979) y Coppola con Drácula, de Bram Stoker (1992), como para resaltar algunos del siglo XX, pero la lista es mucho más extensa y variada.

En cuanto a la literatura, el universo seguiría creciendo gracias a autores como Stephen King, que publicó El misterio de Salem’s Lot en 1975, y Anne Rice, que publicó Entrevista con el vampiro en 1976. Esta relación también se puede encontrar en la exposición de Comfenalco.

Luego llegaría la televisión y con ella el componente adolescente, que desde el Romanticismo estaría implícito, pero se habría perdido en las adaptaciones anteriores. La culpable del resurgimiento no era precisamente un inmortal, sino una cazadora, Buffy, que a finales del siglo XX reinaría en la televisión, por siete temporadas.

Para el 2005 aparecería el primer libro de Crepúsculo de Stephenie Meyer, y para la escritora Carolina Andújar sería como una estaca mal clavada en el corazón. “Los vampiros no siempre son adolescentes. Crepúsculo fue una excepción y a partir de ahí, algunos autores juveniles, entre los que yo no me encuentro, sacaron los vampiros jóvenes, pero los vampiros son para un público más amplio y a todo el mundo, no solamente a los jóvenes, le interesa el tema de la inmortalidad, porque lo cierto es que nadie se quiere rendir ante su inmortalidad”, afirma.

“Afortunadamente la moda pasó”, dice Carolina, y ahora regresa a las pantallas y a las páginas la figura clásica, más cercana a lo que Polidori propuso y Anne Rice trajo a la contemporaneidad. Un seductor, bello, atractivo, con una destreza y una inteligencia superior, lo que lo hace altamente peligroso.

Los vampiros han regresado al género del terror, incluso la última adaptación de Drácula, una miniserie de Netflix, tiene mucho más presente este género, que el romance. Lo mismo sucede con otras obras recientes, como la de la misma Carolina, La familia maldita (Carmina Nocturna 4), que lanzó este año. Los inmortales han regresado a sus formas más oscuras y al público adulto que por tanto tiempo los extrañó.

Vampiros de hoy

- Morbius: Hace parte del universo de los superhéroes de Marvel, pero es más un antihéroe en un contexto científico.

- Vampiros: Es una serie francesa que se encuentra en Netflix, abordando los vampiros en el mundo contemporáneo.

- Nosferatu: El más clásico de los vampiros en el cine está en proceso de reaparición, bajo la dirección de Robert Eggers.

- What we do in the shadows: Es una serie humorística, que salió de una película de Taika Waititi, donde viejos vampiros viven la modernidad.

- Entrevista con el vampiro: El clásico de Anne Rice reapareció este año en formato de serie, con un casting más diverso que el del cine.