Cultura

La historia y el debate que causó una obra de arte “invisible”

La noticia causó un revuelo en las redes y avivó la constante polémica de lo que se considera arte, en un momento en que las propuestas conceptuales afloran. Análisis.

Periodista de la Universidad de Antioquia. Al igual que Joe Sacco, yo también entiendo el periodismo como el primer escalón de la historia.

07 de julio de 2021

El 18 de mayo, la casa de subastas de arte Art-Rite vendió por 14.820 euros (66 millones de pesos colombianos, aproximadamente) una escultura del artista italiano Salvatore Garau –titulada Io sono (Yo soy)– que es literalmente invisible e intangible.

El hecho se convirtió en una noticia viral, causando el revuelo que cada cierto tiempo levanta el mundo del arte.

No obstante, pese al escándalo que suscitó Io sono, parece que más allá del tratamiento que tuvo la noticia de la subasta, las cosas no son tan sencillas como se “ven”.

Opiniones divididas

A Garau le han llovido fuertes críticas, algunas de ellas desde otros personajes del mundo del arte.

Antonio García Villarán –artista, docente y youtuber sobre arte– le dedicó un video al italiano. “Garau dice que es una escultura inmaterial, es decir que no existe. Y digo yo, ¿cómo vas a vender una cosa que no existe?”. Pero Villarán fue más lejos: “¡Vaya charlatán!”, dijo sobre Garau.

Avelina Lesper, crítica de arte mexicana, también escribió contra Garau en el portal web Milenio. “Las obras invisibles deberían adquirirse con dinero invisible, es justo, pero no es así. Lavar dinero visible con obras invisibles es un gran negocio de la actualidad”.

Pero no todos piensan igual sobre Garau. Por ejemplo, para Gladys Lucía Ramírez –decana de la Facultad de Artes Visuales de la Fundación Universitaria Bellas Artes– fue interesante que una casa de subastas acordara con el artista la venta de una obra de arte invisible. Para ella, esto indicó que la conciencia de las obras sigue tan vigente como las obras de arte perceptibles.

“La mayoría de personas prefieren una obra que se pueda disfrutar con los sentidos, pero la de Garau rompe esos moldes del consumo del arte y de la producción, para ‘mostrarnos’ una pieza que no podemos ver, y que suscita una serie de preguntas”, expresó.

¿El vacío es arte?

Ramírez explica que la obra de Garau hace parte del modelo de arte conceptual o posmoderno que data de mediados del siglo XX y que tiene una variada posibilidad de caminos para el artista. Este trabaja con la filosofía de convertir lo material y tangible en un concepto o una idea. La historia del arte lo reconoce como una forma de arte plenamente establecida y desarrollada.

Uno de los grandes pioneros del arte conceptual es el artista francoestadounidense Marcel Duchamp, con sus “readymades”, que eran objetos ordinarios que el artista seleccionó, modificó y nombró obras de arte. Duchamp sostenía que con elegir el objeto, reposicionarlo, titularlo y firmarlo, este se convertía en obra, como pasó con su famosa La Fuente de 1917 o –una predecesora de Garau– el envase de cristal que contenía “aire de París” que data de 1919.

“Un objeto invisible que suscitaba muchas preguntas sobre el vacío y sobre lo que es realmente el elemento visible en la obra de arte y, claro, en su intención. Y ese tipo de reflexiones también las hace la obra invisible de Garau”, relató Ramírez.

El alto precio de la “nada”

Entendido el hecho de que la obra de Garau es parte del arte conceptual, queda otra duda, y es por qué una obra invisible tiene un precio tan alto.

Fredy Alzate, artista plástico, magíster y docente de la Universidad de Antioquia indica la posibilidad de que los escenarios de visibilidad viral actuales generan un valor propio del pensamiento de la sociedad del espectáculo, donde cualquier cosa –como el vacío– es susceptible de ser comercializado.

“Creo que acá no podemos pensar netamente desde lo artístico, sino también en lo ‘extra artístico’. Las casas de subastas tienen unos juegos muy cercanos a los del mercado bursátil especulativo. Porque si alguien compra la obra de Garau por este valor, seguramente habrá otros coleccionistas que quieran una similar... eso dispara el precio y entonces, como pasa en el mercado bursátil, se da una burbuja”, explicó Alzate.

Sobre esto, el docente recuerda el caso de la obra For the Love of God –un cráneo de platino con 8.601 diamantes incrustados– hecha por el artista inglés Damian Hirst, comprada por 100 millones de dólares en 2007 y que luego se descubrió que la adquirió una empresa de la que Hirst era socio.

¿Pesa el vacío en la historia?

La obra de Garau ahora “se ve” gracias al revuelo causado y es bueno preguntar si Io sono tendrá alguna trascendencia en la historia del arte.

Fernando Escobar Neira, director del Área Curricular de Artes de la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín, señala que eso es difícil de saber.

“Yo no tengo la bolita de cristal, pero creo que ese tipo de reinados de belleza de ‘el nombre y la obra’ se están disolviendo, para darle paso a pensar en nodos problemáticos o polémicos para abordar la cultura actual. Ya no estamos en las ‘Bellas Artes. Estamos en el arte contemporáneo. Ya veremos que pasa con Garau, pese a que tiene coterráneos más visibles –como Maurizio Cattelan (autor de Comedia, el famoso plátano pegado a una pared con cinta industrial)– que tienen una relevancia global y que también se ríen de su trabajo y de todo este sistema y del ‘tinglado’ (maquinaciones) del mercadeo. Pero ahora mismo solo lo veo como una noticia bomba”