La “pinta” silletera sigue su tradición
El vestuario oficial que usan los silleteros es una mirada al pasado a través de los ojos del presente.
Cuando los silleteros de Santa Elena se preparan para el desfile prestan casi tanta atención a la obra que llevan a sus espaldas, como a las prendas que traen puestas. Ellas cuentan la historia de sus ancestros campesinos y arrieros cuyo legado perdura hasta la actualidad. “Si nosotros no nos ponemos ese atuendo para cargar las silletas, es mejor que no vayamos porque eso es lo que nos identifica”, afirma José Ángel Zapata, silletero de la finca El Pensamiento.
El atuendo al que se refiere es el que han portado desde 2015, cuando un comité compuesto por figuras de la ciudad como Alicia Mejía, exdirectora de Expoartesano; Juan Luis Mejía, exrector de Eafit; y Lina Moreno, exprimera dama de la nación, propusieron un rediseño al vestuario anterior.
Desde entonces estas prendas son las que usan para eventos oficiales de la Feria de las Flores, como el desfile que se celebrará el domingo, y para representar la cultura silletera, que fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, en otras ciudades del país y en el exterior, “Así nos reconocen acá y en cualquier parte”, comenta Zapata.
Para elaborar la nueva propuesta, el comité contactó al diseñador Camilo Álvarez, quien formó equipo con Miguel Mesa, un diseñador interesado en tradición e historia del vestuario. Una vez conformado el equipo, se llevó a cabo una exhaustiva investigación que involucró consultas a material fotográfico del archivo de la Biblioteca Pública Piloto y a referentes escritos sobre los campesinos de Santa Elena que bajaban a Medellín a vender sus flores en las primeras décadas del siglo XX.
Sin embargo, hacer una réplica de las prendas de aquella época no tenía mucho sentido, pues los silleteros de hoy tienen necesidades diferentes a las de sus antepasados. “Ellos retroalimentaban los avances que hacíamos con los diseños y de esas conversaciones surgieron elementos que no podíamos saber a partir de la investigación”, cuenta Camilo.
Uno de estos, por ejemplo, fue un bolsillo interno para guardar los celulares, algo que claramente no era indispensable en los años 20. “Ese tipo de cosas funcionales son muy importantes y surgen de la conversación porque, como espectadores, no sabemos qué significa hacer parte de un desfile que dura todo un día, bajo el sol”, explica el diseñador.
Conservando la tradición
Más allá de estas adaptaciones, los elementos históricos primordiales permanecen. La base del vestuario para los hombres comprende el pantalón, la paruma, la camisa y la mulera; y para las mujeres, la falda, la camisa, la mantola y el pañuelo.
A esto se suman las artesanías que adquieren un papel protagónico. El sombrero tejido en Aguadas, Caldas, a partir de palma de iraca; la ruana, negra por un lado y roja por el otro, de artesanos en Boyacá; la vaina del machete y el carriel elaborados en Jericó, las alpargatas para los hombres y las cotizas para las mujeres.
Además de esto, hubo otros aspectos que se modificaron con respecto al vestuario anterior con la intención de mantener cierta precisión histórica. Uno de ellos fue cambiar el color del pantalón y de la falda de negro a azul añil o índigo. La tonalidad oscura resulta muy práctica para el oficio de los silleteros y se encontraron menciones a este color en los textos de referencia.
Otro elemento importante es el cuello de las camisas que pasó de ser uno tradicional a uno en banda o estilo Mao, como también se le conoce. “Esto lo encontramos en las fotografías y nos pareció una actualización muy solemne porque deja descubierto el primer botón, que muchas veces se hacía en un material especial que podía ser alguna piedra o un acabado para diferenciar al maestro artesano de otros oficios”, comenta Álvarez.
Así, estas actualizaciones a la vestimenta refrescaban la pinta de los silleteros sin quitarles protagonismo a las estrellas del desfile: las silletas.
Aliados estratégicos
Un reto importante en el proceso de la elaboración de estos trajes es que, además de tener en cuenta el patrimonio y la tradición, también debía ser una propuesta viable para la fabricación masiva pues se trata de un vestuario para más de 500 silleteros. En ese sentido, el diseñador resalta que los aliados que tuvieron para fabricar las prendas fueron de suma importancia.
En la parte de los insumos, Fabricato fue el responsable de los textiles. Se utilizaron telas 100% en algodón por la frescura que estas aportan, sobre todo durante el Desfile de Silleteros que es una jornada larga bajo el sol. Por su parte, la confección estuvo en manos de Didetexco, perteneciente al Grupo Éxito. Y para los accesorios, se contactaron diferentes grupos de maestros artesanos en el país para cumplir con la demanda.
Así, de este esfuerzo colectivo entre silleteros, creativos, gobierno y empresa surgió una de las manifestaciones más importantes de la cultura silletera que, aunque está anclada en la tradición, tiene su mirada puesta en el futuro