Cultura

Para los cargueros no es un viacrucis

La procesión de Santa Gertrudis, en Envigado, es una de las más tradicionales. Es Patrimonio inmaterial y cultural del país.

Periodista, apasionado por el cine, la televisión y el fútbol. Egresado de la U. de A, y envigadeño de nacimiento y residencia.

20 de abril de 2019

Sobre los hombros de estos cargueros no solo descansan más de dos toneladas de peso, de cada uno de los pasos, sino que se sustenta una de las tradiciones religiosas y culturales más arraigadas en Envigado: la procesión del viacrucis de Santa Gertrudis.

A lo largo del recorrido, de no más de un kilómetro y medio, alrededor de las 18 estaciones que integran el viacrucis se congrega una multitud, que por momentos dificulta el paso de las estructuras que soportan las imágenes religiosas.

Cálculos empíricos hablan de que cerca de 50 mil personas salen cada año a ver el paso de la procesión.

Es tanta la gente en las calles, que el cortejo puede demorar tres horas para transitar por las 15 cuadras que separan su punto de partida y la llegada al parque principal.

La Semana Santa, por el fervor de los fieles, valor histórico de las imágenes y la ascendencia entre los ciudadanos, fue declarada en 2016 Patrimonio Inmaterial y Cultural de la Nación.

Toda la vida

Juan Carlos Ochoa Díez es uno de esos envigadeños que vibra con esta temporada santa, lleva 35 años como carguero y organizador de la Séptima estación, en la que se recuerda la segunda caída de Jesús en su camino al Calvario.

Esa pasión la heredó de su padre Gabriel Ochoa, de que no ser por problemas médicos, a raíz de un accidente de tránsito, hoy a los 72 años estaría poniendo el hombro en el paso. Gabriel sigue siendo el pilar de esta cofradía, gracias a su experiencia y fervor.

“Esta estación nació en 1967 como iniciativa de un grupo de amigos y así queremos que siga siendo”, recuerda Ochoa Díez, al anotar que en los años 80 sufrió la pérdida de dos imágenes, tras un incendio en una imaginería, que fueron posteriormente reemplazados.

Tras el esfuerzo físico de la mañana del viernes, que en muchos cargueros provoca hematomas y laceraciones en la piel, Juan Carlos volvió a “cargar” en la noche, durante la peregrinación del Santo Sepulcro.

Más de 50 años

Rafael Ramiro Velásquez Correa, que se presenta como envigadeño de nacimiento, acompaña su cofradía desde hace más de 50 años y aunque actualmente no puede hacer el esfuerzo de cargar siempre va adelante de la estación.

“Fue diseñada por el padre Julio Jaramillo, ya fallecido, y elaborada por el escultor Pablo Estrada”, rememora Velásquez Correa, mientras esperaba el inicio del Viacrucis.

En cada una de las estaciones se vivencia un tema generacional, como hijos y nietos van relevando a sus padres y abuelos como cargueros, tendencia que permitirá perpetuar esta tradición a lo largo de los años.

El cortejo finalizó, como sucede cada año, en medio de un aguacero, que no impide el paso de las cofradías en medio de la lluvia.

Aunque algunas figuras, en especial las más antiguas y de tradición, son protegidas con plásticos la procesión no se detiene hasta llegar al destino final, el atrio del templo de Santa Gertrudis. En la memoria de ninguno de los cargueros está el dato de una suspensión de una procesión a causa de una tormenta.

Con una oración en grupo, tal y como sucede al inicio de cada viacrucis, los cargueros se despiden después de una pesada jornada.