30 años lleva una leyenda del rock
El álbum debut de Guns N’ Roses, Appetite for destruction, dejó una marca en la música que no
se borra. Su furia sigue vigente.
Periodista de educación y fanático de los videojuegos, los cómics, el rock y el cine.
La invitación a la jungla la hizo Axl Rose, de Guns N’ Roses, por primera vez, como parte de ese grito rockero en el que se convirtió el primer álbum de la icónica banda, Appetite for destruction: “Welcome to the jungle! we’ve got fun and games, we got everything you want honey, we know all the names”.
Hoy el disco cumple 30 años de su lanzamiento y sigue tan vigente como lo fue a finales de los 80. Tanto que sus fanáticos siguen pidiendo Paradise City, Welcome to the jungle y la inmortal Sweet child o’ mine cada vez que se presentan, como lo hicieron en Medellín el pasado 23 de noviembre.
Sin embargo, para que el disco se convirtiera en leyenda (es el álbum debut de una banda de rock más vendido en la historia con cerca de 30 millones de copias) tuvo que derrotar a la censura, que solo sirvió como preámbulo de su éxito.
Appetite for rock
El primer trabajo de la agrupación conformada en ese entonces por Axl, Slash (guitarra líder), Izzy Stradlin (guitarra rítmica), Duff McKagan (bajo) y Steven Adler (batería) se lanzó el 21 de julio de 1987 en Estados Unidos, de la mano de Geffen Récords.
Una época en la que las bandas de heavy glam como Poison o Mötley Crüe controlaban el circuito rockero.
“En ese momento se convirtió en una ventana que se abría para el hard rock, en el que se fusionaban el romanticismo con el rock duro”, cuenta Hugo Caro, director del bar Rock Symphony.
Una combinación que les valió ubicarse en el puesto número 11 de la lista de los discos más vendidos en la historia de la música en Estados Unidos, país en el que vendió 18 millones de copias.
El camino a la cima fue empinado. El primer ataque lo recibió antes de salir al mercado. La banda tuvo que cambiar la portada original del disco, en la que aparecía un robot y una chica, pues los vendedores se negaron a ponerla en sus anaqueles por ser muy explícita.
Por ello, se decidió usar la carátula con la cruz celta y los integrantes como calaveras (ver imagen), la cual seguía siendo ruda y mantenía la identidad de la banda.
El segundo tropiezo llegó de manos de MTV. El canal de videos se negó por varios meses a pasar el videoclip de Welcome to the jungle. Sin embargo, luego de la insistencia del editor de discos David Geffen la canción se vio en el canal un domingo a las 5:00 a.m.
Pese al horario, MTV recibió miles de llamadas después de esa primera emisión para que pasaran de nuevo el video. Una canción que llevó a Appetite for destruction a lo más alto de las listas.
“Este disco me gustó mucho por sus arreglos y sobre todo por la guitarra de Slash, que aunque tiene mucho del heavy llevaba las raíces del blues que empataba perfecto con el rock de los 80”, explica Carlos Agudelo, crítico de música y presentador del programa El templo del rock.
¿Y su mejor canción?
Los consultados concuerdan en que el poder de Welcome to the jungle es innegable, Paradise City es hard rock duro, pero ¡Sweet child o’ mine es el tema!
“El punteo de esa canción es especial. Es un clásico del rock, un himno”, expresa el gestor cultural Alirio Cuervo.
El tema que dura casi seis minutos fue el único número uno de los sencillos de la banda en la lista Billboard hot 100 de Estados Unidos. Sus ventas alcanzaron el millón de copias en EE. UU., y ello les dio un disco de platino.
Hoy, tres décadas más tarde, ese apetito por la destrucción rockera que dejó Guns N’ Roses todavía no se sacia. Las 12 canciones que lo componen producen esa gula por el hard rock que no muere.