Música

“Aún no estoy muerto”: Phil Collins

Phil Collins terminó esta semana, en Puerto Rico, su gira latinoamericana después de 23 años sin cantar en el continente. EL COLOMBIANO fue testigo de uno de sus conciertos.

Periodista, presentadora y locutora. Fui DJ de radio, reportera de televisión y ahora disfruto el ejercicio de escribir a diario. Melómana, cinéfila y seriéfila.

26 de marzo de 2018

Viste todo de negro y usa gafas redondas. Camina despacio, sale por un lado del escenario. Los músicos ya están ubicados. Él sostiene un bastón con la mano izquierda. Da un par de pasos. Se detiene ante la ovación del público, 15.000 personas en la primera fecha, de dos, que tuvo en Ciudad de México este marzo.

Observa la euforia de los asistentes al Palacio de los Deportes. Sonríe. Con la mano derecha se toca la boca y lanza un beso al público, a ese que no veía hacía más de 2 décadas. Camina unos pasos más. Ubica el bastón en el espaldar de una silla giratoria. Se sienta, agarra el micrófono y saluda: “Hola México, muchas gracias”. Los aplausos y gritos continúan.

Ese, que camina despacio, es Phil Collins. Sí, el que antes en sus conciertos corría de un lado a otro del escenario y presumía de sus capacidades musicales en la batería, el instrumento que empezó a tocar desde los 5 años.

Hoy, el artista británico tiene 67 años, incluyó a América Latina en una gira que hace: “a pasos de bebé”, como lo dijo en el programa The Tonight Show de Jimmy Falon. Las primeras fechas incluyeron varios conciertos en Inglaterra, Alemania y Francia. Not dead yet, (Aún no estoy muerto), se llama el tour, así como un libro autobiográfico que lanzó en 2016 y en el que habla abiertamente de sus fallidos matrimonios, sus hijos, el éxito, el fracaso, el alcoholismo y su salud.

Phil Collins, uno de los músicos referentes del pop de los 80, tiene que cantar sentado. Lo contó en su libro: tiene ocho tornillos en la columna, varias cirugías y además se fracturó dos veces el pie derecho en 2015. “Es posible que todas esas inyecciones de cortisona para aliviar las cuerdas vocales (mientras andaba de gira) hayan contribuido a que mis huesos sean un tanto quebradizos. Me echaría a reír si no me doliera tanto”, escribió.

En algunos de sus conciertos en Europa el año pasado se excusó con el público por cantar así, sentado, pero especificó: “esto no va a afectar mi entusiasmo”. Ahora no lo explica y no se escuchan reclamos.

Tito López, actual consultor en programación musical de las emisoras de Prisa Radio en Costa Rica preguntó, por curiosidad, en su cuenta de Facebook, si pagarían por ir a ver un concierto en el que el artista principal no se puede parar de su silla, explicando la situación actual del británico. La respuesta fue unísona: “sí, es Phil Collins”.

López, exdirector de Veracruz Stéreo en Medellín precisó que su esposa y su hija fueron a este concierto, el primero de Ciudad de México, y que a él le tocó quedarse en casa, “me hubiera encantado ir a ver a Collins. Hoy la gente va por la parafernalia. Yo voy por la música”, y el cantautor la tiene: ocho álbumes de estudio, dos bandas sonoras, dos discos recopilatorios y 45 sencillos. 150 millones de discos vendidos como solista y 155 millones como parte del grupo Genesis.

“Todo esto tiene lugar justo en un momento en el que, medio inválido, renqueante y cojo, probablemente preferiría que nadie me mirara”, precisó Collins en su autobiografía en donde explica además, que tiene problemas en el oído izquierdo desde hace más de una década, que en algún momento tuvo problemas con su voz y, peor aún, con su confianza. Sí, uno de los artistas más exitosos de las décadas de los 80 y 90 tuvo problemas de autoestima.

Dejó las giras en solitario en 2005, las de su banda Génesis en 2007 y los estudios en 2010. “Estaba convencido de que eso era todo”, detalló.

Un concierto en Miami, de su fundación llamada Little Dreams (con la que cumple los sueños de jóvenes talentos sin recursos) lo obligó a subir al escenario en 2016, “estaba listo para ese concierto pero no para una función completa”. En ese show cantó 4 canciones. Ahora es más complejo estar parado en un concierto completo.

Así como Collins, grandes leyendas de la música como B.B King y Jack Russell (Great White), terminaron cantando sentados. Así lo recuerda Joaquín Pérez Ramírez, locutor de La X: “Si bien el espectáculo y la dinámica con el público cambia, el cariño con el artista es suficiente para superar esta situación”. Y el afecto llenó los 14 escenarios en los que se presentó en el continente.

El espectáculo

“Are you ready?” (¿están listos?), dijo luego de sentarse en su silla y saludar al público mexicano. Ante un “yes” como respuesta comenzaron a sonar los acordes de uno de sus éxitos, Against all odds (Take a look at me now), canción número uno en el mundo en 1984, con la que consiguió su primer Grammy y su primera nominación al Óscar.

El concierto siguió con éxitos como Another day in paradise, Easy Lover, In the air tonight, Separate lives y algunos de Genesis como Throwing It All Away, Invisible Touch y Follow you, follow me.

Lo acompañan músicos de trayectoria, la mayoría son los mismos que estuvieron con él en sus años fulgurantes como solista: Daryl Stuermer en la guitarra y Leland Sklar, en el bajo, por ejemplo. Se conocen muy bien y siguen al artista, a pesar de sus “achaques”. Su voz, comentaban los asistentes, es la misma. Ese tono particular, que lo hizo bajarse de la batería y asumir el liderazgo de Genesis tras la salida de Peter Gabriel, es inconfundible, a pesar de que ya no asuma notas altas en canciones como Sussudio, a la que le bajó un par de tonos.

La batería

Si hay algo que se le atribuye al señor Collins es el aporte del sonido de los tambores en sus canciones. José Lopera, exbaterista de Ekhymosis explica que el británico le aportó elegancia a la manera de interpretar este instrumento, además por la forma en que incluyó el sonido de la batería en sus composiciones. “Uno ve los videos suyos tocando y se nota el gusto por el instrumento. Para mí ha sido una gran influencia por su estilo y finura al tocar. Es un icono de la música de los 80, sin duda”.

Ese sonido característico comenzó por un movimiento de micrófonos en el estudio. Sus transiciones de batería, conocidas en el argot musical como fill, marcaron la historia del pop de los 80, la de In the air tonight, por ejemplo, es uno de las más famosas del pop.

Desde hace varios años, Collins no toca batería, sus manos ya no funcionan con la celeridad con las que las movía años atrás. Explicó que en la gira con Genesis en 2007 sintió un problema en su brazo izquierdo: “No podía sostener las baquetas”. En Suiza se operó la columna dado que sus vértebras se encontraban en “pésimas condiciones”, según un primer diagnóstico médico. Después de la cirugía aún le quedaba imposible sostener algo en su mano izquierda, es zurdo y ni el cuchillo del pan era capaz de agarrar.

Un nuevo dictamen, meses después, le precisó que un nervio, al interior del codo izquierdo, estaba fuera de lugar. Dos cirugías más en 2008. Ese año, su representante, Tony Smith, le propuso hacer un álbum de versiones. Como no podía sostener la baqueta con la mano izquierda, se la pegó con cinta para la grabación, porque él quería hacer la parte del instrumento. Una situación llevada al límite y para nada ideal. “Por fortuna las partes eran muy básicas”, dijo, y terminó el disco llamado Going Back.

En 2011, la mano, para la batería, dejó de funcionar, y el Collins da por terminada su carrera. En esos años de silencio el alcoholismo marcó su vida. Llegó al límite, “te vas a morir si no haces algo al respecto”, le dijo un médico que lo trató. Por sus hijos (tiene cinco, 41 años el mayor y 13 el menor) buscó ayuda y aunque el regreso no estaba planeado en ese momento, todo se fue dando.

En ese show benéfico de 2016 fue su hijo, Nicholas Collins, una de sus motivaciones. En ese momento tenía 14 años y se aprendió las canciones en la batería. Tocó el instrumento por primera vez con él en ese espectáculo en Miami. “Nic hizo sus deberes con ganas. Es más: es mejor de lo que era yo a su edad. Al igual que ocurre con todos mis hijos, no quepo en mí de orgullo paterno”, escribió.

Ahora Nic lo acompaña en esta gira internacional. En sus conciertos es el último de la banda al que presenta. La ovación en México fue abrumadora. No es solo por ser el hijo del artista. El público le reconoce su trabajo. “Qué buen relevo”, dijo al final del show un señor que viajó solo desde Veracruz a Ciudad de México a ver el concierto y que vio a Collins en vivo, en sus años de gloria en 1995. En la mayoría de notas de prensa de esta gira, los medios han resaltado la destreza del adolescente al frente de la batería.

Nic Collins tiene su propia banda de rock llamada Fifty Eight Hundred. Hoy suma la mayor experiencia musical de su vida: tocar junto a su padre en una gira completa. “Sí, Nic es muy bueno, de verdad. Muy, muy bueno”, concluyó el artista.

El británico no se presentó en Colombia. Aunque después de la cancelación del concierto de Paul McCartney ha habido llenos en shows como el de Bruno Mars y Depeche Mode, nunca se sabrá si un concierto de Phil Collins hubiera llenado algún escenario en el país. A pesar de ello varios colombianos viajaron a México, y otros nacionales que viven en las ciudades que incluyó la gira aprovecharon la ocasión para ir a este espectáculo.

Las boletas de todos los shows latinoamericanos lo decían: “El legendario Phil Collins” en vivo. Y es que a pesar de sus años, sus problemas de salud y la tormenta que fue su vida, hoy es todo un hito en la industria musical.

Terminó el concierto una hora y media después. Salió del escenario, caminando despacio tal cual entró y más ovacionado aún. Se despidió y siguió su marcha al camerino: “Allí absorbo todo, recordando los aplausos, pensado, cuánto lo echaba de menos”. La leyenda ha regresado.