Música

Batuta arma una “vaca” para llevar música a todo el país

La Fundación Nacional Batuta tiene un hueco de $10.000 millones que dejó de percibir del Gobierno. El programa, de 33 años, va a 32 regiones. Está en riesgo.

Editor General Multimedia de EL COLOMBIANO.

26 de mayo de 2025

Aurorita tiene ahora catorce años y vive en la ranchería San Felipe, en el municipio Paraguachón, en La Guajira. Su casta tiene como animal guía a la serpiente. Vive con su abuela y su madre. Un día un profesor de Batuta llegó a la escuela para enseñarles a ella y a sus amigos los misterios de la música: “Yo no sabía de esto de Batuta, pero empecé ahí. Aprendí los valores, el respeto. La Fundación fue la que me dijo que ahí había niños para educarse”. Hoy, niños como Aurorita necesitan que Batuta se fortalezca ante la falta de dinero, ante un hueco que deja el Gobierno Nacional que se ha centrado en el programa Sonidos para la paz.

Batuta nació en 1991, de un modelo de educación musical que empezó en Venezuela para preparar a niños de todo el país en música clásica europea. Hoy, más de treinta años después, en Colombia se han beneficiado de este modelo educativo 1 millón de menores, que se ha sostenido casi en un 70 por ciento por presupuesto de la nación con inversiones por un orden de entre 18.000 y 23.000 millones de pesos.

Así se han impactado cada año a más de 20.000 niños, niñas y adolescentes en los 32 departamentos del país, con 169 centros musicales. Dice Lucía González Duque, presidenta de Batuta: “Llegamos a municipios Pdet (Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial) y Zomac (Zonas Más Afectadas por el Conflicto Armado), estamos hablando de la Colombia profunda. Y no es solo formación musical, también hablamos de formación integral, porque con cada profesor de música llega un profesional de soporte integral”.

Hoy, esa presencia nacional corre el riesgo de perderse —como decíamos más arriba—, la inversión del Gobierno Nacional que llegó a los picos de los 23.000 millones ahora es de 13.000 millones, y solo para operar el programa Sonidos para la paz, una apuesta formativa musical operada por cinco universidades y Batuta, pero actuando solo como operadores, se trata de impartir clases y adiós.

“Este panorama ha representado que entre el año pasado y el presente unas 130 personas se desvincularan de Batuta; teníamos 136 centros musicales y logramos rescatar 26 centros con nuestro modelo, y la operación del proyecto de Sonidos para la construcción de paz, donde hacemos lo que el Ministerio nos pide, y ahí tenemos 86 municipios... el problema es que esta falta de presupuesto nos deja un hueco grande para nuestro modelo. Y digo que Sonidos para la construcción de paz es un gran programa, muy plausible”.

Por esto Batuta anunció la campaña Colombia abraza a Batuta, “una estrategia de movilización ciudadana, empresarial e institucional que busca recaudar $3.000 millones de pesos antes de octubre de 2025. Estos recursos permitirán garantizar la operación básica de la entidad, mantener centros musicales en funcionamiento y responder a la alta demanda de programas de formación en los lugares que más lo necesitan”.

En un comunicado de prensa, Batuta precisó su impacto que el 98% de sus participantes son de estratos 1 y 2, y más de la mitad fueron impactados por el conflicto armado; así, no es de menos entender que el 97% dicen que fortalecieron su desarrollo emocional con más autoestima, resiliencia y bienestar; el 96,6% mejoró sus recursos personales y sociales.

En el canal de Youtube que tiene Batuta aparece un pequeño video de no más de cuatro minutos en el que Carolina Mendoza, quien empezó a estudiar música con la Fundación, cuenta su historia: “Toco la viola y estoy haciendo ahora mi máster en Maastrich, Países Bajos”. Lo dice así, corto, sucinto, como quien resume un milagro, una proeza.