Los errores más comunes al hablar
Puede que ya no diga “haiga”, “quepo” o “comistes”. Sin embargo, cuídese de otros errores comunes al hablar.
Comunicador social. Periodista del área de tendencias. Me interesan la ciencia, el lenguaje, la sociedad y el internet. Me gusta responder las preguntas que se hace la gente cuando se hace preguntas.
“Escribir mal es como tener una mancha de huevo en el esmoquin”, dice un aforismo de Daniel Samper Ospina. Más allá de lo escrito, la máxima puede extrapolarse al campo de lo hablado, y dar pie a algo así como “hablar mal es como tener mal aliento”.
La forma en la que una persona habla (las palabras que usa, sus expresiones, su tono, etc.) dice mucho de sí. Es un tema que las ciencias de la comunicación han estudiado desde hace casi un siglo y sobre el que otros campos del conocimiento como la filosofía (la dialéctica, por ejemplo), la psicología (psicolingüística) y la matemática (la lógica) también tienen algo qué decir.
Desde asuntos como pronunciar escena como si tuviera una x intermedia hasta traducir un término de otro idioma y pensar que significa lo mismo en español, los errores en el habla son muchos y suelen ser cotidianos, repetidos una y otra vez en las charlas entre la gente.
Con esto, ¿nos preocupamos tanto por hablar bien como lo hacemos por escribir?
Todo tipo de barbarismos
“Yo pienso de que está haciendo mucho calor”, dice alguien, y usted lo tilda de barbaridad. Y, aunque llamarlo de esa forma es tener la razón parcialmente, pues esa persona cometió un exabrupto lingüístico, usted también estaría incurriendo en un error: el término adecuado para este tipo de errores es ‘barbarismo’.
Definido por la RAE como una “incorrección lingüística que consiste en pronunciar o escribir mal las palabras, o en emplear vocablos impropios”, o usar un “extranjerismo no incorporado totalmente al idioma”, el término reúne la mayoría de errores comunes que la gente comete al hablar.
La lingüística estudia, entre otros, este tipo de accidentes, y los agrupa en tres categorías que explican dónde está el error, cómo corregirlo y, en mayor o menor medida, de dónde viene.
El sonido también importa
Por supuesto, no es un error si alguien tiene una incapacidad congénita o accidental para pronunciar un sonido como el de la s. Pero quienes pronuncian taxi como “tacsi”, o prever como “preveer” no suelen tener este tipo de limitaciones.
Los errores de dicción y fonética aparecen regularmente en palabras con sonidos como el de la x, o combinaciones de letras como sc. Es el caso del término “acsequible”, que nació como una mezcla entre accesible (“de fácil acceso o trato”) y asequible (“que puede conseguirse o alcanzarse”) y suele usarse indistintamente entre ambas palabras.
Un listado que reúne los errores más comunes al hablar, realizado por Cleóbulo Sabogal, jefe de Información y Divulgación de la Academia de la lengua Colombiana
y publicado en la revista Semana, añade a la lista de errores de pronunciación términos como prever, que suele decirse como si tuviera dos e, como preveer, y la palabra libido, sin tilde, y pronunciada erróneamente como “líbido”.
En algunos casos, la necesidad de inmediatez al hablar concibe estas equivocaciones, explica Sonia López, profesora de la Universidad Eafit.
El queísmo, por ejemplo, omite una preposición (usualmente “de”) en oraciones donde es necesaria: la forma adecuada de “no me di cuenta que habías venido” es “no me di cuenta de que habías venido”, “en caso que no venga, tú y yo lo llamaremos” debe ser “en caso de que no venga, tú y yo lo llamaremos”, e “insisto que te vayas” es “insisto en que te vayas”.
“Esto ocurre por economía lingüística, rapidez. El habla cotidiana es veloz y la gente busca el máximo efecto con el mínimo esfuerzo”, dice López.
El origen de las cosas
Aparece en títulos de libros, guías turísticas, y tiene un uso generalizado para describir situaciones grotescas. Sin embargo, “bizarro” no quiere decir raro, extravagante o caricaturesco. Todavía más, en contados casos el término se usa como una las dos acepciones que recoge la RAE: “valiente” o “generoso”.
En este caso el error es fruto de un anglicismo, una traducción forzosa que procura dar al término bizarro el mismo sentido que tiene en inglés: extraño, peculiar, excéntrico.
Como este, el desconocimiento del origen o sentido de las palabras puede llevar a que sean usadas de forma equivocada. Ocurre, por mencionar un caso común, con las locuciones latinas, aquellas expresiones en latín con significados válidos en español.
Así, la gente llega a decir “inso facto” o “iso facto” en vez de “ipso facto”, que significa “inmediatamente o en el acto”. También está “grosso modo”, a la que añaden una preposición innecesaria antes: “a grosso modo” o “en grosso modo”.
En otros casos se ignora que el término extranjero ya tiene una versión en español, como el todavía usado “carnet”, cuyo equivalente castellano existe y es carné.
Sumado a esto, otros errores comunes asociados al desconocimiento de la escritura adecuada de una palabra y a su significado son la palabra hiperactivo, que algunos confunden con “imperativo” y pronuncian como tal, y las conjugaciones de verbos como haber (“haiga” en vez de haya) o caber (“cabo” en vez de quepo).
Construir las oraciones
Opuesto al queísmo, el dequeísmo añade una preposición que no hace falta en enunciados como “pienso de que” (debería ser “pienso que”) o “me dijo de que” (“me dijo que”).
Paradójicamente, el fenómeno aparece en algunos casos por algo llamado hipercorrección, donde la gente se preocupa tanto en no incurrir en errores que añade partículas innecesarias al habla.
Otros casos del mundo de la sintaxis, que estudia la forma como se combinan las palabras entre sí, son los pleonamos, una suerte de redundancia donde hay términos innecesarios, comunes también en la escritura: construcciones como “lapso de tiempo” (la palabra lapso significa precisamente eso), “funcionario público” (los funcionarios son aquellas personas que “desempeñan profesionalmente un empleo público”), o la familia completa de “bajar para abajo”, “subir para arriba”, “verlo con mis propios ojos”, etc.
Cómo evitarlo
Las herramientas primordiales para hablar mejor pasan por el clásico diccionario hasta ayudas tecnológicas que corrigen su pronunciación. Aparte de ofrecer el diccionario de la lengua española por completo en línea, la RAE permite también acceder al diccionario panhispánico de dudas, donde puede consultar el uso de expresiones en otros idiomas, entre otros.
También, la Fundación del español urgente, de la agencia Efe, Bbva y asesorada por la RAE, responde dudas dirigidas a sus cuentas en redes sociales y publica artículos donde se explica por qué, por ejemplo, se recomienda el uso de la expresión “con base en”, en vez de “en base a”, como en la frase “con base en las estadísticas”.
Si es cuidadoso, es poco probable que la próxima vez que use esmoquin esté manchado de huevo. Puede lograr el mismo efecto si se preocupa por hablar mejor.