Sigmund Freud y su conexión con el cine
Este fin de semana se celebran 160 años del natalicio del padre del psicoanálisis, cuyos pensamientos aún influyen en el mundo.
El creador del psicoanálisis Sigmund Freud (Moravia, 1856 - Londres, 1939) fue representado en el cine al menos en veinte ocasiones, y en otro buen lote en diversas series de televisión. Una pequeña contradicción, considerando que el maestro no tenía una relación muy próxima con el séptimo arte.
Su primer desencuentro con el cine fue en 1924, cuando el productor Samuel Goldwin, cuya empresa más tarde pasó a integrar la Metro-Goldwin-Mayer (MGM), viajó de Estados Unidos a Europa con el propósito de visitar a Freud.
Buscaba un asesoramiento psicoanalítico para sus guiones, lo que podría añadir una cierta legitimidad científica a las películas, con el objetivo de conquistar a un público más amplio. El científico ni siquiera quiso verlo, pese a la gran suma que el productor le ofreció.
Poco tiempo después, el cineasta austriaco Georg Wilhelm Pabst empezó a producir Misterios de un alma, que se estrenó en 1926. Esta es considerada el debut del psicoanálisis en el cine. Su intención era hacer un filme de divulgación científica que pudiera ilustrar y difundir los fundamentos y técnicas de la nueva disciplina, a partir del relato de un caso clínico.
Para eso, sus productores buscaron a Freud y a otros especialistas en psicoanálisis para que les ayudaran en el guión. Dos de sus primeros discípulos llegaron a colaborar activamente, pero el maestro rehusó cualquier participación en el proyecto. Simplemente no creía que el cine fuera capaz de “ofrecer una representación plástica satisfactoria” de su teoría, y también temía por su vulgarización. “Preferiría no tener nada que ver con esa película”, escribió Freud a los productores.
A pesar de no creer en cualquier relación posible con el cine, Freud vio sus enseñanzas incorporadas cada vez más por el séptimo arte, no solo en la construcción de los guiones, sino también en el lenguaje visual, en consonancia con las vanguardias artísticas de su época. De ahí surgió la más influyente película del cine surrealista: Un perro andaluz, de Luis Buñuel.
Como personaje
23 años después de su muerte, Freud apareció por primera vez como personaje de un largometraje en Freud, pasión secreta de 1962, del norteamericano John Huston.
De una manera didáctica y biográfica, la película muestra al médico austríaco en los primeros años de su trayectoria profesional, cuando empezó a desarrollar los pilares de su teoría, basada principalmente en el funcionamiento del inconsciente, la sexualidad y en el complejo de Edipo.
Freud vuelve a los largometrajes en Elemental, doctor Freud (1976), del director norteamericano Herbert Ross. En esta comedia, Freud ayuda a Sherlock Holmes, el famoso investigador, a librarse de su adicción a la cocaína y también a solucionar un crimen.
En Loco de amor (1983), de Marshall Brickmann, Freud es un fantasma, interpretado por Alec Guiness, que asusta a un psicoanalista que rompe las normas éticas al enamorarse de una paciente.
El último recorrido de Freud en el cine ha sido en el filme Un método peligroso, película de David Cronenberg. Esta vez los personajes reales de tal relación amorosa son el psicoanalista Carl Jung (Michael Fassbender) y Sabina Spielrein (Keira Knightley), una paciente que acabó convirtiéndose en su amante y, más tarde, en psicoanalista.
Freud, interpretado por el actor neoyorkino Viggo Mortensen, vuelve a ser representado como un personaje duro y serio, en conflicto constante con Jung, no sólo por el comportamiento profesional de su discípulo, sino también en un dilema teórico por haberse ido distanciando cada vez más de las ideas del maestro.