Con una función en el Mamm la película Yo vi tres luces negras comienza su temporada en cines
El largometraje fue escrito y dirigido por Santiago Lozano Álvarez. Este es su segundo trabajo de largo aliento.
Periodista, Magíster en Estudios Literarios. Lector, caminante. Hincha del Deportes Quindío.
El 9 de mayo llega a las carteleras de los cines colombianos Yo vi tres luces negras, el segundo largometraje de Santiago Lozano Álvarez. Esta película recrea la mirada que las comunidades afro del Pacífico tienen sobre la muerte, el territorio y la vida cotidiana.
La historia sigue los pasos de José de los Santos, un sabedor que perdió a su hijo y que conoce los secretos de la muerte al punto de servirle de guía a las ánimas del purgatorio. Para la construcción de este personaje, Santiago echó mano de su experiencia de investigador y documentalista de la vida y la cultura de las comunidades afro.
El viernes 10 de mayo a las seis y media de la noche se hará una proyección especial del filme en el Mamm. En el evento estará el director de la película.
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¿En qué momento decide que este segundo largometraje se inspire en el viaje de un hombre hacia la muerte?
“De alguna manera la película recoge el tiempo que he estado trabajando en la región del Pacífico colombiano. Allí he hecho documentales y otros ejercicios con comunidades del Pacífico. Uno de esos trabajos lo desarrollé hace unos cinco años a propósito de la declaración de los alabaos y los rituales mortales del Medio San Juan como Patrimonio Cultural de la Nación. Entonces tuve la oportunidad de estar en un proyecto en el cual viajé al Medio San Juan: estuve en la zona de San Miguel y en Andagoya, justo con un compañero de la Universidad Autónoma. Viajé con Mauricio Prieto a conocer a los sabedores y sabedoras de estos rituales. En ese momento entendí que la tradición de estos rituales era una suerte de expresión de resistencia y libertad en medio del conflicto armado en Colombia.
Entonces, eso me generó muchas preguntas. Me pregunté cómo explorar el conflicto a través del universo de los muertos, Todo ese asunto me llevó a crear este personaje, que es José de los Santos, inspirado en muchas historias, en muchos personajes, en muchas descripciones que me hicieron sobre sabedores y sabedoras”.
Ahora hay muchos productos audiovisuales sobre el universo afro y la selva...
“Sí, yo siento que hay un diálogo del cine con las tradiciones, con las expresiones culturales y artísticas de la comunidad afrodescendiente. Esta comunidad ha narrado su cotidianidad a través de la música, la oralidad, la literatura. Dentro de esas narrativas esta película tiene una conversación muy orgánica con esas formas expresivas. Gracias a la ficción se pueden construir mundos posibles que nos hacen reflexionar sobre la realidad, sobre el conflicto, sobre el territorio”.
En su experiencia de investigador, ¿cómo asumen estas comunidades la muerte?
“Para ellos la muerte está muy asociada a todo el asunto de la diáspora africana. Ellos ven la muerte cómo la posibilidad del retorno a la tierra de origen. A partir de ahí se empieza a construir toda una cosmogonía alrededor de la muerte. Ellos no la asumen como el fin de algo sino como la continuación de la vida en otro plano. Entonces creo que hay un asunto muy interesante en cómo se habita y cómo se vive el tema de la muerte. Allá la muerte se convierte en una suerte de libertad.
En las últimas décadas se ha creado una narrativa que retrata el territorio. Esto se hace con líricas que hablan sobre la cotidianidad, la muerte y el territorio”.
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La película ya hizo el circuito de los festivales y ahora llega al gran público...
“Hoy en día tenemos una filmografía muy amplia y extensa, que ofrece miradas interesantes sobre la diversidad. Esto implica que necesitamos más espacios de encuentro con los públicos. Debemos buscar las formas de desligarnos del consumo de un cine muy marcado por la dinámica industrial y comercial. Ese cine es muy agresivo en la creación de imaginarios colectivos sobre lo que es o debe ser el cine. Ahora, es cierto que uno se encuentra con espectadores que se conectan con las películas que se hacen en el país. Cuando voy al cine muchas veces escucho a otros espectadores que han estado en la sala decir que no sabían que eso existía. Hay una suerte de desconexión. Sin embargo, creo que ahí está el trabajo de los directores, las productoras, las distribuidoras y el mismo Estado: debemos generar puentes entre estas maneras distintas de narrar y los públicos”.
Hablemos del proceso de producción y de grabación de Yo vi tres luces negras...
“La película yo la empecé a escribir a propósito de haber sido seleccionado con este proyecto para la residencia del Festival de Cannes. Ahí tuve la oportunidad de tener un trabajo muy intenso, de hacer las primeras versiones del guion. Bueno, más adelante empezamos a sumar coproductores internacionales, Luego, en 2021, logramos el estímulo del FDC, que nos permitió ya empezar, en el 2022, la preproducción y producción de la película. La rodamos durante cinco semanas en Aguaclara, que es una población que está muy cerca a Buenaventura. Y luego durante seis meses estuvimos haciendo ya toda la parte de posproducción: el montaje lo hicimos en México, toda la posproducción de sonido también lo hicimos en México. Luego tuvimos la posibilidad de hacer la posproducción de color en Francia y hacer la finalización aquí en Colombia”.