Atlético Nacional

Exverdolaga Jorge Porras no se olvida de sus raíces

El antioqueño se encuentra radicado en Estados Unidos. A la distancia celebró el título de Nacional, equipo en el que militó.

De niño soñé ser periodista deportivo. Soy sonsoneño, especialista en comunicación y un apasionado de mi profesión.

01 de julio de 2022

Jorge Porras recordó buenos momentos, de su paso por Nacional

Jorge Porras engrosa la lista de exfutbolistas de Nacional que están felices de que Hernán Darío Herrera esté cosechando éxitos con este club. “Chévere que haya ganado otro título la institución y más que lo haya conseguido Hernán con el equipo que lo vio nacer como profesional”, expresó Porras.

El exjugador reconoce que no pudo ver muchos partidos, pero cree que la forma de ser del “Guasca”, como llamaba al “Arriero”, tuvo “una influencia importante, además de su historia, que generó respeto del grupo hacia él y su proyecto de trabajo”.

Él compartía habitación con Herrera, tanto en el paso de ambos por la Selección Colombia, como en Nacional, elenco en el que estuvo cuatro años, entre finales de la década de los 70 y comienzos de los 80.

“En Nacional empezó todo para mí, el entrenador Oswaldo Zubeldía cambió las cosas porque concentraba y entrenaba a doble jornada. Él nos llenó de confianza en lo psicológico”.

El exfutbolista recuerda que hizo parte de la Selección en varios procesos, pero los que más se le vienen a la memoria son los del 79, cuando hizo parte del equipo juvenil, y el del 86 cuando disputó la Copa América.

Aunque en ese entonces pertenecer a la Tricolor generaba sentimientos contrastantes: “La Selección en ese tiempo no ganaba casi, pienso que no teníamos casi confianza en nosotros mismos. La verdad es que en ocasiones nos iba tan mal, que no queríamos ni que nos convocaran”.

Respecto a su vinculación a Nacional, recuerda que su pase valió $300.000. “En ese tiempo era un platal”, dijo entre risas, al paso que recordó que en un inicio llegó para jugar con las reservas. Sus destacadas presentaciones con los jóvenes no tardaron en llevarlo al plantel profesional, con el que salió campeón en 1981. “Tristemente yo no terminé jugando porque tuve una lesión de ligamento colateral y me tuvieron que operar”.

El nivel que mostró en el conjunto antioqueño, en el que generalmente jugaba de central, pero “también de lateral izquierdo y hasta de volante de primera línea me tocó”, lo llevó al América, que en ese tiempo tenía muy buenos recursos y con frecuencia se quedaba con los jugadores de mejor calidad que tenían los verdolagas.

En el elenco vallecaucano vivió una época dorada, fue dirigido por el médico Gabriel Ochoa Uribe. Allí consiguió cuatro títulos y llegó a tres finales de la Libertadores.

“Quizá no logramos el título de Copa porque respetábamos demasiado a los rivales, teníamos con qué, pero nos preocupábamos más por quien íbamos a enfrentar”, indicó, al paso que reveló que veían hasta dos y tres veces un partido que jugaban.

Contó que no le gustó ser entrenador a pesar de que muchas personas le aconsejaban que se inclinara por esta profesión y reconoce que cuando terminó su carrera quedó como en “el aire” y se sentía desubicado, algo que lamenta le sucede a la mayoría de los futbolistas, quienes no cuentan con un acompañamiento psicológico para ayudarlos a cerrar esta etapa.

Recordó que en ese tiempo no se ganaba tanto dinero, por lo que decidió irse a buscar un mejor futuro en Estados Unidos, donde está radicado en la actualidad. “Me pagaban por jugar partidos, me daban hasta 300 dólares”.

Con el pasar de los años debió buscar otras formas de ganarse la vida. Acepta que le sobraron propuestas de negocios turbios para tomar un camino fácil, pero él se mantuvo firme en sus principios. Con esa filosofía se conoció con una familia de italianos, que tienen una empresa de gabinetes de cocina y se convirtió en su mano derecha.

Pero Jorge no se olvida de su tierra, en particular del barrio Belén Rincón, en el que creció. “Tengo muchos recuerdos del barrio, nos encontrábamos en la tienda de Mario Pastel, allí disfrutábamos de un rollo con gaseosa con los amigos, entre los que recuerdo a Yeyo Restrepo”.