Ni la ruda sirvió, Santa Fe rompió la ilusión poderosa y se quedó con el título. Vea los goles
Al conjunto antioqueño se le escapó la séptima estrella y Santa Fe logró su décimo título gracias a un Rodallega, que lesionado, acabó con la poderosa ilusión.
Comunicador Social-Periodista bilingüe, amante de los deportes. He trabajado en Radio Bolivariana, RCN y Telemundo. Actualmente hago parte de El Colombiano.
A Medellín no le sirvió la ruda. No le alcanzaron las oraciones, ni la fe, ni el empuje de toda una ciudad que soñaba con alzar una copa más. No bastó la gran campaña, ni el empate trabajado con coraje en Bogotá. Tampoco le sirvió ser, a los ojos de muchos, el mejor equipo de la serie. Porque en el fútbol no mandan los merecimientos: mandan los goles. Y Medellín, otra vez, se quedó corto donde más importa.
El Deportivo Independiente Medellín salió al Atanasio a pelear con todo. Quería cerrar con broche de oro un proceso que Alejandro Restrepo construyó con inteligencia, valentía y constancia. Y durante buena parte de la final parecía que el destino por fin iba a estar del lado rojo. El gol tempranero hizo estallar el estadio. El pueblo poderoso se abrazó con esperanza, creyendo que esta vez sí, que esta vez el dolor de otras finales quedaría atrás. Pero no. La historia tenía otros planes.
Santa Fe fue más inteligente. Supo esperar, supo sufrir, supo aguantar. Y cuando encontró los espacios, los aprovechó con precisión quirúrgica. Primero fue Harold Santiago Mosquera quien enmudeció al Atanasio con su gol. Y luego, para poner la daga con más dramatismo, apareció Hugo Rodallega. Lesionado, cojo, casi arrastrando la pierna, pero con el alma de los viejos guerreros que no se rinden. Convirtió el segundo y selló la noche que Medellín jamás querrá recordar.
Cuatro finales desde 2016 y ninguna celebración. El hincha rojo ha aprendido a convivir con la frustración, con esa sensación amarga de quedarse en la puerta del cielo. Algunos ya hablan de una maldición, otros de mala suerte, pero lo que es innegable es que el dolor es real. El dolor de quienes alientan, lloran, sufren y creen cada temporada. El dolor de una hinchada que no se merece seguir viendo cómo se escapa la gloria por detalles, por errores, por esos caprichos que solo entiende el fútbol.
Alejandro Restrepo construyó un equipo valiente, un proceso serio, un proyecto que ilusionó. Merecía coronarlo. Pero la vida y el fútbol, como él mismo sabe, no siempre premian al que más lo intenta. A veces, simplemente, te arrebatan el sueño cuando más lo sientes cerca.
En el camerino rojo habrá silencio. En las tribunas, lágrimas. En la ciudad, resignación. Pero también orgullo, porque este Medellín dejó el alma. Y porque aunque la estrella se negó una vez más, la pasión del hincha rojo nunca dejará de brillar.
Revive aquí el minuto a minuto de este partido: