Fútbol Colombiano

El corito celestial, inolvidable para Mr. Bean

Muchas veces criticado y aplaudido, Hernando Buitrago espera ser instructor Fifa. Tiene más de 1.500 fotos con famosos.

Comunicador social periodista de la U. de A. Sigo el fútbol profesional y aficionado, la gimnasia, el voleibol y las otras disciplinas del ciclo olímpico. Redactor de El Colombiano

02 de octubre de 2016

Nueve meses después de retirarse del arbitraje, Hernando Buitrago extraña el espectáculo del fútbol, los viajes y las pretemporadas con sus colegas. “Siento nostalgia de lo que se vivió, pero son etapas, ciclos naturales que se dan, se cierran puertas y se abren otras”.

A los 45 años “colgó el pito”, luego de tres décadas de actividad. Los últimos partidos que dirigió fueron Brasil-Perú, de la Eliminatoria, y Nacional-Cali, de la Liga colombiana, en noviembre y diciembre de 2015. Le queda la satisfacción de haber conocido los cinco continentes, “culturas y celebridades” y asistir a tres mundiales juveniles.

Mr. Bean fue el apodo que lo hizo célebre y, confiesa, no lo incomoda. Así lo “bautizó” el narrador argentino Mariano Closs, por su parecido con el actor Rowan Atkinson, protagonista de la serie de televisión británica que lleva ese nombre.

Hoy, aparte de dedicar más tiempo a su esposa y dos hijas, ejercer su profesión de abogado (tiene maestría en penal y criminología) y negocios particulares, y de probarse como analista para la televisión, este tolimense radicado en Bogotá espera concretar una vinculación con la Conmebol como instructor Fifa.

¿Qué insulto no olvida?

“Que en paz descanse el campeón Édgar Perea, en mi segundo partido en Barranquilla cuando él pedía el famoso ‘corito celestial’, yo no sabía qué era eso. Y empiezan 50 mil personas a echarme la madre al tiempo, eso no lo olvido”.

¿Le molesta que lo llamen Mr. Bean?

“Para nada, eso se le ocurrió a uno de los mejores narradores de Suramérica. Lo tomé con tranquilidad. Inclusive, tengo una foto con el actor Atkinson, que me tomé cuando iba para el Mundial sub-20 de Japón-2007. Estuvimos un día en Londres y coincidimos con el estreno de una película. La guardo junto a casi 1.500 imágenes con muchos personajes famosos. No sé si yo me parezco a él o él a mí (risas)”.

¿Valió la pena dedicar tantos años al juzgamiento?

“Cuando repaso lo sucedido concluyo que sí. La Fifa nos trata muy bien. Viajando en clase ejecutiva tuve cerca a Juan Gabriel y Marco Antonio Solís. En los torneos, a Pelé, Maradona, Ronaldinho. En mi museo personal están los testimonios con estos iconos”.

¿Con quién más tiene foto?

“Con James Rodríguez cuando le pitaba en el barrio Jordán de Ibagué, en cancha de tierra; con Falcao cuando empezó en Liga. Son imágenes que en el instante pueden ser insignificantes, pero con el paso del tiempo cobran importancia porque estas personas crecen y se vuelven estrellas. Tengo otra cuando Piqué era joven”.

¿Alguna vez le pidió una camiseta a un jugador?

“No tanto pedir, sino intercambiar por petición de ellos. La primera fue con Pelusa Orrego, del Tolima. Me dijo, ‘me gustó su arbitraje, ¿cambiamos? Le respondí, claro, pero en el camerino. En una semifinal de la Copa Libertadores en el juego Boca-Fluminense, Riquelme me dijo que le gustaría una camiseta de árbitro y cambiamos”.

¿Y otros objetos?

“Otro recuerdo es con el arquero Rogerio Ceni. Me dio sus guantes y yo le entregué las tarjetas, él las quería. Y el año pasado, en el hecho que me identifican, en el supuesto rechazo de la camiseta a Neymar en el duelo Brasil-Perú. Se la quitó y me la regaló, pero yo no podía recibirla. Al camerino no llegó esa, pero sí un souvenir de la Federación Brasileña. A los árbitros nos entregaron la casaca azul y la mía tenía marcado el nombre, la fecha de mi retiro y la firma de los jugadores. Lindo detalle”.

¿Apoya la tecnología?

“Esa es una herramienta positiva para los jueces. Todo lo que permita que haya justicia y el desarrollo del arbitraje, bienvenido”.

¿Qué jugador le incomodó?

“Nunca tuve conflictos personales. Una vez el señor Óscar Rodas, cuando jugaba en Quindío, de tres penaltis que le pité en un partido, me engañó en dos. Y el que sí era no se lo sancioné y lo amonesté”.

¿Faltó el Mundial mayor?

“Competí en los dos primeros con Óscar Julián Ruiz y el último con Wílmar Roldán -lo considera el mejor de Colombia en la actualidad-, todo en franca lid. Pero en los tres que estuve en menores la experiencia fue grandiosa”.

¿Los partidos más complicados?

“En un duelo Nacional-DIM, en el que no vi un penalti porque se me cruzaron dos jugadores y el contragolpe de Edixon Perea terminó en gol. Con eso el Medellín salió de los ocho. El escándalo fue grande, una semana compleja, fue durísimo.

Y a nivel internacional en el duelo Corinthians-Argentinos Juniors por la Suramericana. En Brasil era normal la “paradinha” (frenar la carrera para engañar al arquero y patear cuando esté jugado) al cobrar los penaltis y yo, además de hacerlo repetir, amonesté al jugador. Eso ocasionó revuelo y el partido terminó en problemas. Pero el tiempo me dio la razón, mire que en las últimas modificaciones de las reglas se prohibe esa acción”.