La emotiva razón por la que Carlos Lampe vistió la camiseta de James Rodríguez en la celebración de Bolivia por el repechaje
Carlos Lampe fue figura en la histórica victoria de Bolivia sobre Brasil y, tras asegurar el repechaje, sorprendió al mundo al celebrar con la camiseta de James Rodríguez. La emotiva razón conmueve a los aficionados de ambos países.
Comunicador Social-Periodista bilingüe (inglés y español). He trabajado en Radio Bolivariana, RCN y Telemundo. Hago parte de EL COLOMBIANO. Recibí premios Ovations de la NBC. Lideré el sitio web hispano de NBCOlympics.com para los Olímpicos de Beijing 2008, edité y establecí el contenido de video original para la programación en web de la Selección Mexicana en Medios Digitales de Telemundo. Responsable de la gestión editorial de la portada de yahootelemundo.com. Enviado especial al Mundial de Rusia 2018, la Copa América en Chile 2015, los partidos de clasificación al Mundial de la Selección Colombia, la Asamblea General de la ONU en 2009, y el rescate de los 33 mineros en Chile.
El fútbol sudamericano siempre guarda historias cargadas de emoción, y la de Carlos Lampe en el cierre de las Eliminatorias rumbo al Mundial 2026 es una de ellas. El arquero boliviano, a sus 38 años, se convirtió en figura decisiva para que su selección asegurara el cupo al repechaje, en especial con sus atajadas en la histórica victoria 1-0 frente a Brasil en El Alto.
Pero más allá de su papel bajo los tres palos, una imagen viral dio la vuelta al continente: Lampe festejando el boleto al repechaje con la camiseta amarilla de la Selección Colombia, en el dorsal el mítico número 10 de James Rodríguez.
¿Por qué celebró con la camiseta de James?
En entrevista con Blog Deportivo, el arquero explicó que la camiseta la había recibido el año pasado de manos de James, tras un amistoso en el que coincidieron. Su intención era llevarla a Barranquilla el pasado 4 de septiembre, para que el ’10’ colombiano se la firmara después del duelo entre Colombia y Bolivia. Sin embargo, olvidó llevarla al estadio Metropolitano y la prenda quedó guardada en su mochila.
El destino quiso que aquella camiseta cobrara un valor simbólico en el momento más importante de la Eliminatoria. “No dependíamos de nosotros, necesitábamos que Colombia ganara o empatara. Así que la saqué de mi mochila y me la puse en el bus. Podían poner otro equipo, pero demostraron que querían ganar y quedar terceros. Creo que la pelota nunca se mancha y es un agradecimiento a Colombia”, confesó Lampe.
Colombia, con un 6-3 vibrante sobre Venezuela en Maturín, le abrió la puerta a Bolivia para terminar séptimo en la tabla con 20 puntos. Ese gesto de gratitud del arquero boliviano se transformó en un símbolo de respeto y admiración hacia la Tricolor.
Lágrimas en El Alto
El pitazo final del árbitro desató la locura en la afición boliviana y un desahogo personal para Lampe. Tras asegurar el resultado, el portero se arrodilló en el césped con el balón en sus manos. Cuando el juez le pidió la pelota para cerrar el partido, no pudo contener las lágrimas. “Hasta el balón lo sentía más pesado, porque estaba cargado de muchas emociones”, contó en la entrevista con el programa de Blu Radio.
El arquero recordó que hace un año sufrió una lesión en el talón de Aquiles, una de las más duras para cualquier futbolista, y por momentos pensó que su carrera no volvería a tener el mismo nivel. Sin embargo, regresó a tiempo para escribir una de las páginas más emotivas de su trayectoria y del fútbol boliviano.
Una camiseta, un símbolo
Más que una prenda, la camiseta de James se transformó en el puente entre dos selecciones. Para Lampe, fue un gesto de gratitud hacia Colombia y un recordatorio de que, a veces, los destinos futboleros se entrelazan en momentos inesperados. Para la hinchada boliviana, quedó como la imagen icónica de una noche en la que se volvió a soñar con la Copa del Mundo.
Con el repechaje en el bolsillo y la ilusión intacta, Carlos Lampe demostró que la edad, las lesiones y las críticas quedan atrás cuando la pasión y el compromiso empujan más fuerte. Y, como él mismo dijo, con el balón en las manos y lágrimas en los ojos, “la pelota nunca se mancha”.