Lo bueno y lo malo que dejó la Selección Colombia ante México y Canadá
Colombia vivió dos caras opuestas en la doble fecha FIFA: el brillo ante México y la confusión frente a Canadá. A ocho meses del Mundial 2026, el equipo de Néstor Lorenzo deja certezas valiosas, pero también señales de alerta que obligan a ajustar el rumbo.
Comunicador Social-Periodista bilingüe (inglés y español). He trabajado en Radio Bolivariana, RCN y Telemundo. Hago parte de EL COLOMBIANO. Recibí premios Ovations de la NBC. Lideré el sitio web hispano de NBCOlympics.com para los Olímpicos de Beijing 2008, edité y establecí el contenido de video original para la programación en web de la Selección Mexicana en Medios Digitales de Telemundo. Responsable de la gestión editorial de la portada de yahootelemundo.com. Enviado especial al Mundial de Rusia 2018, la Copa América en Chile 2015, los partidos de clasificación al Mundial de la Selección Colombia, la Asamblea General de la ONU en 2009, y el rescate de los 33 mineros en Chile.
A menos de un año para el Mundial de 2026, la Selección Colombia sigue oscilando entre la euforia y la frustración. La doble fecha FIFA frente a México y Canadá dejó un sabor ambiguo: un 4-0 que hizo soñar a todos con un equipo imparable, seguido de un 0-0 que volvió a encender las dudas. Esa bipolaridad futbolística no es nueva, pero se vuelve más visible ahora que el calendario aprieta y el sueño mundialista deja poco margen para la improvisación.
El primer punto que revela este par de amistosos es que Colombia no logró meterse entre los nueve primeros del ranking FIFA, objetivo que buscaba para ser cabeza de serie en el sorteo del Mundial. Ya sin ese peso encima, el análisis debe pasar del resultado al funcionamiento, del marcador a la idea, del instante al proceso. Y ahí es donde el balance deja claroscuros.
La base consolidada y la dupla mágica
Néstor Lorenzo puede afirmar que, en lo estructural, su equipo sigue siendo sólido. Camilo Vargas, aun ausente, mantiene su estatus de intocable; la defensa central no se discute y los laterales, especialmente Daniel Muñoz, están en un nivel internacional. Jefferson Lerma y Johan Mojica sostienen con experiencia un bloque que ha sabido sufrir y responder.
En ataque, Luis Díaz y James Rodríguez siguen siendo los faros del equipo. La Colombia de Lorenzo es, en esencia, la Colombia de ellos dos: cuando están juntos, la Selección se enciende; cuando uno falta, el engranaje se resiente. Ambos representan la síntesis del estilo que el técnico argentino intenta consolidar: talento con compromiso, desequilibrio con inteligencia. La clave será mantenerlos sanos y motivados hasta junio de 2026.
La portería, un lujo y un dilema
El experimento en el arco dejó más preguntas que certezas. David Ospina, con su jerarquía, sigue demostrando que la edad no le resta liderazgo. Álvaro Montero, en cambio, aprovechó su oportunidad ante Canadá con tres atajadas cruciales, reivindicándose pese a su rol secundario en Vélez. El gran damnificado fue Kevin Mier, que observó desde el banquillo cómo sus competidores se lucían. Paradójicamente, el más joven del trío es quien menos oportunidades tiene, en un puesto que, por jerarquía y experiencia, parece tener nombre propio.
El mediocampo, entre luces y sombras
Si hubo un ganador en estos amistosos, fue Kevin Castaño. El mediocampista mostró claridad, equilibrio y precisión, contrastando con un Richard Ríos lejos de su nivel de la Copa América. El jugador del Benfica lució ansioso, impreciso y sin ritmo, superado por la intensidad canadiense. En cambio, Lerma reafirmó su vigencia con gol y solidez, mientras Juan Camilo Portilla cumplió ante Canadá, aunque se diluyó en el tramo final. El mediocampo, columna vertebral del equipo, aún necesita ajustes de sincronía y liderazgo.
Los delanteros, un debate casi cerrado
El frente de ataque parece tener dueños. Jhon Córdoba y Luis Javier Suárez se han ganado un lugar fijo en la nómina. Su complementariedad —fuerza y movilidad— ofrece variantes ofensivas que Colombia no tenía desde los días de Falcao y Jackson Martínez. Ambos se sacrifican en la presión y trabajan para el equipo, una virtud que Lorenzo valora.
Detrás de ellos, Jhon Durán asoma con hambre y talento, mientras que el papel de Rafael Santos Borré parece cada vez más cuestionado. Su convocatoria fue difícil de justificar, y su rendimiento no alcanza para sostener un lugar en la lista definitiva. Lo mismo ocurre con Juan Camilo “Cucho” Hernández, que no termina de consolidarse.
Puntos rojos: laterales, claridad táctica y dependencia creativa
Los laterales son hoy el principal dolor de cabeza. Muñoz no tiene competencia real, y en la izquierda las alternativas escasean. Mojica y Álvaro Angulo levantaron la mano, pero la fragilidad física de Machado y la intermitencia de Santiago Arias complican el panorama. Si algo necesita Lorenzo, es estabilidad en los costados, una zona crítica frente a rivales de élite.
En el apartado creativo, la convivencia entre James Rodríguez y Juan Fernando Quintero volvió a dejar dudas. El experimento de alinearlos juntos contra Canadá fue un eco de viejos intentos fallidos. El talento no se discute, pero la dinámica moderna del juego exige ritmo, presión y sacrificio sin balón, y ahí Quintero no responde. Su rol, cada vez más, parece ser el de suplente de lujo, una carta de emergencia si algo le ocurre al 10.
El libreto de Lorenzo, a revisión
El cuerpo técnico debe asumir su cuota de responsabilidad. El equipo mostró desconexión táctica y falta de agresividad ofensiva, especialmente contra Canadá. Las rotaciones masivas desorganizaron el bloque y afectaron la fluidez. El mensaje de Lorenzo parece claro —buscar alternativas y ensayar esquemas—, pero el resultado fue un grupo confundido, sin claridad para atacar ni consistencia para defender.
El reloj corre, pero el camino está trazado
El diagnóstico general es claro: Colombia tiene un 70 % de su plantel definido, con un núcleo de jugadores consolidados y una idea reconocible. Sin embargo, los últimos amistosos expusieron falencias que no pueden ignorarse: la fragilidad de algunos suplentes, la falta de variantes ofensivas sin James o Lucho, y la urgencia de estabilizar los laterales.
A ocho meses del Mundial, la Selección de Lorenzo sigue generando ilusión y desconfianza a partes iguales. Su techo parece alto, pero su margen de error es mínimo. El equipo tiene identidad, pero debe afinar su ejecución; tiene figuras, pero necesita colectividad; tiene tiempo, pero no tanto como parece.
Porque si algo enseñó esta doble fecha, es que la distancia entre la gloria y la duda en Colombia sigue siendo de apenas 90 minutos.