Hinchada apoyó hasta el final
Lo que arrancó como una gran fiesta en varios sectores de Medellín terminó en tristeza, pues la sexta se volvió a escapar.
Periodista de la Universidad del Quindío. Cuyabra hasta los huesos y mamá de un milagro llamado Mariana, amante de la salsa y apasionada por el deporte.
Todo era optimismo, felicidad y la sexta ya estaba pintada en el escudo del Poderoso.
En el Puente de la Toma, San Juan, San Javier, San Diego, Buenos Aires, El Salvador, Enciso, El Picacho, Belencito Corazón y Castilla, entre otros, las calles eran rojas y azules, bombas, banderas y festines adornaban todos los barrios.
La fiesta estaba armada y con la salida del Medellín el ánimo llegó al punto más alto.
Los más jóvenes se armaron de tambores para animar desde fuera del estadio mandarle buena energía a los dirigidos por Leonel Álvarez.
Pero poco a poco las caras alegres se fueron opacando, las banderas dejaron de ondear y a los 39 minutos el frío se apoderó de los hinchas escarlatas que sintieron el gol de Andrés Roa como un baldado de agua helada.
Y aunque quedaban 45 minutos para remontar la historia, el optimismo empezó a caer cuando Vladimir Marín, perdió el penal a los cuatro minutos de la complementaria, era el empate.
Allí las uñas empezaron a desaparecer, la angustia se apoderó de los hinchas y muchos se sentaron en los andenes y calles porque ya no les daba para seguir de pie esperando la remontada.
Una leve esperanza se vivió cuando Charles Monsalvo marcó el 1-1, pero con el paso de los minutos la desilusión fue grande.
La sexta no llegó y los hinchas rojos tuvieron que resignarse nuevamente a ser subcampeones.
El Cali les dejó el amargo sabor de la derrota y se llevó la anhelada estrella .