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El Mundial 2026 ya cuenta con 7 de los 8 campeones clasificados, ¿qué tan difícil es que vuelvan a ganar?

De las selecciones que han ganado las 22 ediciones de la Copa del Mundo que se han disputado, solo Italia no ha logrado clasificar. Todos quieren levantar el trofeo.

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Periodista de la Universidad de Antioquia con énfasis en periodismo narrativo. En El Colombiano cubro deportes. He sido enviado especial a partidos de la Selección Colombia en Barranquilla. También a eventos de ciclismo como el Clásico RCN, Tour Colombia, Giro de Rigo, partidos de tenis, carreras de atletismo, natación, gimnasia, tiro con arco. He cubierto 7 finales del fútbol colombiano (6 in situ) y el Mundial de Qatar. Sigo la actualidad del DIM, Nacional y deportes del ciclo olímpico. Hago perfiles de deportistas. Presentador de El Debutante y realizador para redes sociales. Tuve un paso por el equipo digital: escribí breaking news.Trabajé en el programa Ángulo Deportivo de la emisora cultural de la UdeA. Escribí para La Oreja Roja y La Cola de Rata sobre migración, política internacional, economía y deportes. Fui voluntario de la Revista Arcadia en 2018. Produje y edité un podcast en serie llamado Duplas. Lector, salsómano y amante de sufrir en bici.

hace 28 minutos

Ganar un Mundial no es fácil. Cada cuatro años los mejores futbolistas del momento –no siempre todos–, se visten con los colores de su nación y, durante un mes se sumen en una batalla intensa, despiadada, tensionante, para lograr levantar el trofeo de oro de 18 quilates, que pesa poco más de 6 kilos, hecho en 1974 por el artista italiano Silvio Gazzaniga.

El peso real del galardón es ínfimo en comparación con el valor simbólico que tiene. “Yo sé cuánto pesa el trofeo, mientras que vos solo sabés cuánto peso yo con él en las manos”, aseguró, alguna vez, el fallecido Diego Maradona. Sus palabras, quizás, tenían algo de soberbia. Sin embargo, lo que dijo era una verdad absoluta.

Son pocos los hombres que saben cuánto pesa el trofeo. Hay tanta mística con la joya que la protegen más que a la Gioconda –Mona Lisa–, de Da Vinci en el Louvre de París. Solo quienes han ganado la Copa del Mundo pueden tocarla con sus manos pecaminosas, sudorosas, desnudas y dejar, aunque no se vea, su huella marcada en el galardón.

Al resto de los mortales les toca ponerse guantes blancos para no “contaminar” la obra de arte. Solo un ejemplo: en el sorteo del Mundial de Norteamérica, por un error de logística, Lionel Scaloni, técnico de la Argentina campeona de Qatar 2022, debió usarlos para llevar el trofeo hasta la tarima central del teatro Kennedy de Washington y presentarle al mundo el premio anhelado.

Scaloni pudo negarse a hacerlo, pero era consciente de que la próxima Copa del Mundo se jugará principalmente en Estados Unidos –tiene 11 de las 16 sedes–, un país sin tradición futbolera donde al “deporte rey” no le dicen fútbol, sino “soccer” y que era normal que la persona encargada de darle paso no lo reconociera. El sábado, en la presentación del calendario del torneo Gianni Infantino, presidente de la FIFA, le ofreció disculpas y le pidió que subiera a una tarima para que tomara el trofeo a mano limpia.

Ese privilegio es escaso. Para tenerlo hay que pagar un precio caro: sacrificios incontables para cumplir el sueño del fútbol profesional, así como un esfuerzo físico descomunal y una preparación mental que permita mantener la calma en momentos de gran tensión. Ganar el Mundial es como que un ciclista dominguero intente subir, al primer intento, el Tourmalet o el Ventoux del Tour de Francia: no es imposible, pero casi. O, por lo menos, es muy complicado.

Como en el Mito de Sísifo de Camus, todos los equipos empiezan a subir la montaña empujando una roca con ímpetu, pero solo uno, con gran desgaste y –hay que decirlo–, la suma de algunos factores fuera de la lógica como que uno o varios futbolistas tenga su pico más alto en ese mes, logra llevar la piedra hasta la cima, donde todo se ve mejor con el trofeo bajo el brazo.

Pongamos en datos la dificultad de ganar el Mundial. En las 22 ediciones que se han disputado desde 1930, solo ocho países han sido campeones: Brasil, Alemania, Italia, Argentina, Francia, Uruguay, Inglaterra y España.

Europa es el continente que más títulos tiene: sus países han ganado el torneo 13 veces. En las 9 restantes el elenco campeón fue Suramericano. Ni en Asia, ni en Norteamérica –donde están las potencias económicas del mundo–, saben cuánto pesa el trofeo. Menos en África y Oceanía, donde hay talento pero, hasta el momento, no les ha alcanzado para llegar a la cima de la montaña.

¿Será que en el Mundial del 2026, con todas sus particularidades –los 48 equipos, las tres sedes, los shows de medio tiempo, etcétera, etcétera–, se dará una sorpresa que permita la suma de un nuevo campeón a la lista?

El Mundial de fútbol es el evento deportivo más visto en el mundo. Qatar 2022, según datos de FIFA, tuvo una audiencia de 5.000 millones de personas por televisión, sin contar al millón que viajó a Oriente Medio para presenciar los juegos en vivo.

Para Norteamérica 2026 se espera que lleguen 7 millones de personas a los estadios de Canadá, Estados Unidos y México, mientras que se proyecta que el 73,1% de la población mundial –6.000 de los 8.200 millones de seres que habitamos la tierra–, vean el torneo.

Tal acogida no solo se debe a la competencia deportiva. También a que los aficionados se ven representados por su Selección, se sienten parte de algo, miembros del mundo. Quizás por eso países como Uzbekistán y Japón han incluido en sus proyectos políticos a mediano y largo plazo que sus equipos nacionales sean protagonistas del torneo.

Pero la Copa del Mundo, sobre todas las cosas, atrae por su mística. El trofeo no se palpa antes de ganarlo porque “la copa se mira y no se toca”. Después de levantarla, los equipos deben enfrentar la “maldición del campeón”, una superstición que indica que, por lo general, aquel elenco que gana una edición, tiene mal rendimiento en la siguiente.

En Qatar 2022 Francia la superó y llegó a la final que perdió con Argentina. Sin embargo, en Rusia 2018 Alemania, que ganó el Mundial de Brasil, no pasó la fase de grupos. Lo mismo le ocurrió a España en 2014, tras ganar el torneo de Sudáfrica, a Italia en 2010 luego de ser campeona en Alemania y a Francia en 2002, tras quedarse con levantar el trofeo en París en 1998.

De hecho, solo hay dos Selecciones que han logrado ganar dos Mundiales consecutivos: Brasil e Italia. Los italianos lo lograron en 1934 y 1938. Los brasileños –que tienen 5 títulos–, lo consiguieron en 1958 y 1962. ¿Podrá la Argentina de Messi y compañía superar la superstición y conseguir sostener el título por primera vez en 64 años?

Norteamérica 2026 podría ser el segundo Mundial de la historia que cuente con la participación de los 8 equipos que lo han ganado. Desde que España se unió al grupo hace 15 años, solo Brasil 2014 tuvo la presencia de todos.

Después, para las ediciones de 2018 y 2022 solo faltó Italia en la fiesta. Hasta ahora, los italianos (ver módulo), son el único campeón que no ha clasificado a la Copa del Mundo. El resto están y, además, son candidatos a pelear el título.

Argentina, el vigente campeón, hizo un buen recambio generacional para acompañar a Lionel Messi y llega al próximo Mundial después de haber ganado la Copa América 2024 y terminar primera en las eliminatorias Conmebol.

Brasil, su rival histórico, llega al Mundial confiando en el liderazgo de Carlo Ancelotti para intentar ganar el Mundial después de 24 años. Terminaron quintos en las eliminatorias. Uruguay, por su parte, fue cuarta y ha tenido problemas en su recambio generacional.

Por el lado de Europa, la España de Lamine Yamal llegará como campeona de la Eurocopa y con una mezcla entre futbolistas jóvenes y de experiencia. Francia terminó primera en el Grupo D de las eliminatorias y contará con un Mbappé en gran nivel.

Después de no pasar la fase de grupos en Qatar 2022, Alemania confía en su recambio generacional para ser protagonista de nuevo. Los ingleses, por su parte, se aferran a Harry Kane y Bellingham para intentar ganar su segunda Copa del Mundo. Todos saben, eso sí, que ganar el torneo es algo muy difícil.