David, una lucha con “disciplina, respeto y lealtad”
Con la materialización del primer evento internacional en el país, el Suramericano, el dirigente y los alumnos recogen frutos.
Periodista del área de Deportes
Hay una frase popular que encaja a la perfección en David González, presidente de la Federación Colombiana de Muaythai: “La felicidad requiere de coraje para tomar decisiones en las que creemos, ser fieles a nuestras ideas y arriesgarnos por lo que amamos”.
El hombre de 37 años, de piel blanca y ojos verdes, con aspecto jamaiquino por sus largas rastas, agrega: “es que en el lugar que te ponga la vida, por más obstáculos que se te presenten, se debe buscar la manera de ser feliz”.
David, arquitecto urbanista, especialista en ciudad, medio ambiente y políticas públicas, quien posee magíster en Diseño del paisaje y que laboró como músico, no halló en estas profesiones el amor que le despertó el arte marcial conocido como muaythai, originario de Tailandia y que consiste en boxear parado ya sea dando golpes con manos, pies, rodillas o codos.
Hace siete años entró esta modalidad al país y ahora, más que nunca, González, junto a otros dolientes de la causa, ven los frutos de su gestión, no solo por los destacados resultados de sus dirigidos, sino al respeto que adquirió. Tanto que este fin de semana, con el aval de la federación internacional de la especialidad (Ifma), se celebrará en Medellín el Campeonato Suramericano, el primero de esta índole en Colombia.
En charla con David, a la vez fundador y entrenador de la Academia Muaythai Medellín, habla del trabajo realizado para masificar y lograr la constitución de la disciplina, de su vocación y objetivos con esta.
¿Se puede catalogar como un triunfo que Colombia realice el primer certamen internacional de muaythai?
“Total, porque se ha trabajado con las uñas. Ya tenemos los requisitos deportivos para ser federación, pero en teoría faltan algunos de tipo legal. Y en ese sentido Baltazar Medina, presidente del Comité Olímpico Colombiano, nos apoyó, creyó en nosotros, y gracias a ello tenemos un comité profederación que nos da el aval para ser miembros de la Ifma, lo cual nos permite representar al país en eventos internacionales y realizar ahora el Suramericano”.
¿Y cómo lograron avanzar tanto y en tan poco tiempo?
“Esta disciplina entró hace cerca de siete años a Colombia. No hay nadie que diga yo lo traje, pero hay conmigo otras personas que han luchado para sacarlo adelante, como Eddie Vendetta, único campeón mundial que tiene el país y que vive en Bélgica; Dany Rivera y Arnulfo Torres, entrenadores que trabajan desde Cali y Bogotá. En Medellín uno tiene que hacer las veces de secretario, empleado de servicios generales, de comunicaciones, el que lava, trapea, barre, el de todo, el que organiza los eventos, consigue los patrocinios, aunque ha valido la pena”.
¿Por qué lo dice?
“Porque los esfuerzos se ven reflejados. Ya hemos participado en mundiales, panamericanos, suramericanos...Sin miedo a equivocarme, ya hay más de 500 peleadores a nivel nacional, se ha logrado la expansión del deporte y la idea es que siga”.
Usted también combatió, ¿qué es más duro, luchar en el tatami o fuera de él?
“Sí, me retiré hace dos años porque no podía ser juez y parte, si iba a convertirme en el presidente no podía ser atleta. En sí son dos peleas diferentes. En el tatami depende de lo que usted haga, pero en la dirigencia puedo matarme luchando y si la gente no me cree no hay nada qué hacer. Esta en realidad es una batalla más dura, porque muchas veces se rema contra la corriente”.
¿Qué le dicen sus padres al dedicarse a las artes marciales y no a las carreras profesionales que estudió?
“Aún me dicen que estoy loco; sin embargo, me apoyan, porque como yo, creen que uno tiene que estar feliz donde lo ponga la vida. Eso sí, cuando ven que llegó con dolores o cojeando ya que en el entrenamiento recibo golpes de los alumnos, me molestan al expresarme: ‘hombre, podrías estar laborando en un escritorio (risas)”.
¿Qué valora de este deporte de contacto y qué les hace ver a sus pupilos?
“Hay tres cosas que son la base y que sin ellas esto no tendría sentido: lealtad, respeto y disciplina. Es un deporte que te vuelve agradecido, que te cambia la vida, en el cual prima la amistad. Cuando termina el combate se abraza al compañero, porque sin el esfuerzo del oponente no habría pelea. Además, es una actividad por la que no dejás de madrugar para poder lograr tus sueños” .