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La disciplina del deporte aplomó a Jhon Rentería

El lanzador de El Bagre es otra de las promesas de la jabalina en Colombia. Viene de ser cuarto en los Suramericanos.

Comunicador Social-Periodista, apasionado de las historias, amante de los deportes. Trabajé en el periódico El Mundo y actualmente hago parte de EL COLOMBIANO.

27 de diciembre de 2015

Dice Jhon Jairo Rentería que las imágenes religiosas que lleva en la pulsera de su mano izquierda generan en él tranquilidad, fe y seguridad para andar por el camino recto en busca de sus sueños.

“Soy tan creyente en Dios, la Virgen María y todos los santos que voy a la iglesia tres veces a la semana”. Y pensar que este joven no paraba en casa sino haciendo “travesuras” por las calles de El Bagre, Antioquia.

Hoy es el actual campeón nacional infantil de lanzamiento de jabalina, y en el colegio acaba de terminar noveno grado con honores.

Pareciera que sus logros obedecen al acompañamiento de sus padres Baldomero y María, pero solo está con ellos una vez al año, ya que ambos dejan de ver la luz del día al internarse en una mina en Timbiquí, Cauca, para enviarles a Jhon y otros seis hijos el dinero de subsistencia.

“Tengo otros ángeles que me protegen y me guían”, indica Jhon Jairo en referencia a sus hermanos, uno de ellos que lo aconsejó para que se acercara a Dios, como también a su técnico de atletismo Silvio Rentería Mosquera, a quien considera otro padre, no porque tiene los mismos apellidos que Baldomero, sino porque lo cuida como un tesoro.

“Jhon es disciplinado, aplicado, responsable, sabe lo que quiere. Es el deportista de jabalina con mayor proyección que he tenido”, manifiesta el orientador. “Su padre me ha llamado a decirme que si le tengo que pegar si se maneja mal que lo haga. Eso nunca se me ha pasado por la mente con ningún alumno. Mi trabajo es dar una buena pedagogía y que ellos se den cuenta de que por medio del deporte pueden llegar lejos y ser personas de bien”.

Y Jhon Jairo entendió este mensaje a la perfección. Con un biotipo asombroso, el cual le permitiría presumir de tener más edad, el portento deportista de 1,69 metros de estatura y 55 kilos de peso, ya tuvo el privilegio de representar al país en un certamen en el exterior, los Juegos Escolares Suramericanos en Paraguay, donde terminó cuarto, y comprendió que si trabaja más fuerte puede recoger mejores frutos.

“Tengo varias metas para conseguir, pues quiero sacar a mi familia adelante y evitar que mis padres se expongan más. Entre mis planes está ser mecánico automotriz, pero el más grande, medallista olímpico y con la ayuda de Dios lo voy lograr”, dice el fervoroso atleta, que empieza a coger vuelo como su jabalina.