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Música, ¿vitamina en el deporte?

Estudios confirman que las diferentes melodías que escuchan los atletas aumenta su alto rendimiento.

Periodista del área de Deportes

12 de junio de 2016

Hay ritmos que atrapan, armonías que contagian y letras que inspiran.

Como diría Beethoven, “la música es una revelación mayor que toda la sabiduría y la filosofía”.

En el deporte, así como en las diferentes manifestaciones diarias, este estímulo perceptivo no solo divierte, entretiene y desahoga, también viene jugando un papel determinante entre sus actores, que ven en él un amparo de confianza y seguridad a la hora de enfrentar sus retos y superar los temores, como lo expresan especialistas del tema.

En su libro Inside Sport Psychology, y después de una investigación de cerca de 20 años, el doctor Costas Karageorghis, halló que “los efectos de la música en el deportista podía aumentar su rendimiento en un 15% y reducir su percepción del esfuerzo en un 10%”.

Es común ver en el nado sincronizado las finas rutinas de las atletas que se sumergen en el agua para demostrar su destreza, habilidad y precisión al compás de la música; lo mismo que en la gimnasia rítmica y artística.

A la vez, el show que comienza un pugilista, tapado de pies a cabeza, cuando camina, al son de sus estrofas favoritas, rumbo al cuadrilátero para empezar a lanzar golpes. Lo mismo sucede en el baloncesto, voleibol, fútbol y otras disciplinas, donde la sonoridad atrapa al deportista y, por qué no, al propio espectador.

No obstante, hay otras disciplinas en las que se requiere de gran concentración como el atletismo, bicicrós, ciclismo en pista, tiro con arco... pero sus protagonistas han vuelto tendencia, antes y después de cada prueba, llevarse los audífonos a los oídos para escuchar sus melodías predilectas.

En una reciente investigación de la revista americana The Sport Journal, titulada “Music in Sport and Exercise: An Update on Research and Application” (Música en el deporte y el ejercicio: una actualización en la investigación y la aplicación, traducido al español), y escrita por Karageorghis y David-Lee Priest, reiteran que la música es un mecanismo que incide “en el alto rendimiento.

“Modifica los estados de excitación emocional y psicológica, por lo que puede usarse para conseguir estimular al organismo al empezar el ejercicio o utilizarla para la vuelta a la calma”.

Agrega que “puede influir positivamente en la adquisición de habilidades motrices”, y añade que estudios científicos demuestran que la música tiene efectos positivos en los movimientos estilísticos”.