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El regreso del 13 y el 18 al fútbol salvadoreño: qué significan y por qué vuelven a usarse

El 13 y el 18 vuelven a las camisetas del fútbol salvadoreño, un cambio simbólico tras años en los que estuvieron asociados al control de pandillas y fueron vetados en varios equipos del país.

hace 3 horas

La presencia del número 13 en la camiseta del delantero colombiano Edgar Medrano, jugador del Club Deportivo FAS, refleja un cambio profundo en la vida cotidiana de El Salvador. Medrano, de 31 años, eligió ese dorsal por una razón familiar —sus tres hijos nacieron un día 13—, pero esa “casualidad”, como él la describe, habría sido impensable hace apenas cuatro años, cuando llevar el 13 o el 18 podía interpretarse como una señal directa de afiliación a las pandillas (Mara Salvatrucha) MS-13 o Barrio 18.

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Durante casi una década, esos dos números desaparecieron por completo del fútbol salvadoreño. Ningún equipo los usaba, ningún jugador los pedía y ningún directivo se arriesgaba a asignarlos.

BBC Mundo, canal encargado de investigar este cambio en el balompié local, recuerda que las pandillas llegaron a dominar territorios enteros desde los años 90, tras expandirse desde Los Ángeles y encontrar terreno fértil en un país golpeado por la posguerra. La prohibición tácita de los dorsales 13 y 18 se extendió a todas las categorías, desde equipos barriales hasta la Primera División. En las comunidades más afectadas, lucirlos podía leerse como una provocación mortal.

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Incluso en clubes con largas tradiciones, como el propio FAS, el peso simbólico era tan fuerte que ni referentes históricos se atrevían a solicitarlos.

El punto de quiebre llegó en marzo de 2022 con el régimen de excepción del presidente Nayib Bukele, una política de seguridad que, según expertos y organismos internacionales, redujo drásticamente la presencia de las pandillas, aunque con fuertes cuestionamientos por detenciones masivas y violaciones al debido proceso.

Mientras el Gobierno presume una caída en la tasa de homicidios —de 106 por cada 100.000 habitantes en 2015 a cifras inferiores a dos—,el fútbol comenzó a mostrar signos de esta transformación. Hoy, tres clubes de Primera División —FAS, Fuerte San Francisco y CD Hércules— volvieron a utilizar los números proscritos.

BBC Mundo recogió testimonios de jugadores extranjeros que ilustran este nuevo clima. El argentino Cristian Belucci, defensor del Fuerte San Francisco, eligió el 18 por ser la fecha de cumpleaños de su padre y confiesa que desconocía su carga histórica. Hoy se mueve por San Miguel sin temor y asegura que “El Salvador está muy bien ahora y es momento de pasar página”. Algo similar vivió Medrano: tras años en distintas categorías del fútbol nacional, nunca había podido usar el 13 hasta 2025. Asegura que el país le parece seguro y que no ha recibido amenazas ni advertencias por lucirlo.

El retorno de estos dorsales no solo afecta a los jugadores. En las gradas también se respira un cambio. Aficionados consultados por BBC Mundo —como Luis Mario Moreno, un seguidor histórico del FAS— admiten que salir del estadio era antes un riesgo, especialmente en partidos nocturnos. Comunidades como la América o la Emanuel, que colindan con escenarios deportivos, eran consideradas bastiones impenetrables de las pandillas. Hoy, dicen, el ambiente es diferente, aunque reconocen que el miedo no desaparece de un día para otro y por eso muchos equipos aún evitan asignar los números 13 y 18.

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Incluso figuras icónicas del fútbol salvadoreño vivieron esta censura numérica. Juan Carlos Moscoso, símbolo del FAS en la década del 2000, usó el 13 durante diez años, pero cuando se mudó a la Universidad de El Salvador en 2015, el club se negó a asignarle ese dorsal por motivos de seguridad.

Y no solo jugadores locales, según el medio internacional, esta situación la vivió en 2016, el uruguayo Sebastián “el Loco” Abreu llegó al país para vestir el 13, su número de la suerte, pero el Santa Tecla le pidió usar el 22 por su propia protección.

Las instituciones deportivas también reconocen el simbolismo del cambio. Yamil Bukele, presidente del Instituto Salvadoreño del Deporte (INDES), dijo a BBC Mundo que estos nuevos gestos reflejan que “los estigmas poco a poco se van rompiendo”. Pero advierte que cada club vive realidades distintas y que la normalización será gradual. Para algunos dirigentes, como Paúl Guzmán, presidente del Fuerte San Francisco, recuperar esos dorsales no es solo un acto deportivo, sino un mensaje de que el país está dejando atrás un trauma colectivo.