Mike va por las Grandes Ligas
Es el cuarto antioqueño en ir a un equipo de Estados Unidos. Así fueron sus inicios en el béisbol.
Cazador de historias. Futbolista frustrado: me tocó gambetear con las palabras.
El día que Mike Ibargüen debutó el partido estaba empatado. El tablero señalaba un cerrado 4-4.
El antioqueño estaba en la banca del diamante de los Mets de Boca Chica, en República Dominicana, y los pies le temblaban.
“Era mucha presión, el estómago me dolía”, recuerda y dice que esa sensación se incrementó cuando sintió el llamado.
El entrenador dominicano Manny Martínez miró a este joven de raza negra, acuerpado, de 1.80 de estatura, pero de 17 años y le dijo: “Tienes que entrar. Eres el más rápido y puedes anotar”.
Y era cierto, porque Mike siempre ha sido el más veloz. Cuando estaba en la primaria iba desde el barrio el Limonar hasta San Gabriel, en Itagüí, a hacer las tareas con su mejor amigo, Michael Atehortúa.
“En ese entonces nuestros barrios eran peligrosos y mi mamá se preocupaba. Le decía que se fuera antes de que las cosas se pusieran malucas y Mike le respondía riéndose que estuviera tranquila, que él corría muy rápido”, contó Michael.
Bajo el sol dominicano estaba vestido con la indumentaria de los Mets de Nueva York, equipo de las Grandes Ligas de Estados Unidos, pero con filial en la primera división de béisbol de ese país centroamericano.
La función que se le encomendó fue entrar a batear en aquel duelo que su equipo disputaba ante Los Ángeles.
Lo descubrieron de niño
Mike lo hacía desde los 8 años, cuando lo vieron por primera vez en una cancha de cemento en Itagüí.
El niño jugaba fútbol con sus amigos y sorprendió al profesor Víctor Ramos por su potente zurda. “Le tiré una pelota de béisbol y le dije que la lanzara al otro lado de la cancha. Lo hizo como si llevara toda la vida practicando este deporte”.
En el diamante de Boca Chica tomó posición en la caja de bateo. Al fondo sus compañeros lo animaban. Mike vio venir la primera bola y la dejó pasar. La ansiedad se incrementó. Dos errores más y volvería a la banca.
Strike 1
La primera vez que Mike aterrizó en suelo dominicano fue a sus 12 años.
Luego de competir en 4 torneos nacionales y ser galardonado como el mejor jonronero en las justas de Sincelejo de 2016 llamó la atención de Hugo Caprín, cazatalentos que se lo llevó con la promesa de entrenar en Centroamérica.
“Estaba muy solo. No tenía celular y me comunicaba con mi familia muy poco. Lloré mucho. Extrañaba el arroz con pollo y la salsa de tomate que prepara mi mamá”.
Promesa incumplida
Así estuvo por cuatro años, hasta que el que le prometió garantías para el futuro entró en una crisis económica: “Las cosas que me habían prometido se incumplieron. Tuve dos meses en los que no pude entrenar. Me despertaba con la idea de jugar, pero me llevaban a lugares que estaban lejos de una cancha de béisbol”.
La ilusión se derrumbó y Mike decidió volver a Colombia: “Allá me iba a quedar estancado. Cuando regresé empecé a entrenar y fue muy duro reponerme de tanto tiempo sin actividad”. Sin embargo, gracias a sus ganas de salir adelante lo logró.
Regresó la ilusión
En el diamante Luis Alberto Villegas de Medellín este peloteró empezó a entrenar con el mismo sueño: volver al exterior. Un equipo de venezolanos lo acogió y un grande de Estados Unidos se sorprendió con su potente brazo y sus rápidas piernas.
Primer batazo profesional
Así que por fin todo su esfuerzo daría los frutos esperados. Los Mets de Nueva York, equipo con 63 años de historia, ficharon por siete años a este Itagüiseño que en la cancha de Boca Chica de Dominicana estaba a punto de darle la victoria a su nuevo equipo.
El lanzador impulsó la bola. Mike la recibió con un batazo seco, hizo que su equipo anotara y al final del juego fue elegido como el más destacado del partido. Los Mets ganaron su primer partido de la Liga dominicana y ahora él está a un paso de las Grandes Ligas en Estados Unidos