Ramiro Meneses, el ganador de Master Chef, un “superhéroe” que vendía EL COLOMBIANO
El ganador del reality Master Chef Celebrity recuerda cuando fue voceador y repartía el periódico por las calles de Moravia y Aranjuez.
Periodista, apasionado por el cine, la televisión y el fútbol. Egresado de la U. de A, y envigadeño de nacimiento y residencia.
Mucho antes de ser Rodrigo D., interpretar a Victorino Moya, en la serie “Cuando quiero llorar no quiero” o de ganar el reality de cocina “Master Chef Celebrity”, su más reciente éxito, Ramiro Meneses jugaba en las calles de los barrios del Nororiente de Medellín con ser un superhéroe.
Dibujaba sus historietas y tenía su propio héroe, con poderes tales como los de Superman, Flash o Aquaman, miembros del Salón de la Justicia, en los Superamigos, la serie animada que veía de niño.
En charla con EL COLOMBIANO, el actor y director recuerda con cariño y nostalgia esos días escolares, en los que también fue voceador por las calles de Moravia, Manrique y Aranjuez.
“Yo tenía un compañero en quinto de primaria, que se llamaba Jairo Zapata, y él siempre mantenía dinero, y en medio de la pobreza que alguien tenga plata es muy interesante. Jairo y yo éramos un par de superhéroes, nos enfrentamos con historietas que nosotros dibujamos, él tenía un héroe y yo tenía otro, hacíamos revistas de papel bond”, relata el actor antioqueño al reseñar que su amigo vendía EL COLOMBIANO el domingo en las mañanas y en la tardes se iba para el estadio a vender paletas.
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“Yo le dije que me enseñara a vender porque ya venía el Día de la Madre y no tenía nada para mi mamá. Nos íbamos cada fin de semana en las noches para el Centro, por Juanambú y Juan Corral, que era una zona muy maluca, a hacer la fila para reclamar el periódico. De verdad éramos muy ingenuos, porque éramos muy niños para estar a esas horas de la noche y la madrugada en esa zona tan maluca, pero Jairo era un superhéroe, entonces estábamos tranquilos”, cuenta con entusiasmo el actor que abrirá un restaurante, que tendrá como nombre “Perro Hijueputa”, para vender perros calientes rellenos de langosta.
No recuerda si eran 200 o 2.000 pesos los que invertía para comprar 50 “colombianos”, que era lo que era capaz de llevar en su cabeza.
“Yo admiraba a los que se cargaban 200 periódicos para vender como voceadores, pero a mí solo me alcanzaba la fuerza y la cabeza para 50”, se ríe, al apuntar que se siente parte de la familia de EL COLOMBIANO.