Forjadores

Solla empezó haciendo menjurjes para vacas

Los concentrados para levante de animales eran un misterio hasta que Aurelio Llano empezó a venderlos.

18 de diciembre de 2022

Al regresar de Estados Unidos, en Bogotá, Aurelio Llano Posada fue incitado por varios ganaderos antioqueños a los que conocía desde hacía tiempo, a volver a hacer “esa porquería que usted sabe preparar”. Años antes cuando trabajaba en la Universidad Nacional sede Medellín, había desarrollado su negocio de preparación de alimentos para animales, que abandonó por una beca en la Universidad de Ohio, donde se especializó en Nutrición.

De vuelta en Medellín, Aurelio buscó a su cuñado Gilberto Soto Londoño y le comentó la propuesta que había recibido; el 12 de julio de 1948 se materializó la idea que hizo realidad a Solla S.A. con la respuesta de Gilberto. “Si son ellos quienes te lo piden, ya tenés la clientela; ganan ellos y gana uno... hagamos eso”.

La cronología oficial señala que Solla S.A. inició su vida el 15 de julio de 1948 en Medellín, en un local alquilado en el sector de Guayaquil y con un capital de 4.000 pesos. Allí definieron la forma de trabajo que catapultó a la empresa hasta consolidarse en lo que es hoy. Aurelio por su conocimiento profesional académico se encargó de la labor técnica y de la relación con los ganaderos, por su parte Gilberto debido a su experiencia comercial y de empresario se encargó de la administración y de las relaciones públicas.

Los primeros productos elaborados fueron alimento para ganado de leche y para cerdos. Paulatinamente llegaron a consolidar más de 30 productos Solla en el mercado. En algo más de una década pasaron de producir 100 toneladas mensuales de concentrado a 480 toneladas diarias de alimento para diferentes clases de animales, un promedio de 20 toneladas por hora en 1963.

En medio del crecimiento de su capacidad productiva, en 1956, se instala la primera sucursal en Buga, Valle del Cauca. Una decisión estratégica ya que la región era fuente de producción de materias primas y además epicentro de la industria avícola colombiana.

El fortalecimiento de Solla permite que su expansión continúe, en 1970 se construye la tercera planta de producción, en la región cundiboyacense, en Bogotá en la zona de Puente Aranda con la idea de atender de manera efectiva el mercado del centro del país. Para 1973 la empresa instala su cuarta planta de producción en Bucaramanga, y así tener presencia en el mercado del oriente y la Costa Atlántica.

El crecimiento de Solla no solo fue en el área de producción, también estableció centros experimentales y de investigación para el desarrollo de la alimentación y producción animal en diferentes especies. Así como la apertura y consolidación del mercado internacional a través de la exportación de sus productos.

La mezcla de perfiles diferentes pero complementarios dieron vida a una de las empresas más emblemáticas del campo colombiano, “un hombre urbano sistemático y un hombre de campo estudiado produce un buen resultado” señaló el historiador Víctor Álvarez Morales en la serie 100 Empresarios, 100 Historias de vida, de la Cámara de Comercio de Medellín