Café Guayacán exporta su grano al mercado asiático
El descubrimiento de una variedad de café exótico dio origen a Guayacán Café, hoy reconocido en concursos.
En una loma entre las colinas de Concordia se alza una gran casa rodeada de guayacanes, cuyas flores amarillas y rosadas caen sobre las cerezas rojas de los cafetos. Beatriz Elena Vélez y Darío Posada cultivaron estos árboles hasta verlos florecer, un esfuerzo de más de cinco décadas.
Hace 54 años, fue el café lo que los presentó. Beatriz trabajaba en la Cooperativa de Caficultores de Salgar y Darío era caficultor. Decidieron radicarse en Concordia, en esa colina que mira hacia el casco urbano. La pareja se dedicó a ver florecer la tierra cuando no había ni carreteras ni árboles. Además del café, sembraron guayacanes. La casa se construyó lentamente y, con la llegada de sus hijos, Hernán y Lina Posada, el hogar creció.
Lina recuerda cómo la inmensa casa se llenaba de niños de la región, familiares o hijos de recolectores. “Todo era café, los cuartos estaban llenos. Los niños jugábamos con él y uno terminaba con café en los zapatos”.
El tiempo trajo la adultez y la profesionalización. Hernán se dedicó a la ingeniería civil y Lina a la arquitectura. Ambos trabajaban en la ciudad, hasta que el fallecimiento del padre en 2014, los hizo preguntarse si el proyecto de la finca familiar era sostenible.
Justo en medio del duelo, Lina recibió una llamada para un curso de café del Sena. Junto a su madre decidieron inscribirse y participar. Para el encuentro les pidieron llevar algunas semillas del café de la finca. Ellas llevaron el grano de unos misteriosos esquejes de café que tres años atrás habían sembrado Darío y Beatriz.
En el curso, el tutor Andrés Ruiz, catador nacional de café, descubrió que se trataba de una rareza que nadie se había tomado antes en Antioquia. Así nació Guayacán Café. Lina y Hernán se sumaron a más cursos y capacitaciones. Empezaron a probar y a entender el café que cultivaban, lo que los motivó a sembrar más y a cambiar radicalmente su modelo de negocio hacia el café de especialidad, enfocado en la calidad en taza.
Ahora, de las 13 hectáreas de la finca, 11 son cultivos de café. En ella vive Beatriz, quien pese a su edad mantiene su vigor. El proyecto también es un hogar para otras familias aledañas que se encargan de cuidar procesos como el cultivo, la fermentación, el lavado y secado. Adicionalmente, se capacitó a recolectoras para seleccionar las cerezas, distinguiendo entre variedades como el Chiroso, de rojo vibrante, o el Bourbon rosado, de un rojo más tenue.
La finca ha sido reconocida en múltiples concursos. Ganaron el Concurso Departamental de Cafés Tostados en Antioquia y otros certámenes. Su calidad está amparada por la sombra de los guayacanes y las flores que cada año retoñan y abonan la tierra. El perfil de taza de sus exóticos, especialmente las notas florales del Geisha (jazmín), ha posicionado el café en el mercado oriental, con China y Japón como principales destinos.
La visión de Guayacán Café es ser una gran empresa cafetera sin perder la identidad y la calidad de su taza. Así mantienen vivo su espíritu que se resume en la frase: “El café nos regala tiempo y los guayacanes eternidad”.