A don Fernando
Querido y leído Savater, cómo se ve que anda usted bien enterado de los asuntos por los que anda este mundo, que se desmorona en términos de creencias, política, ética, conciencia del pasado y pensamiento en orden. Y como todo ciudadano que opina con razón y lejos de embelecos, usted se burla, provoca y propone. O sea que no se queda en la mera algarabía, palabra esta que me gusta mucho porque designa lo que es bulla inentendible, como la sufrían los visigodos cuando escuchaban hablar a los moros. O como bien comprueban los que alegan saber algo y como castigo escuchan al que sí sabe en realidad, cosa común en este territorio de presuntos entendidos (diletantes). A esta gente le debe dar lo que mi mamá, que en paz descanse, llamaba baba en la boca del estómago, cosa peligrosa porque sube en burbujas hasta el hipocampo, en el cerebro.
Por estos días, querido Savater, leí un pequeño libro suyo, de esos que aparecen casi al escondido: Diccionario del ciudadano sin miedo a saber. En este texto, de notas cortas y claras, usted habla de los temas que toda persona que esté despierta debe saber sobre el contexto, con el fin de que no lo engañen. Se habla de Ciudadanía, Estado, Constitución, Derecha, Izquierda, Diálogo, Identidad, Inmigración, Laicismo, Nacionalismo, Opinión pública, Opinión Personal, Parlamento, Paternalismo, Paz, Políticos, Progresista, Reaccionario, Pueblo, Sectarismo, Terrorismo, Separación de poderes y Tolerancia, y estas palabras, más que contener definiciones claras, parecieran ser mero ruido. Pero no lo son, así el poder trate de hacer un diccionario absurdo con ellas. Tienen sentido.
Don Fernando Savater (recurro al don porque es el título que en los barrios les dan a los que son queridos y nada bobos), cuando yo estaba en el colegio le enseñaban a uno cívica y se lograba entender el papel de las Instituciones y de las distintas palabras que emanaban de ellas o las atacaban. Pero esta enseñanza ha caído en desuso y entonces cada uno opina lo que le viene en gana, atacando o defendiendo lo que no sabe qué es y, lo que es más risible, refutando libros que no ha leído. El desorden y la ignorancia campean alegres por todas partes tocando nalgas y hablando de moral, escupiendo y nombrando lo inexistente. Por esta razón, creo que su libro es necesario, no sólo para conocer la palabra sino para saberla utilizar. Espero que los consabidos no lo destrocen a dentelladas. Pasa.
Fernando Savater (San Sebastián, 1947), es profesor de la Universidad Complutense de Madrid, ensayista, novelista y burletero. En España, los franquistas le dijeron que Ciorán no existía. Cuando el filósofo rumano supo esto, le escribió una carta a Savater, diciéndole: no los desmienta.