A Ramírez-Giraldo
Querido, conversado y leído padre César, acabo de leer su libro La filosofía como una forma de vida y su quehacer liberador en Ignacio Ellacuría . Un título bastante largo (diría un editor influenciado por el marketing), pero en este caso es claro en la propuesta, que justifica el entendimiento de dos palabras: liberación y libertad. Liberación de qué y para qué y libertad para qué, pues no basta liberarse o sentirse libre si no hay un destino claro.
Sin destino (como objetivo) y destinatario específico para darle significado al hecho, lo que se logra carece de sentido. Pero la liberación, así como la libertad, no son hechos individuales sino colectivos. La liberación y la libertad apuntan a mejorar un contexto comunitario, histórico y material donde los asuntos no funcionan. De nada vale liberarse de algo si en esa liberación las cosas quedan igual. O lo que es peor, en condiciones más terribles.
En estas tierras que van desde el Río Grande (otros dirán que desde Alaska) hasta la Patagonia, los conceptos de liberación y de libertad (que tienen que ver con el otro como hecho necesario), han sido mal entendidos. Nos liberamos para empeorar, pues quienes se liberan heredan los vicios viejos y las posturas más ortodoxas de intolerancia, y la libertad se entiende más como libertinaje, asumiendo posiciones que destruyen en lugar de engrandecer. Libertinaje y desorden, egoísmo y exhibición del inconsciente sin tratar, son los eslóganes de lo que se ha comprendido por liberación y libertad sin entender al final de qué nos liberamos (pues repetimos el esquema del que "escapamos") y sin más conciencia de la libertad que entrar en ese estado de naturaleza donde el yo chilla y escupe, tiene miedo y usa máscara.
Pero bueno, padre César Augusto Ramírez G., al menos su libro es una aclaración de lo que no hemos logrado porque hemos superpuesto el yo al nosotros, el interés particular al interés común. Y recurro al nosotros, pues el asunto de liberarse no corresponde a un cambio radical (que imposibilita la acción, pues la anula) sino al acuerdo (el consenso), como dice Amos Oz.
En el acuerdo nos reconocemos como estamos, pero acordamos no seguir en la práctica de lo que causa dolor. Y de esta forma, al decir de Stward Mill, lo bueno colectivo (que será repetido y enseñado) es realmente lo que libera. Y en esa liberación, nacida del acuerdo, del parar para que las diferencias cesen, está la real libertad. Las sociedades inteligentes son utilitaristas, pues buscan el bien de todos para progresar.
César Augusto Ramírez Giraldo nació en Medellín. Es director de postgrados en la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la UPB. Dirige el programa televisivo de opinión En rojo y negro. Y su libro ha sido publicado por la editorial de la UPB. No sé dónde estaría el pensamiento serio sin las editoriales universitarias.